SANTO DOMINGO, el 7 de febrero de 1905, el Gobierno del Presidente Carlos Morales Languasco llegó a un acuerdo financiero con Estados Unidos, en virtud del cual esa nación tomaría el control de las aduanas de República Dominicana para pagar de manera «equitativa» a los acreedores norteamericanos y dominicanos.
No obstante, cuando fue sometido al Senado estadounidense fue rechazado porque a su juicio, el convenio establecía un protectorado sobre la República Dominicana.
En virtud del acuerdo, Estados Unidos al asumir el control de las aduanas se comprometía a hacerse cargo de todas las obligaciones del Gobierno dominicano tanto extranjeras como interiores.
En el convenio se precisó que «mientras no esté completamente pagado el total de la deuda que el Gobierno de Estados Unidos toma a su cargo, no podrá hacerse ninguna reforma arancelaria sino de acuerdo con el Presidente de los Estados Unidos, no pudiendo por lo tanto reducirse los actuales derechos de Aduanas y Puerto sino es con su consentimiento».
Respecto a los derechos de exportación sobre productos nacionales, el acuerdo precisa: «El Gobierno dominicano podrá subirlos o reducirlos; pero no podrá aumentarlos ni aumentar tampoco su deuda pública sin el consentimiento del Presidente de Estados Unidos».
«El Gobierno de Estados Unidos, a solicitud de la República Dominicana, auxiliará a éste en la forma que estime conveniente para restablecer el crédito, conservar orden, aumentar la eficacia de la administración civil y promover el adelanto material y el bienestar de la República».
El acuerdo fue firmado en representación de la República Dominicana por los ministros Juan Francisco Sánchez y Federico Velásquez y por Estados Unidos, el señor C. Dawson.
Al someter el acuerdo al Congreso de los Estados Unidos, el Presidente Roosevelt, lo motivó con el criterio de que «la situación de la República Dominicana, después de algunos años iba de mal en peor, hasta el punto de que hace un año toda la sociedad se encontraba allí bajo el golpe de la disolución».
No obstante, el Presidente Roosevelt sostuvo: «Felizmente en este momento surgió un jefe, quien, de acuerdo a los demás gobernantes, vio los peligros que amenazaban a su país y recurrió a la amistad del único vecino poderoso y grande que dispone de poder y tiene a la vez el deseo y la voluntad de ayudarles».
También sostuvo que el peligro de una intervención extranjera era inminente en la República Dominicana, porque los gobiernos anteriores habían contraído deudas en forma desconsiderada y, debido a los disturbios domésticos, el país no podía encontrar medios de pagarlas.
Además, el Presidente Roosevelt dijo que la paciencia de los acreedores extranjeros estaba agotada.
A pesar la motivación que hizo el Presidente Roosevelt, el Senado de Estados Unidos rechazó el convenio, porque a su juicio establecía un protectorado sobre la República Dominicana y esa no era la intención del pueblo estadounidense.
Sin embargo, el 31 de marzo de 1905, se acordó ponerlo en vigencia como un Modus Vivendi, es decir, una solución temporal al cobro en las aduanas y del pago de la deuda pública de la República Dominicana.