París, 14 feb (PL) La ciudad del amor, es uno de los tantos epítetos que popularizan a París, una urbe que encanta a residentes y visitantes, pues millones de personas emprenden cada año la aventura de conocerla.
Mucho se ha dicho y escrito sobre la capital francesa, atractiva por su historia, infraestructura, gastronomía y por su cultura toda.
Desde la emblemática Torre Eiffel, la Catedral de Notre Dame, el Museo del Louvre hasta el Río Sena, por sólo citar algunos de los nombres más conocidos en el orbe, han sido descrito innumerables veces.
Muchos aseguran que es una ciudad para ver de día y de noche, afirmación incuestionable, pues la belleza de las luces artificiales, meticulosamente combinadas, hacen las delicias de los más reacios a la vida nocturna.
Ciudad Luz, otro de los sobrenombres que la identifica, es atribuida a su fama como centro de las artes y la educación, pero también a su adopción temprana de la iluminación urbana, según especialistas.
Pequeños locales destinados al comercio de variados productos comestibles alegran el ambiente de una metrópoli que, incluso en invierno, ante la pérdida del verdor natural, no deja de cautivar.
Un típico día invernal puede regalar, en unas pocas horas, algo de nieve, lluvia, y un insospechado sol, tristemente incapaz de calentar.
Como es de esperar, con la llegada del verano la vida al aire libre cobra intensidad. Pasar horas en un parque, almorzar en una terraza, disfrutar más los paseos tiene un significado especial durante esos meses del año.
Todo eso y mucho más tiene París, posiblemente una de los lugares de los que más hablan, incluso quienes no lo conocen. Afanarse en definiciones constituiría un craso error. Descubrirla y disfrutarla, tal cual es, un infinito placer.
2015-02-14 22:18:16