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Calificado como un patrimonio de la arquitectura y el urbanismo dominicano, falleció a la edad de 64 años, en CEDIMAT, en la Plaza de la Salud. El Chino Joa, recordó a Emilio como un hombre que comprendió y compartió el valor del amor. Su entrega a los demás. Sus maneras de expresar sus sentimientos.
Por HTN
SANTO DOMINGO, A las 11:30 de la noche del viernes 11 de julio de 2014, falleció en Cedimat, el arquitecto Emilio Brea. «…El mundo estaría vacío si nadie amara…» En un acto en el que familiares y amigos destacaron sus cualidades de profesional creativo, un hombre de servicio y buen amigo, fueron sepultados sus restos en el Cementerio Nacional de la avenida Máximo Gómez.
Calificado como un patrimonio de la arquitectura y el urbanismo dominicano, falleció a la edad de 64 años, en CEDIMAT, en la Plaza de la Salud.
El Chino Joa, recordó a Emilio como un hombre que comprendió y compartió el valor del amor. Su entrega a los demás. Sus maneras de expresar sus sentimientos.
Lo hizo con la interpretación de la canción «Si Nadie Amara» de René del Risco Bermúdez. Y recordó que muchas veces pronunció las letras de la canción, sobre todo amar como los pajaritos sin decir palabras…..amar entregándolo todo a cambio de nada…..Nada es imposible cuando alguien ama…..Amor es final y principio, la lumbre del alma…. el mundo estaría vacío si nadie amara……»
El arquitecto Omar Rancier, decano de la Facultad de Arquitectura y Artes de la Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña (UNPHU), dijo que con la muerte de Emilio Brea, se ha perdido a un gran pensador de la arquitectura de la ciudad, «un crítico certero y mordaz, que nunca claudicó».
Recordó que hizo escuela y enseñó que poniendo los principios por delante se puede hacer una carrera.
Omar Rancier, al hablar en el acto de inhumación destacó que los aportes de Emilio Brea a la arquitectura dominicana están a la vista, como son las obras escritas, entre las que citó «Arquitectura Popular Dominicana» y «El último monumento», una minuciosa investigación sobre el Faro a Colón.
De igual modo, recordó que dejó como parte de su legado, innumerables artículos en medios de comunicación, los cuales fueron alimento para los arquitectos jóvenes.
El arquitecto Rancier, así como familiares y amigos destacaron el entusiasmo y las condiciones que tenía para dar alegría. Por ello, los presentes lo despidieron con un aplauso de más de un minuto.
Los restos de Emilio estuvieron expuestos en la Capilla La Paz de la Funeraria Blandino, en la avenida Abraham Lincoln. De allí salió el cortejo a las 4 de la tarde.
El acto de inhumación terminó a las 5:20 de la tarde en el cementerio de la avenida Máximo Gómez.
En 2011, Emilio Brea fue sometido a un cateterismo coronario, y llevado al extranjero, donde se le sustituyó una de las válvulas del corazón. Fue un colaborador de la revista Habitat del Grupo Omnimedia.
Brea había nacido el 20 de agosto de 1950, en San Francisco de Macorís. Su incidencia abarca la región del Caribe y su obra fue reconocida por el Colegio de Arquitectos de Puerto Rico.
Estuvo al frente de importantes proyectos en defensa de la arquitectura por una mejor ciudad, y recibió premios por su amplia e importante labor.
Sus críticas despertaron inquietudes, educaron a los que estaban en formación e hicieron reflexionar a numerosos sectores de la sociedad. Fue un combatiente duro cuando se trató de defender un ejercicio digno de la arquitectura, y cuando se realizaron acciones que atentaron contra la memoria histórica y la integridad del sector.
Aportó desde diferentes ángulos: gremio, docencia, seminarios, televisión, radio, prensa escrita, red de internet, revistas especializadas, cursos de diferentes contenidos, investigaciones, diseño, publicaciones de libros y asesoría de diferentes proyectos y propuestas.
Conmovió a colegas y a los amigos
El fallecimiento del arquitecto y urbanista Emilio José Brea García conmovió a los profesionales de la arquitectura de República Dominicana, quienes consideran que fue un profesional y un ser humano excepcional, crítico y combativo y, sobre todo, preocupado por la nación dominicana y su gente.
Brea García, a quien le sobreviven su hijo Andrés Brea y su hermana Teresa García, falleció a los 63 años de edad de un paro cardíaco. Hasta su fallecimiento fue colaborador de la revista Hábitat, del Grupo Omnimedia, donde publicaba la página «Texto Gráfico». También escribía la columna Estriada, en el periódico digital Acento.
Opiniones de sus colegas
José Tomás Lithgow Contreras, quien escribió el prólogo de la última obra pública por Brea García, «El último monumento», lo definió como «profesor de generaciones, incisivo comunicador, francomacorisano orgulloso, Quijote intelectual, formador de jóvenes arquitectos, dueño de una erudición envidiable».
Edda Grullón, directora de Patrimonio Monumental, consideró que «Emilio fue un amigo especial, querido y entrañable. Un arquitecto con mucha chispa, un talentoso escritor de gran agudeza mental. Siempre preocupado por los problemas del país, supo decir las cosas con mucha fuerza y convicción».
Omar Rancier recordó que conoció Emilio, cuando visitaba a unos familiares en San Francisco de Macorís, y era apenas un adolescente, pero asegura que desde entonces ya se percibía su entusiasmo cautivador. Cuenta que compartieron luego en la UASD, en los años 70, «en los tiempos difíciles del gobierno de Balaguer», y posteriormente formaron parte del Grupo Nuevarquitectura, donde compartieron el interés por esa profesión, por el urbanismo y la ciudad, «y desde ese momento pudimos apreciar el valor de su pensamiento crítico y su preocupación por la gente. Vivió comprometido con la verdad».
El arquitecto Rubén Hernández Fontana, por su parte, está convencido de que «cuando personas como Emilio José Brea García dejan de acompañarnos, las sociedades pierden instigadores, gente que con su voluntad y efervescencia hacen que ocurran cosas, que procuran cambios. Mentes inquietas que hacen de la vida una aventura».
El arquitecto urbanista Erick Dorrejo, lo describió como un expositor singular de realidades dominicanas, analizadas con profesionalidad y un defensor de posiciones radicales, siempre sostenidas con argumentos convincentes.
A través de sus aportes históricos y críticos sobre la arquitectura y el urbanismo, señaló Dorrejo, «nos enseñó el valor de presentar con total franqueza nuestros puntos de vista. Desde su trinchera, con la palabra escrita, defendió de manera continua la necesidad de pensar en una mejor ciudad y hoy día nos deja un legado de valentía para continuar luchando por los ideales que cimentan nuestra existencia.»
A juicio de Carmen Ortega, coeditora de la revista Arquitexto,
«con la partida de Emilio José Brea García (así con todos sus nombres como solía usar), la crítica del urbanismo y la arquitectura, como instrumento de denuncia y reflexión, pierde uno de sus mayores exponentes; al mismo tiempo esta partida pone en riesgo la memoria histórica de nuestro ejercicio profesional y sus principales actores».
Afirmó que Brea García asumió el compromiso de ser esa memoria, con una visión aguerrida y apegada a la realidad, integral y coherente, de la estrecha interrelación entre arquitectura y sociedad, » es a mi entender, uno de los aspectos trascendentes de su legado».
Emil Rodríguez Garabot, arquitecto urbanista, opinó que cuando la vida de alguien extraordinario se va, la mayoría dice recordar sus momentos más gentiles, pero de «Emilio Brea, me quedaré también con lo otro, con el desafío, el reto, la rabia, el atrevimiento, y el poder de la palabra… me despido de él, por siempre joven, controversial, enérgico, vivo.»
Para el arquitecto Alex Martínez Suárez, Brea García fue un crítico por excelencia de la arquitectura dominicana y una de las figuras más notables del gremio. Lo considera un prolífico arquitecto, escritor, maestro de maestros, amigo de sus amigos, un ser humano excepcional, cuya memoria «siempre nos mantendrá inspirados a continuar su labor, su ejemplo de entrega incondicional y su enorme legado». (Diario Libre)