SANTO DOMINGO, El 9 de marzo de 1890, murió en la ciudad de Santo Domingo, el sacerdote Francisco Javier Billini Hernández.
Monseñor Roque Adames, en una biografía del religioso y filántropo dominicano, destaca que el acontecimiento se convirtió en un duelo plebiscitario que se prolongó durante 9 días.
Afirma que el Padre Billini «Era, calcando a san Pablo, el embajador de Cristo, y se presentaba dejando que Cristo actuara por medio de él. Así lo comprendieron el pueblo, las autoridades nacionales y municipales, los representantes diplomáticos, el comercio, al acaecer su fallecimiento el 9 de marzo de 1890».
El padre Billini había nacido el 1 de diciembre de 1837, en la ciudad de Santo Domingo.
Fueron sus padres Juan Antonio Billini y Ruse, de nacionalidad italiana y la señora Ana Hernández y González, de Bayamo, Cuba.
Francisco Xavier Billini desde niño se inclinó por la vida eclesiástica. Estudió en el Seminario Conciliar Santo Tomás de Aquino. Fue ordenado sacerdote en abril de 1861, en Puerto Rico. En la ciudad de Santo Domingo ofició su primera misa el día 9 de julio, en la Iglesia Regina Angelorum.
En la Guerra de la Restauración se declaró en favor de la paz y salió del país con destino a Cuba en el año 1865. En el año 1866 se encontró con el prócer Gregorio Luperón en Saint Thomas, quien lo convenció para que regresara al país.
Al poco tiempo fundó en la ciudad de Santo Domingo, el Colegio San Luis Gonzaga y lo dirigió durante 24 años. Por sus aulas pasaron jóvenes que luego se destacaron en las humanidades y la política como Alejandro Woss y Gil y los poetas Fernando y Rafael Deligne.
Sus obras cumbres fueron la casa de la Beneficencia, el Orfelinato y el Manicomio, los primeros en crearse en República Dominicana, y dedicados al servicio de los indigentes y enfermos. Para obtener recursos fundó la Lotería de la Junta de la Caridad.
Los recursos que recibió por esa vía los entregaba al hospital y a los pobres. Por su actitud se expresa con frecuencia en el país cuando a una persona se le pide mucho: «Tú crees que yo soy el padre Billini».
Una anécdota acerca de su muerte el 9 de marzo de 1890, da cuenta de que las últimas palabras del Padre Billini fueron:
«Acuéstenme para reposar así, con toda humildad».