Por Héctor Tineo Nolasco
SANTO DOMINGO, el 14 de junio de 1864, murió de manera repentina en la ciudad de Santo Domingo, el ex Presidente de la República, General Pedro Santana.
En el momento que ocurrió su muerte, el general Pedro Santana estaba amenazado de ser sancionado porque había desobedecido órdenes de los jefes militares españoles del Gobierno de la Anexión, que aún permanecían en República Dominicana.
Santana tenía el propósito de llevar a cabo un plan para romper el proceso de consolidación de la Restauración de la República, que había comenzado el 16 de agosto de 1863, con el grito de Capotillo.
Sin embargo, las tropas españolas que comandaba en Guanuma, Monte Plata, fueron diezmadas por enfermedades y muchos militares murieron, pero esa realidad no fue óbice para que Pedro Santana persistiera en su idea de trasladarse al Cibao con el propósito de romper la resistencia de los restauradores.
Cuando recibió la orden del comandante español Carlos de Vargas, para que concentrara sus tropas cerca de Santo Domingo, el general Santana se insubordinó.
Como la orden al general Santana contaba con el aval del Gobierno de España, los jefes militares españoles lo recriminaron por su desobediencia y esto lo habría deprimido, ya que se encontraba en una situación muy difícil.
En la época, los dominicanos rechazaban al general Santana, porque había anexado el país a España. Además, su salud se había debilitado.
El historiador Frank Moya Pons, en su obra «Manual de Historia Dominicana», novena edición, refiere que cuando meses más tarde Pedro Santana fue relevado del mando por el general José de la Gándara, y sus tropas quedaron en manos de militares españoles, en vez de los dominicanos que él creía debían sucederle, el general Santana se enfrentó al general José de la Gándara, en franca desobediencia.
Iba a ser juzgado en Cuba
La Gándara dispuso que saliera de Santo Domingo hacia Cuba, para que diera cuenta de sus actos ante un tribunal militar, pero la medida no llegó a ejecutarse porque Pedro Santana murió en Santo Domingo, de manera repentina el 14 de junio de 1864.
«La sorpresiva muerte de Pedro Santana, en condiciones tan críticas para su carrera, su prestigio y su amor propio, hicieron creer a muchos que se había suicidado».
Santana fue un comandante militar que se distinguió por sus cualidades de estratega y por su valentía en la lucha por la consolidación de la Independencia Nacional, proclamada el 27 de febrero de 1844.
Santana había nacido en la comunidad fronteriza de Hincha, el 29 de junio de 1801, hijo de Pedro Santana y Petronila Familia.
Su padre fue un militar del Ejército Español de la Reconquista y cuando se produjo la Batalla de Palo Hincado era Capitán.
Santana contrajo matrimonio en dos oportunidades: el primero con Micaela Antonia Rivera, una viuda rica de El Seibo y luego con Ana Zorrilla. Su primer matrimonio lo convirtió en un hombre de influencia en el Este.
En su niñez había vivido en el Cibao. En el año 1843, se enroló en el movimiento de Los trinitarios, que lideraba Juan Pablo Duarte, cuando su hermano Ramón Santana declinó la posición que le ofrecía el patricio y le sugirió que se la diera a su hermano Pedro Santana.
Duarte conoció a los hermanos Santana en un recorrido por el Este en busca de apoyo para declarar la Independencia de la República. Santana también está entre los firmantes del manifiesto de los trinitarios dado a conocer el 16 de enero de 1844.
En todas las batallas que comandó contra los haitianos que invadían el territorio nacional, salió victorioso. No obstante, era un hombre autoritario que no creía en las ideas liberales que enarbolaron los trinitarios que seguían el pensamiento de Juan Pablo Duarte. Esto explica porqué la primera Constitución de la República, consagra poderes extraordinarios al Presidente de la República.
Una Constitución a su capricho
Ocurrió que cuando estudió con sus asesores el primer proyecto de la Constitución de la República, se negó a aceptar ser elegido Presidente con una Carta Magna, como la presentada.
Pedro Santana consideraba que el poder político de la República Dominicana tiene que ser militar y no civil, porque la situación de guerra con Haití, así lo demandaba. Versiones de la época dan cuenta de que al recibir la reacción de rechazo de Santana, el Congreso Constituyente de San Cristóbal se mostró reticente a aceptar las exigencias del caudillo militar y político.
La situación originó una tensión entre la Asamblea Constituyente y la Junta Central Gubernativa, la cual quedó solucionada cuando por iniciativa de Tomás Bobadilla y Briones, se agregó a la Constitución de San Cristóbal, del 6 de noviembre de 1844, el artículo 210, que dispone: «Durante la guerra actual y mientras no esté firmada la paz, el Presidente de la República puede libremente organizar el ejército y armada, movilizar las guardias de la nación; pudiendo, en consecuencia, dar todas las órdenes, providencias y decretos que convengan, sin estar sujeto a responsabilidad alguna».
De esa manera, República Dominicana quedó con una Constitución que consagraba la dictadura política e invalidaba las disposiciones democráticas en la primera Carta Magna, votada el 6 de noviembre de 1844.
Al lograr la Constitución que deseaba, el general Santana aceptó ser escogido Presidente de la República, por dos períodos consecutivos de 4 años. Fue juramentado por primera vez el 13 de noviembre de 1844. De inmediato creó su Consejo de Ministros y como gobernadores designó a militares que se distinguieron en la lucha contra las invasiones de los haitianos.
La primera administración del Presidente Santana fue muy difícil y se vio agravada por la invasión haitiana de 1845. Su régimen dictatorial fue incapaz de dar solución a los problemas económicos del país y por ello fue perdiendo apoyo en la población.
Contra los trinitarios y la Iglesia Católica
En su primer Gobierno, Santana enfrentó a los trinitarios y el 27 de Febrero de 1845, en el primer aniversario de la fundación de la República, fusiló a María Trinidad Sánchez y a un grupo de trinitarios acusados de conspirar para derrocar su Gobierno.
Asimismo, en el año 1847, ordenó el fusilamiento de los hermanos Gabino y José Joaquín Puello.
También enfrentó a la Iglesia Católica, que se opuso a la ley que promulgó el 7 de junio de 1845, en virtud de la cual el Presidente Santana ratificó la política haitiana iniciada en 1824, durante el Gobierno de la Ocupación, para dejar sin efecto para siempre los censos, capellanías, capitales y rentas eclesiásticas que afectaban los bienes rurales situados en la antigua parte española –desde 1844 República Dominicana– dejando los bienes y propiedades exentos de todo gravamen o hipoteca.
De esa manera, la Iglesia Católica no lograría recuperar sus propiedades antiguas y tampoco podía cobrar los intereses que ella creía acumulados por las hipotecas, censos y capellanías que fueron eliminados por los haitianos en el año 1824.
El Presidente Pedro Santana también enfrentó dificultades militares cuando los habitantes de la sección Santa María de San Cristóbal, se negaron a formar parte del Ejército del Sur que debía marchar a la frontera para defender la soberanía contra los haitianos.
La rebelión de Santa María, la encabezaron negros de origen haitiano y el Gobierno la reprimió de manera enérgica.
El primer Gobierno del General Santana terminó el 4 de agosto de 1848; luego fue presidente de la República durante los períodos del 30 de mayo de 1849 al 23 de septiembre de 1849; del 15 de febrero de 1853 al 26 de mayo de 1856; del 13 de junio de 1858 al 18 de marzo de 1861, cuando anexó el país a España.
En la primera parte del Gobierno de la Anexión, es decir, del 18 de marzo de 1861 al 20 de julio de 1862, Santana fue el jefe de la administración, pero luego fue reemplazado por representantes de España.
Como premio por su decisión de anexar el país a España, la Reyna Isabel Segunda le concedió el título de Marqués de las Carreras.
El 4 de julio de 1861, Pedro Santana ordenó el fusilamiento del prócer Francisco del Rosario Sánchez y varios compañeros que luchaban contra la Anexión de la República a España. La ejecución se produjo en El Cercado, San Juan de la Maguana.
Cuando Pedro Santana murió era un hombre sin poder y una figura despreciada por la población, al extremo que se temía la gente profanara su tumba, por lo que se tomaron medidas especiales para protegerla.
Desde el año 1978, por una disposición del Presidente Joaquín Balaguer, los restos de Pedro Santana descansan en el Panteón Nacional, en la calle Las Damas, de la ciudad colonial de Santo Domingo