Mi Voz, Portada

Memorias de un psudocomandante guerrillero

Manuel Matos Moquete

Manuel Matos Moquete

El psudocomandante había anotado que la guerrilla de mil novecientos, ¿sesenta o setenta tres?, no recordaba, fue lamentable y catastrófica. Agregó que no pudo ser más inoportuna y dañina. Era contraria a los fines estratégicos de la revolución. Había sido lanzada, simplemente, para interrumpir las elecciones del dictador. En un momento, sintió que había afirmado algo que, a él mismo, le parecía un absurdo, algo impropio del psudocomandante de esa guerrilla.

Pero así fue como le salió lo que puso en el papel, sea porque era lo que realmente creía, sea por la tendencia muy común en gente de su época y talante izquierdista y revolucionario de años atrás, que, por la vejez física y la decadencia de sus ideas, o por simple conformismo y deseo de acomodamiento con el presente, se olvidaban de sus bellas y gloriosas hazañas y hasta renegaban de ellas, traicionándose a sí mismos.

No sabía si estaba bien decir que formar una guerrilla para contrarrestar las elecciones presidenciales del ¿sesenta o setenta tres?, no recordaba, fue una estúpida idea. Tampoco estaba seguro de si fue correcto involucrar a esos muchachos en algo que era producto de su personal rebeldía e imaginación. A fin, saltando sus dudas y desvíos, conciliando yerros con aciertos, dio fluidez y consistencia a la historia:

“Doy gracias a Dios el haber logrado ser psudocomandante y el haber tenido bajo mi mando a un grupo tan selecto de revolucionarios que se inmolaron en la guerrilla. Es innegable el sacrificio, ciertamente fueron mártires, todos estaban conscientes de que la guerrilla era una inmolación en aras del pueblo y la revolución. Aunque, mirando los dolorosos resultados, no me siento plenamente satisfecho de mi pseudopasado guerrillero.

Debimos haber hecho más y mejor. Pero no es una deshonra el fracaso. El haber luchado tanto, aunque en vano. Todo lo contrario, me vanaglorio de nuestras hazañas. De haber tratado de sacar al Dictador del poder. De haber intentado vencer al monstruo, cuando otros se limitan a escribir libros de historia contra quienes nos entregamos al método guerrillero como única opción. Nada de cortedad de miras ni ochos cuartos.

Al volver la vista hacia atrás, me lleno de soberbia y vanidad, aunque luego en mis adentros me digo, genial, pero, bah, no es para tanto. Nuestras hazañas no son como para alardear y hacer gala de valentía, heroísmo y triunfalismo.

En mí hay ese doble sentimiento. De momento, cuando pienso en mi pasado me siento altivo, se me para la melena como un león rugiente. Pero al siguiente instante más bien me siento culpable, defraudado como el ciervo herido de Martí que busca en el monte amparo.”

Manuel Matos Moquete