El Obispo Nacional de las Iglesias Pentecostales de Jesucristo (IPJ) y de la Comunidad Apostólica Internacional (COAPIN), doctor Reynaldo Franco Aquino Reynaldo Franco Aquino.
Reconoce que rol social de las congregaciones cristianas es apoyar a las familias en todas las áreas necesarias para garantizar su estabilidad.
Adolfina Mejía
Santo Domingo, 10 de noviembre de 2021.- En noviembre se conmemora el mes de la familia y diversos sectores, en especial el liderazgo cristiano nacional, promueven conceptos de valores como la unidad, la esperanza y el amor, con el propósito de conservar y fortalecer la estructura familiar como núcleo de la sociedad.
Esta conmemoración responde a una disposición con arraigo constitucional y ejecutivo. En este sentido, el Obispo Nacional de las Iglesias Pentecostales de Jesucristo (IPJ) y de la Comunidad Apostólica Internacional (COAPIN), doctor Reynaldo Franco Aquino, se refirió a lo que establece la Carta Magna de la República Dominicana al respecto.
“La Constitución dominicana en su artículo 55, afirma que la familia tiene como base el matrimonio entre un hombre y una mujer y que el Estado debe promoverla y protegerla. Por este motivo, deploramos todo intento de reconocimiento de otras formas de unión que no corresponda a la única forma de matrimonio que reconoce y apoya nuestra Constitución. Además, con el decreto 1656, desde 1971 se dispuso este mes dentro de nuestras efemérides nacionales”, puntualizó Franco Aquino.
Dijo que el gobierno, a pesar de la presión mundial para socavar el concepto cultural de la familia, se ha mantenido respetando lo que establece la Constitución e invirtiendo en el apoyo económico y social del individuo y sus familias, a través de los diferentes programas que desde los ministerios y direcciones se llevan a cabo, lo cual espera se continúe fortaleciendo con políticas públicas que garanticen más que asistencia, desarrollo social”.
“En el campo de la asistencia social a favor de las familias, hemos de reconocer los esfuerzos que viene haciendo el Estado en ayudar con recursos económicos a una gran parte de las familias necesitadas. Nuestro deseo es que estos esfuerzos se sigan multiplicando y fortaleciendo, de modo que al mismo tiempo que se les asista respetando su dignidad humana, se les ayude a salir de la situación de pobreza y marginación, creando nuevas fuentes de trabajo, incentivando la inversión en el campo, promoviendo la pequeña y mediana empresa”.
El Reverendo Apostólico, a través de una Carta Pastoral, dijo que la globalización ha traído grandes aportes científicos y tecnológicos a la humanidad para su desarrollo, pero advierte que “las familias están siendo bombardeadas por novedades diversas sin referencias éticas”.
“El acelerado “cambio de época” ha traído grandes aportes: algunos gozan de riquezas en el orden científico y tecnológico, pero en la globalización de la comunicación, las familias están siendo bombardeadas por novedades diversas sin referencias éticas. Nos llegan valores y antivalores”.
*La verdadera función de la Iglesia*
Recordó que el papel de las congregaciones es continuar promoviendo una cultura de familia, pero desde el trabajo directo con los vínculos que la forman: matrimonios, relaciones fraternales, con el resto de la familia (relación con hijos, abuelos, tíos, primos), fortaleciendo los lazos para garantizar su sostenibilidad, a través del apoyo en todos los sentidos.
“Hoy es necesaria una nueva mirada a la familia por parte de la Iglesia: no basta con reiterar el valor y la importancia de la doctrina, si no nos convertimos en custodios de la belleza de la familia y si no cuidamos con compasión su fragilidad y sus heridas”, dijo.
Adolfina Mejia <lafiel48@gmail.com>