Por Teófilo Lappot Robles
La llamada Era de Francia en Santo Domingo comenzó teóricamente el 18 de octubre de 1795, en medio de tensiones y curiosidades, en un acto escenificado con “redobles de tambores y estridentes llamadas de clarines” en la esquina de las Cuatro Calles, en la Ciudad Primada de América, donde un pregonero leyó la cesión que hizo España en favor de Francia del territorio dominicano.
En medio de esa ceremonia, que dejó perplejos a no pocos en quienes ya latía un sentimiento de apego a la patria que todavía se mantenía bajo el yugo español, se produjo la inesperada muerte de una mujer cuyo corazón quedó infartado al escuchar al divulgador. Ha sido considerada como la primera víctima del Tratado de Basilea.
Fray Cipriano de Utrera, con su típico galimatías, en el largo proemio (56 páginas) del libro Diario de la Reconquista, describe así lo ocurrido allí ese día:
“…el día de la publicación cayó muerta en medio de la calle una mujer, exclamando: Isla mía, Patria mía”. “El nombre de aquella mujer era Tomasa de la Cruz, que por sí solo es símbolo de quien no cree sino cuando siente en sí todo el peso de la adversidad…”1
Gobernador Kerverseau
En el general francés Francois Marie de Kerverseau recayó la encomienda del general Leclerc de ponerle término al gobierno de Louverture en la parte oriental de la isla de Santo Domingo. Eso fue el 30 de enero de 1802.
A partir de entonces, y por unos cuantos meses (entre el 1802 y 1803), Kerverseau fue el gobernador francés en lo que luego sería la República Dominicana.
Muchos meses antes de la derrota que en la ciudad portuaria de Cabo Haitiano sufrió, el 28 de noviembre de 1804, el general francés Rochambeau, por parte del líder independentista haitiano Jean-Jacques Dessalines y sus huestes, ya imperaba el caos y la indisciplina entre los oficiales y tropas francesas esparcidas en toda la geografía de la isla.
Esa situación fue aprovechada por el general Jean- Louis Ferrand para dirigirse desde Montecristi a la ciudad de Santo Domingo y darle un golpe de Estado (dicho eso en el concepto definido en la Francia del siglo XVII) a Kerverseau.
A partir de ese hecho de fuerza, y en abierta violación del artículo 12 del decreto que emitió Napoleón Bonaparte el 4 de noviembre de 1801, el general Ferrand se convirtió en el hombre fuerte de la colonia francesa en el lado oriental de la isla de Santo Domingo, hasta su muerte en el 1808.
En los papeles de Kerverseau hay una nota informativa firmada por él en Puerto Rico, el 25 de febrero de 1804, en la cual acusa de traición al general Ferrand, quien fuera su subalterno, y señala que su salida de Santo Domingo “ha sido un lance de intriga, del que su autor tendrá motivo de arrepentirse. Púsome en la necesidad de derramar sangre o de ceder, y preferí este último partido.”2
Gobernador Ferrand
El general Jean-Louis Ferrand fue el gobernador colonial francés en territorio dominicano que más tiempo se mantuvo en el poder. Desde 1803 hasta 1808, cuando designó de manera interina al general Dubarquier para dirigirse al este del país a combatir a Juan Sánchez Ramírez y sus guerreros que finalmente lo derrotaron.
Su gobernación de la colonia fue un desastre económico, político y social. Los negros esclavos fueron sometidos a los mayores maltratos y la población en general fue sumida en un espantoso estado de miseria que sirvió como caldo de cultivo para ponerle término a la presencia del imperio francés en tierra dominicana.
La opinión más socorrida sobre la muerte del general Ferrand es que sintiéndose derrotado en la Batalla de Palo Hincado él mismo se quitó la vida dándose un balazo en la cabeza, en una quebrada, cerca del Río Guaiquía.
Dicen que horas después de expirar Ferrand el señor Pedro Santana (el papá de los célebres hermanos Santana Familias) le desprendió la cabeza y la empaló para exhibirla por las calles onduladas de la ciudad de El Seibo.
Juan Sánchez Ramírez
Juan Sánchez Ramírez y Ciriaco Ramírez fueron al principio las principales figuras opositoras a la presencia de los franceses en la gobernación colonial. El primero nació en el año 1762 en la villa de Cotuí, en el oriente cibaeño.
La biografía de Juan Sánchez Ramírez se ha difundido bastante, sabiéndose que capitalizó el gran descontento que había por las estrecheces económicas derivadas de un sistema de plantación sustentado en la esclavitud y por otras muchas motivaciones.
En medio de una etapa histórica donde ocurrían muchas cosas negativas él surgió, por sus condiciones económicas, políticas, sociales y militares, como el individuo más idóneo para aglutinar a todas las fuerzas internas y externas que adversaban a los franceses aquí y allende las fronteras, marina y terrestre, del país.
Pero está comprobado, y el mismo Sánchez Ramírez lo pregonaba, que su objetivo central no era la Independencia, sino volver al pasado colonial español, y así actuó en todos los actos de su vida como adulto.
Ciriaco Ramírez
Ciriaco Ramírez nació en el 1772 en Cádiz, en el sur de España, pero en tiempos de la Reconquista tenía más de dos décadas domiciliado en Azua, tierra ardiente y llena de historia.
Ese personaje tratado con ciertos niveles de marginación por la historiografía tradicional dominicana fue un gran productor agrícola y se le conocían múltiples habilidades como comerciante.
Parte de la abundante documentación correspondiente a los primeros años del siglo XIX demuestra que en realidad Ciriaco Ramírez fue el primer jefe de la revuelta anti francesa, la cual comenzó en el sur del país.
Fue, en consecuencia, una figura central en la lucha contra los franceses. Uno de sus puestos de mando lo estableció en el lugar conocido como Sabana Mula, hoy parte del municipio de Bánica, en el territorio de la provincia Elías Piña.
Aunque en Sabana Mula no le fue bien en términos militares, es válido decir que el coraje y las habilidades de Ciriaco Ramírez fueron claves para derrotar en otros lugares bajo su incumbencia a las tropas dirigidas por el coronel Aussenac, un hombre ducho en combates en medio del boscaje y brillante estratega militar quien dirigía de manera simultánea las compañías de dragones franceses de San Juan y de Baní, a quienes hizo huir en desbandada. Aunque algunos lo niegan los hechos están ahí como testigos elocuentes.
Ciriaco Ramírez fue un aliado de Juan Sánchez Ramírez, pero terminó siendo víctima de una feroz campaña desatada en su contra por el triunfador de Palo Hincado, que no cesó con su apresamiento el 7 de junio de 1809, en uno de sus cafetales situado en la parte montañosa de Azua.
En septiembre de 1810 se le abrió un expediente acusatorio por, entre otros motivos, una supuesta “negligencia e inacción”, causa por la cual según sus acusadores “lograron los franceses que salieron de Azua entrar sin tropiezo en la Capital de Santo Domingo, y que de esto resultó la prolongación del sitio.”3
Junta de Bondillo
La Batalla de Palo Hincado (que comentaré más abajo) eclipsó los actos de guerra de Ciriaco Ramírez. La Junta de Bondillo, celebrada el 12 de diciembre de 1808, en ese lugar en las cercanías de los poblados de Bayona y Manoguayabo, terminó otorgándole poderes elevados a Sánchez Ramírez.
El historiador José Gabriel García, en su obra Compendio de la Historia de Santo Domingo, describe que entre las resoluciones más importantes tomadas por la Junta de Bondillo estuvieron las siguientes:
“Reconocer como tenían reconocido, a don Fernando VII por legítimo rey y señor natural….nombrar por gobernador político y militar e intendente a don Juan Sánchez Ramírez, comandante general del ejército…en atención al mérito que había adquirido siendo el caudillo y autor de la gloriosa empresa de librar al pueblo dominicano del yugo de Napoleón, emperador de los franceses.”4
Dubarquier luego de la derrota en Palo Hincado
El general Joseph-David Dubarquier fue designado por Ferrand como gobernador interino de la colonia mientras él marchaba a combatir a los insurrectos que desde la zona oriental del país amenazaban con aniquilar su gobierno, y así poner fin a la Era de Francia en Santo Domingo.
El general Jean-Louis Ferrand creía que pronto retornaría a la Ciudad Primada de América con los caireles del triunfo en su atuendo militar, pero la realidad fue otra muy distinta.
Al enterarse el gobernador provisional de la derrota de Ferrand en Palo Hincado tomó las medidas militares de rigor en situaciones como esa.
Al mismo tiempo que desde el 10 de noviembre del 1808 la gobernación francesa se apertrechaba de armas y alimentos, en la zona intramuros de la ciudad de Santo Domingo; los combatientes de La Reconquista, con la fanfarria de los victoriosos, marcharon (con el apoyo de tropas inglesas y españolas) desde Palo Hincado hacia la capital colonial.
La principal ciudad del país fue cercada por los seguidores de Sánchez Ramírez durante 9 meses, provocando una catástrofe alimentaria en su población, lo cual finalmente obligó al mencionado gobernador interino a rendirse. Así terminó la llamada Era de Francia en Santo Domingo.
Batalla de Palo Hincado
Desde la lectura del arriba referido bando, el 18 de octubre de 1795, hasta la rendición bajo acoso del gobernador colonial interino Joseph-David Dubarquier, ocurrieron aquí muchos hechos relacionados con el Tratado de Basilea, tal y como he descrito en esta corta serie de comentarios.
Antes de que el hatero cotuisano Juan Sánchez Ramírez llevara a cabo su exitosa campaña de la Reconquista, que culminó con la expulsión de los franceses del territorio nacional, hubo varios intentos fallidos para ponerle fin al gobierno colonial surgido del Tratado de Basilea.
Al margen de los objetivos finales que marcaban el pensamiento pro hispánico del principal caudillo de la Reconquista, lo cierto es que la lucha del pueblo dominicano para zafarse del yugo de los franceses estaba abroquelada de una especie de fondo histórico cargado de antecedentes de luchas por su autodeterminación.
Desde que los primeros grupos de criollos comenzaron a sentir lo que con el tiempo se ha ido definiendo como la dominicanidad ha existido el deseo de ser libre. Otra cosa pensaban Sánchez Ramírez y otros que formaban parte de su camarilla o que tenían intereses parecidos a los suyos.
Desde la ciudad de Higüey, después de oír una misa, en la primera hora de la mañana del 4 de noviembre de 1808, Juan Sánchez Ramírez salió, acompañado por decenas de higüeyanos, hacia El Seibo.
En aquel pueblo vecino de Higüey obtuvo una resonante victoria militar frente a las tropas francesas encabezadas por el general Ferrand. Fue la famosa Batalla de Palo Hincado.
En Diario de la Reconquista Juan Sánchez Ramírez describe con parquedad los pormenores de dicho encuentro armado; sin embargo es más abundante en los detalles de lo que ocurrió previamente.
El siguiente párrafo de dichas notas sirve para sintetizar los aprestos bélicos que culminaron con la debacle de los franceses. Así escribió el caudillo cotuisano:
“…marché a las tres de la madrugada del día tres con el resto del armamento y municiones a estar a la cabeza de mi gente: por la tarde llegué a Higüey, empleando allí toda la noche en reunir paisanos, formar compañías y dar las disposiciones convenientes; supliqué al Padre Cura de aquel famoso Santuario que celebrase bien temprano el santo Sacrificio de la Misa, a que asistí con la tropa…”5
La Batalla de Palo Hincado se desarrolló el 10 de noviembre de 1808, en un cerro así llamado, situado a unos pocos kilómetros al oeste de la ciudad de El Seibo.
Fue en esa batalla de los anales dominicanos donde Juan Sánchez Ramírez, después de decir con voz estentórea un “¡Viva el rey Fernando VII!, pronunció ante oficiales y tropas una frase que ha quedado fija como lección de guerra:
“Pena de la vida al que volviese la cara atrás; pena de la vida al tabor que tocare retirada, y pena de la vida al oficial que lo mandare, aunque sea yo mismo.”
El triunfador de Palo Hincado contaba en el plano interno con el apoyo abierto y directo de hateros, sacerdotes, comerciantes y medianos propietarios urbanos y rurales, quienes habían sido afectados en sus intereses económicos, políticos y sociales por Ferrand y su planilla de funcionarios.
El general Ferrand, que era el gobernador de la colonia desde el 1803, fue el jefe derrotado. Había partido desde la ciudad de Santo Domingo 7 días antes.
Los registros históricos demuestran de manera elocuente que antes y después de la derrota de los franceses Juan Sánchez Ramírez y sus asesores lograron también, por diferentes razones, el apoyo de los ingleses, así como del presidente de la parte sur de Haití, Alexandre Sabés Pétion y del gobernador de la entonces colonia española de Puerto Rico, Toribio Montes.
Prueba de lo anterior lo dejó escrito para la posteridad el mismo Juan Sánchez Ramírez, al señalar que el 31 de octubre de 1808 recibió en el puerto de Yuma, en la jurisdicción de Higüey, provenientes de Puerto Rico, por órdenes del mencionado Toribio Montes: “quatrocientos fusiles con cierto número de cartuchos…”
Más aún, de ese gobernador Toribio Montes se conserva un oficio de fecha 5 de febrero de 1809 enviado a Juan Sánchez Ramírez, en el cual le informa, entre otras cosas, lo siguiente:
“Envío a usted el bote Altagracia…don Francisco Espino sale hoy con tres lanchas cañoneras, escoltando una saetía que conduce dos morteros y dos cañones de bronce de a 32, con todas las municiones y demás necesario para su servicio.”6
Los partes militares de la batalla de Palo Hincado contienen una rica y variada información sobre lo que ocurrió en aquel histórico altozano seibano, desde el tipo de armas, hasta la cantidad de combatientes y las bajas que tuvieron los dos bandos enfrentados.
El teniente dominicano Francisco Díaz dirigió más de 200 fusileros que pecho en tierra esperaban el paso de los franceses que cayeron en una emboscada preparada con gran sigilo y no poca pericia por el oficial Pedro Vega, un brillante estratega nativo de la ciudad de La Vega.
También hubo combatientes con lanzas y sables que formaron un escuadrón de caballería bajo el mando del capitán seibano Vicente Mercedes.
Otros combatientes con armas blancas de diferentes tipos y fusiles, comandados por el llanero Antonio Sosa, causaron grandes estragos a los franceses.
José de la Rosa, que formaba parte del contingente de refuerzos enviados por el gobernador de la colonia de Puerto Rico, fue puesto a la cabeza de una nutrida infantería que desde una posición de retaguardia provocó muchas bajas a los franceses.
La versión francesa sobre la Batalla de Palo Hincado salió a la luz pública varias décadas después, por vía de Jean-Baptiste Lemonier-Delafosse, un alto oficial de infantería ligera quien acompañó durante 7 días de viaje al general Ferrand desde la ciudad Santo Domingo hasta la tierra del este dominicano donde murió por suicidio.
En su obra titulada Segunda Campaña de Santo Domingo del primero de diciembre de 1803 al 15 de julio de 1809 Lemonier-Delafosse dedica muchas páginas a los hechos que a su decir ocurrieron en aquella colina seibana.
Relata la participación de un español de nombre Tomás Ramírez Carvajal, quien acompañado por cientos de luchadores fingió, en la ribera oeste del río Ozama, apoyar a los franceses.
La dicha oferta de colaboración fue aceptada por Ferrand, y ese extraño personaje de huesos cántabros se incorporó con sus tropas a las unidades de combate que marchaban con el gobernador colonial hacia el este dominicano, en el que sería su periplo final.
Aquello resultó ser lo que en la mitología griega se conoció, muchos siglos atrás, como el caballo de Troya usado por los aqueos.
Ese Ramírez Carvajal, sin un claro itinerario en las páginas de la historia dominicana, fue para los franceses en Palo Hincado lo que más de un siglo después el general español Emilio Mola incorporó al lenguaje militar bajo el concepto de un quinta columna.
Por los alrededores de Palo Hincado el habilidoso español utilizó artimañas para desempotrarse de los franceses y asestarles de inmediato grandes daños. Eso afectó incluso anímicamente al general Ferrand.
Sobre la compañía dirigida por el susodicho Ramírez Carvajal en el lado oeste de la ciudad de El Seibo Lemonier-Delafosse relata que: “los 200 españoles que tenían el ramo verde se pusieron en movimiento para sostenernos….Ramírez dejó a Ferrand, se dirigió a su gente y un grito repercutió en los aires…”
Más adelante señala dicho autor que: “Tan pronto como aquellos doscientos ginetes se reunieron con los suyos empezó un combate obstinado, una refriega espantosa, y nuestros seiscientos hombres no pudieron hacer otra cosa que vender caras sus vidas!”7
Con la Batalla de Palo Hincado comenzó el principio del fin de la Era de Francia en Santo Domingo. Luego de ese encuentro bélico todo lo demás fueron flequillos derivados de ese significativo hecho de armas en la historia dominicana.
Bibliografía:
1-Proemio de Fray Cipriano de Utrera al Diario de La Reconquista, de Juan Sánchez Ramírez. Editora Montalvo,1957.Pp 8 y 9.
2-Comunicación de Kerverseau. Puerto Rico, 25 de febrero de 1804.
3-Proceso a Ciriaco Ramírez. Conspiración de los italianos. Septiembre de 1810.
4-Obras Completas. Volumen I, tomos I y II. P279. José Gabriel García.
5-Diario de La Reconquista. Juan Sánchez Ramírez. Editora Montalvo, 1957. Pp45 y 46.
6-Oficio del gobernador Toribio Montes al general Juan Sánchez Ramírez. Puerto Rico. 5 de febrero de 1809.
7-Segunda campaña de Santo Domingo del primero de diciembre de 1803 al 15 de julio de 1809.Editorial El Diario, Santiago, 1946.Pp158 y siguientes. Jean-Baptiste Lemonier-Delafosse.