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VOCERÍA DE LOS DIOSES
Historia, remesas y turismo contra el peso (1 de 3)
Entusiasmado por la bonanza Lilís entonces concedió una franquicia a la compañía francesa Credit Mobilier para que creara y operara el Banco Nacional de Santo Domingo a fin de que emitiera moneda nacional. A partir de entonces la moneda sería el franco dominicano, ligado a los estándares de emisión del franco francés.
Por JUAN LLADO 14-12-2020 ACENTO.COM.DO
Nada como la historia para darnos lecciones. Una que califica de trascendental se desprende de la lectura de «Breve Historia Monetaria de la Republica Dominicana», un excelente opúsculo de Frank Moya Pons de factura reciente. En él se comprueba que desde los albores del Estado dominicano los gobiernos y, posteriormente, las autoridades monetarias han abusado de su potestad para emitir billetes y monedas, provocando graves daños a la economía. Esos abusos y nuestra actual dependencia de las remesas y el turismo sugieren, ahora más que nunca, la conveniencia de reemplazar el peso como moneda nacional por del dólar y/o el euro.
Según Moya Pons, las monedas que circulaban en nuestro territorio previo al 1844 eran los pesos fuertes y el peso haitiano. Al proclamarse la independencia «los gobernantes haitianos dejaron en las cajas del Tesoro Público de las ciudades de Santo Domingo y Puerto Plata las sumas de 6,068.64 pesos fuertes (dólares americanos, pesos españoles y pesos mexicanos) y 5,093.77 pesos en moneda haitiana. Esta última fue muy pronto sustituida por moneda fraccionaria y pesos de papel moneda dominicanos.» El gobierno comenzó así a decidir y materializar las emisiones.
Las movilizaciones militares del primer año de independencia también obligaron al gobierno a pedir préstamos a los comerciantes. La crisis económica se agudizó en el segundo año porque la guerra provocó la caída de las exportaciones y, para compensar, el gobierno «realizó emisiones monetarias ascendente a 2.7 millones de pesos. Estas emisiones depreciaron de tal manera la moneda nacional que en diciembre de1847 el doblón español se cotizaba a 210 pesos nacionales. En 1846, el peso dominicano había perdido ya el 90 por ciento de su valor.»
Las emisiones siguieron con la justificación de la guerra contra Haiti. Pero en 1853 el gobierno decidió emitir moneda para comprar moneda fuerte y guardar la reserva en un banco de Saint Thomas, llegando esta hasta 100,000 dólares. Para 1856 ya eran 23 emisiones monetarias, pero ese año mejoró la tasa de cambio por el aumento del valor de las exportaciones. Posteriormente, con fines políticos el presidente Buenaventura Baez logró la aprobación del Senado Consultor para emitir primero 4 millones de pesos y luego 18 millones, lo cual desequilibró el mercado cambiario drásticamente y arruinó a los agricultores.
Eso provocó una insurrección contra Baez y un gobierno paralelo se instaló en Santiago. Durante tres años ambos gobiernos hicieron mayúsculas emisiones monetarias. Al haber adquirido moneda nacional, los cónsules de Francia, Inglaterra y España exigieron una tasa de cambio más favorable, lo que provocó más daños. El gobierno de Baez entonces hizo nuevas emisiones, pero sus papeletas fueron rechazadas por el público. Luego Pedro Santana, alegando una invasión haitiana que nunca llegó, hizo emisiones por un total de 38 millones y decretó una menor tasa de cambio para favorecer a los tenedores de papeletas nacionales. Las dificultades del gobierno español para honrar esa tasa figuran, según Moya Pons, entre las causas de la Guerra de la Restauración.
A su regreso a la presidencia en el 1869 Baez acudió a un préstamo de la compañía británica Hartmont. Este empréstito resultó en un gran desastre porque Baez solo recibió 38,090 libras de un total contratado de 420,000 y el país terminó pagando un total de 757,700 porque la Hartmont había emitido bonos. Al caer Baez en 1883 los gobiernos sucesores optaron por repudiar las emisiones y ajustarse a las fluctuaciones de las exportaciones, recurriendo como alternativa al crédito interno de comerciantes y terratenientes. Estos se organizaron en Juntas de Crédito que prestaban al 2 y 3 porciento mensual y en ocasiones hasta un 10. Las amortizaciones para pagar a la Harmont y a las Juntas llegarían a sumar un 48 porciento de los ingresos fiscales.
En el 1877 y 1882 los gobiernos hicieron nuevas emisiones. La holgura que permitían las exportaciones llevó inclusive a la prohibición de las monedas extranjeras, pero eso no tuvo éxito por lo limitado del circulante nacional. Ya en 1888 el presidente Ulises Heureaux (Lilís) concertó un préstamo con las compañías londinenses Casa Westerndorp y la Cía. de Amsterdam por 770,000 libras esterlinas que usó para saldar la deuda con la Harmont (a un quinto de su valor), pagar deuda interna y comprar equipos militares. A cambio Lilís comprometió el 30% de los ingresos de las aduanas.
Entusiasmado por la bonanza Lilís entonces concedió una franquicia a la compañía francesa Credit Mobilier para que creara y operara el Banco Nacional de Santo Domingo a fin de que emitiera moneda nacional. A partir de entonces la moneda sería el franco dominicano, ligado a los estándares de emisión del franco francés. El Banco extendió un crédito a Lilís y este a su vez contrató un segundo empréstito con la Westerndorp, tomando prestado también a las Juntas de Crédito. Cuando los ingresos aduaneros destinados a la Westerndorp llegaron al 48%, Lilís le rebajó el pago para poder pagar a las Juntas. Eso eventualmente desembocó en la quiebra de la Westerndorp.
Las acreencias de la Westerndorp fueron entonces adquiridas por la Santo Domingo Improvement Co., una empresa de especuladores norteamericanos que incluían al presidente de los EEUU (quien entonces negociaba con Lilís el arrendamiento de Samaná). Esa empresa prestó dinero al gobierno, mientras el Banco se negó a prestarle más (lo cual terminó con el fusilamiento de Eugenio de Marchena, el gerente de la institución, y la retirada de la Credit Inmobilier). La Improvement pasó a administrar al Banco y, eventualmente, también los intereses de Lilís, del Banco y de la Improvement se vieron íntimamente ligados. Pero «llegó un momento en que la Improvement no podía facilitarle más dinero, y los comerciantes estaban cada vez más renuentes a facilitarle fondos.»
La situación dió pié a que Lilís forzara al Banco a acuñar monedas y emitir papel moneda. Las sucesivas emisiones cayeron en descrédito y la población se negó a aceptar las famosas «papeletas de Lilís». Estas representaron el mayor descredito monetario desde los tiempos de Baez. «Ya en 1898 el Gobierno estaba atrapado en una red de acreedores nacionales y extranjeros de la cual le era imposible salir. Por un lado, la Improvement le cobraba diferentes obligaciones provenientes de los muchos acuerdos anteriores. Estas, según la compañía, ascendían a más de 15 millones de dólares. Por otro lado, estaban las exigencias de las varias Juntas de Crédito que seguían haciendo negocios con el Gobierno. Había también un pequeño grupo de comerciantes con los que Hereaux se había asociado y con quienes él se lucraba con los préstamos al Gobierno.»
A pesar de los esfuerzos para conseguir nuevos créditos europeos y de que vendió secretamente a Haiti algunos territorios fronterizos por un millón de pesos (de los cuales solo recibió 400,000 y el resto se lo repartieron los políticos haitianos), el gobierno de Lilís llegó a su fin cuando fue asesinado en julio del 1899. «Con la muerte de Hereaux desapareció el Banco Nacional, pero la Improvement quedó como compañía matriz defendiendo sus intereses.» El nuevo gobierno trató de recuperar las aduanas, pero encontró reclamos de todos los tenedores de bonos, incluyendo la Westerndorp y la Improvement. La deuda total en el 1900 llegaba a 34 millones de dólares mientras los ingresos de aduanas eran de solo 2 millones.
La reseña anterior demuestra que los gobernantes dominicanos del siglo XIX usaron su poder para emitir moneda nacional con fines de su propio provecho, haciendo un grave daño a las finanzas públicas. Hasta cuando Lilis propició la creación del «franco dominicano», una moneda alternativa, la capacidad de emisión se usó con propósitos políticos, devino en un desorden monetario y en una deuda pública que imponía grandes constreñimientos.
j.llado@claro.net.do
2020-12-14 07:22:17