Mi Voz, Opiniones

La Familia del Presidente

El Palacio Nacional (archivo)

Por Aik Ambiorix

Aikambiorix@gmail.com

El tema de administrar la cosa pública tiene sus grandes complejidades, por aquello de poseer liderazgo incuestionable en todo lo que sea dirigir gente en reducidos o amplios grupos. La máxima bíblica es pre-clara: “El que no administra bien su casa no puede administrar la casa de Dios”.

En estos tiempos difíciles, donde están inmersas la mayoría de las naciones, los pueblos requieren más que nunca que se administre el dinero ajeno con equidad, limpieza, respeto y ejemplo; parece ser que así los recursos rinden más.

A quien le toca liderar o ser presidente, es mejor correr la suerte del Rey Tuerto que dejar a la nación en la terrible pobreza. Estos funcionarios, legisladores o como se les quiera llamar, tienen la responsabilidad de ver con cuidado: “El vino cuando sonrojea, porque su final es más amargo que el ajenjo”, por tal razón, hay que tener cuidado con la familia cuando se tienen funciones públicas, porque muy pocos tendrán el coraje de querer hacer lo que al final hizo el Rey Tuerto.

El Rey Tuerto ordenó que todo aquel que haya sido encontrado en su reino robando la cosa pública, se le sacaran los dos ojos. Pasaron varios días después de su edicto y nadie había recibido el peso de su condena. Más tarde, preguntó: ¿Por qué nadie ha sido condenado en torno a lo ordenado?; -Señor, lo que sucede es que la única persona que se encontró robando es su propio hijo. Sabemos que ante tal afrenta cualquier padre, por malo o bueno que fuere, trastorna en el momento su ser ante tal información y esto pudo pasar con el Rey Tuerto, sin embargo, decidió que le trajeran a su hijo ante él y ordenó: Sáquenle el ojo derecho y a mi sáquenme el ojo izquierdo; pero que se cumpla lo que he ordenado.

Luce duro lo narrado, sin embargo, el harakiri de Japón no es menos que eso, ni tampoco en China pedir la pena de muerte. Hay que tener cuidado con la familia cuando se ejerce la cosa pública, pero cuando éstos yerran y todo el mundo conoce que es así, se es entonces igual a ellos cuando se cae en alardes, negociando un ojo izquierdo que simplemente refleja el peso de la complicidad familiar.

Los gobiernos pasados y antepasados deben examinar las riquezas ilícitas de cualquier familia ligada a ellos. Sino lo hacen, como quiera, que lo hagan los tribunales, y eso es lo que está dispuesto a hacerse.

Hay que respetar la familia del presidente, pero las familias de todos los presidentes tienen que respetar el dinero de toda la gente para que haya salud, educación, carreteras, transporte, protección al medio ambiente, cuidado del anciano y de la niñez, mejores matrimonios, comida y vida.

El gobierno de turno y todos los funcionarios no deben olvidar la firmeza del Rey Tuerto en todas sus acciones para que la presente gestión termine bien.

El autor es Gerente de Prensa Hispana.

Director del Circulo Verdées.