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El informe militar indica que los restauradores hostigaron a los españoles con fuego de artillería al extremo de impedir que salieran de la fortaleza ni siquiera a buscar agua en el río Yaque del Norte, que le quedaba muy cerca.
Por HTN
SANTIAGO DE LOS CABALLEROS, el 8 de septiembre de 1863, durante la Guerra de la Restauración, las tropas dominicanas se abastecieron con municiones que llegaron procedentes de La Vega y Moca, lo que les permitió intensificar el sitio a los españoles que estaban concentrados en la Fortaleza San Luis, en la ciudad de Santiago.
El informe militar indica que los restauradores hostigaron a los españoles con fuego de artillería al extremo de impedir que salieran de la fortaleza ni siquiera a buscar agua en el río Yaque del Norte, que le quedaba muy cerca.
La versión precisa que en varias ocasiones el general Juan Suero trató de abrirse camino entre las tropas restauradoras, pero en cada una de sus escaramuzas fue obligado a replegarse.
El día anterior, 7 de septiembre de 1863, el General Gregorio Luperón concentró a un grupo de restauradores y les leyó cartas de adhesiones al movimiento restaurador de varios pueblos del Sur y del Este, lo que provocó una gran algarabía entre las tropas restauradoras, que tocaron cornetas y tambores para atraer a los que se habían replegados, elevándose de nuevo la moral de los criollos.
De su lado los españoles al oír la manifestación, prepararon rápidamente las posiciones defensivas, porque creyeron que se trataba de un nuevo asalto, pero no sucedió lo que temían.
En el «Manual de Historia Militar Dominicana», se anota que el mismo día 7 de septiembre salió de Puerto Plata, el Brigadier Español, Primo Rivera al mando de dos mil hombres que reforzarían a los españoles que defendían en Santiago, el régimen de la Anexión.