Por Héctor Tineo Nolasco
Diariodominicano.com
BANI, el 18 de noviembre de 1836, nació en Baní, Máximo Gómez, hijo Andrés Gómez Guerrero y Clemencia Báez.
De joven ingresó al Ejército dominicano. Se alistó en 1856 cuando el Emperador Souloque invadió a la República Dominicana con 30 mil hombres.
Su primera participación en un combate militar fue en la Batalla de Santomé, el 22 de diciembre de 1856, en la cual los dominicanos vencieron al ejército de Haití.
Cuando el Presidente Pedro Santana anexó República Dominicana a España, en 1861, Máximo Gómez era un oficial del Ejército y apoyó la entrega de la soberanía nacional a España.
Tras los españoles perder la guerra de la Restauración tuvieron que salir del país a partir del día 10 de julio de 1865. En esa circunstancia Máximo Gómez viajó con las tropas españolas que se embarcaron con destino a Cuba.
En la isla, Máximo Gómez se transformó y rompió con el Gobierno español, y se sumó a los grupos que luchaban por la Independencia de Cuba. Participó en la Guerra de los 10 Años por la independencia de Cuba, que se inició en Yara, el 10 de octubre de 1868, bajo el mando Carlos Manuel de Céspedes.
Al ser derrotados los independentistas cubanos, Máximo Gómez retornó a República Dominicana. Residía en Montecristi, cuando en 1895, firmó con José Martí, el Manifiesto de Montecristi, en el que se comprometieron a luchar de nuevo por la Independencia de Cuba.
Martí vino a República Dominicana a convencer a Gómez, a fin de que volviera a Cuba.
Cuando José Martí cayó en la emboscada que le tendieron las tropas españolas en Dos Ríos, Cuba, le correspondió a Máximo Gómez asumir el liderazgo hasta terminar la guerra que culminó con la Independencia de Cuba.
Máximo Gómez al morir en Cuba el 17 de junio de 1905, fue sepultado con los honores del título de Libertador de Cuba.
Falleció a consecuencia de una infección hepática en su residencia de El Calabazar, Cuba. Para los cubanos es uno de sus próceres de la Independencia.
En Máximo Gómez se da la experiencia del hombre que se transforma de manera radical. De un antipatriota en su patria, se convirtió en el libertador en Cuba, que era una colonia de España, a la que le había servido en el Gobierno de la Anexión como capitán del Ejército durante la guerra de la Restauración que permitió rescatar la soberanía nacional, en 1863.
Gómez contó que decidió apoyar la lucha por la Independencia de Cuba, al conocer los abusos que cometían los representantes de España, contra los negros.