El día 15 de octubre de 1937 el Gobierno de Trujillo Molina había informado a periodistas de medios extranjeros y de la República Dominicana, que los incidentes en la frontera se originaron “por las constantes invasiones de haitianos en el territorio dominicano”.
SANTO DOMINGO, el 31 de octubre de 1937, presionado por el escándalo internacional que había ocasionado la matanza de haitianos, el dictador Rafael Leónidas Trujillo Molina ordenó “una exhaustiva investigación de los hechos”.
Con su decisión, el Generalísimo Trujillo quiso dejar la impresión al mundo de que su régimen no tuvo nada que ver con la ejecución de los haitianos.
Encargó de la investigación al Ministro de Justicia, Julio Ortega Frier.
En la ciudad de Santo Domingo, se conoció la información de que el secretario de Estado de los Estados Unidos, Summer Welles, llamó a conferencia en Washington, al representante de la República de Haití.
El problema para Trujillo terminó cuando el Presidente de Haití aceptó de parte de la dictadura una indemnización de 750 mil dólares por la muerte de los haitianos y los daños que sufrieron en la República Dominicana.
Desde el primer momento el dictador Trujillo, quien ordenó la matanza la noche del 2 de octubre de 1937, trató de desvincularse de los hechos.
El día 15 de octubre de 1937 el Gobierno de Trujillo Molina había informado a periodistas de medios extranjeros y de la República Dominicana, que los incidentes en la frontera se originaron “por las constantes invasiones de haitianos en el territorio dominicano”.
La dictadura también se desligó de la matanza de los haitianos y la atribuyó a terratenientes y campesinos criollos que enfrentaron a los haitianos para frenar las depredaciones y robos de sus bienes.
El día 15 de octubre de 1937, Trujillo, aunque sostuvo la idea de que no era necesaria la mediación amistosa de los jefes de Estado, a quienes se había dirigido el Presidente haitiano, suscribió un acuerdo con Haití, “para el esclarecimiento de los sucesos”.
Trujillo designó misiones especiales que recibieron el encargo de explicar a los gobiernos amigos los puntos de vista de la República Dominicana.
El doctor Manuel de Jesús Troncoso de la Concha, viajó a Washington, el doctor Max Henríquez Ureña, a México, y el doctor Moisés García Mella, a la Habana.
El historiador Ramón Marrero Aristy resalta que las principales negociaciones se llevaron a cabo en Washington, manteniendo la representación dominicana todos los puntos de vista sustentados por Trujillo en la controversia.
“El Gobierno haitiano, interesado en llevar al más alto plano el problema invocó el Pacto de Gondra de 1923 y la Convención del 5 de enero de 1929, para que se reuniera la Comisión Permanente de Conciliación, dando así de lado a la mediación que había solicitado el 12 de noviembre”.
El día anterior, el 14 de octubre de 1937, la prensa internacional había difundido por primera vez informaciones relacionadas con la matanza de los haitianos que ordenó el dictador Trujillo Molina, el día 2 de octubre de 1937.
En la época, en la República Dominicana existía la censura previa y no había facilidades para enviar al mundo las noticias que se registraban en el territorio nacional.
El Gobierno de Haití reclamó del Gobierno dominicano una investigación de las muertes de sus nacionales, el castigo de los culpables, e indemnizaciones por las víctimas.
El día 15 de octubre de 1937, el Gobierno de Trujillo autorizó un acuerdo que suscribieron en ciudad Trujillo, el Canciller dominicano y el embajador haitiano, en el cual se consignaba la reprobación de los hechos que les fueron denunciados “y su disposición al cumplimiento de su obligación de abrir una investigación minuciosa acerca de los mismos para fijar las responsabilidades y aplicar las sanciones que fueren procedentes”.
El historiador Ramón Marrero Aristy al referirse al acontecimiento anota:
“La maquinaria de la justicia represiva dominicana se puso en movimiento, y el Procurador General de la República se trasladó al lugar de los hechos para realizar las minuciosas investigaciones que requieren las circunstancias.
A partir del día 2 de octubre de 1937, los servicios de inteligencia de la dictadura del Generalísimo Trujillo Molina llevaron a cabo la matanza de los haitianos y haitianas que eran localizados en el territorio de la República Dominicana.
En la persecución de los haitianos participaron miembros del Ejército Nacional y agentes de la Policía Nacional.
Ramón Marrero Aristy, al tratar los antecedentes que precedieron a la matanza, anota que la zona fronteriza entre Haití y la República Dominicana, ha sido una de las más agitadas, por la idiosincrasia de los pueblos que se reparten el dominio de la isla.
Según la versión de Marrero Aristy:
“La población fronteriza haitiana, desde tiempo inmemorial, vivió en acecho de las propiedades dominicanas, en activa campaña de merodeo, para cometer las mayores depredaciones.
“En octubre de 1937, la zona norte de la región fronteriza fue sacudida por los violentos sucesos ocurridos entre agricultores y ganaderos dominicanos de Dajabón, Restauración y otros lugares, y verdaderas bandas de merodeadores, que noche por noche se dedicaban al robo de ganado y otras fechorías”.
La opinión del historiador Marrero Aristy:
“Algunos de esos contumaces asaltantes perdieron la vida en los caminos y sobre los corrales que eran objeto de sus fechorías”.
Del número de haitianos y haitianas que fueron ejecutados hay versiones encontradas. Una da cuenta de que murieron de 5 mil a 25 mil extranjeros, pero el Gobierno haitiano publicó la cifra de 12 mil, pero luego Trujillo dijo que fueron 18 mil.
Otra versión indica que el número de muertos fue de 15 mil a 20 mil.