Internacional

Congreso de EE.UU.: los pretextos para ampliar el uso de la fuerza

La Habana (PL) La política exterior de la Casa Blanca está bajo un detallado escrutinio del Congreso norteamericano, en particular la estrategia contra el Estado Islámico (EI), destinada a extender la guerra contra los fundamentalistas, sin límites de fronteras.

El Comité de Relaciones Exteriores del Senado examinó el 11 de marzo el proyecto de Autorización para el Uso de la Fuerza Militar (AUMF) -con el fin de combatir al EI en Iraq y Siria- presentado en febrero pasado al Capitolio por el presidente Barack Obama.

Asistieron a la sesión el secretario de Estado, John Kerry, el jefe del Pentágono, Ashton Carter, y altos oficiales de las fuerzas armadas.

Los funcionarios enfrentaron el escepticismo de los senadores de ambos partidos sobre los términos de esa petición, que deberá ser aprobada por ambos hemiciclos del Congreso.

Para los republicanos, la AUMF no tiene todo el alcance que necesita en estos momentos y favorecen un papel más activo de Estados Unidos en el combate a los yihadistas, incluyendo acciones contra el Gobierno sirio, con el fin de proyectar el poderío bélico norteamericano sin restricciones.

Por su parte, algunos demócratas se niegan a avalar un proyecto que no prohíbe de forma explícita el uso de grandes agrupaciones de tropas terrestres en combates de larga duración y envergadura.

Sin embargo, la propuesta de Obama avalaría el uso de Fuerzas de Operaciones Especiales estadounidenses en misiones de rescate de pilotos, espionaje dentro del territorio enemigo, sabotaje, entre otras actividades.

La AUMF está ahora bajo el análisis de los paneles de la Cámara de Representantes y el Senado que atienden el tema, y si el Congreso finalmente la aprueba, tendría validez por tres años, sin limitaciones geográficas para que los militares norteamericanos puedan perseguir a los irregulares.

Según un artículo reciente de la revista estadounidense U.S. News and World Report, la solicitud provocó una batalla de voluntades sobre el uso de la fuerza, que pone a los congresistas ante un dilema difícil,pues el jefe de la Casa Blanca, quiere limitar esa amenaza sin llevar el país a otro conflicto costoso.

A pesar del fin de la guerra en Iraq y la muerte del líder de la organización extremista Al Qaeda, Osama Bin Laden, la turbulencia en el Medio Oriente es un problema complejo para el jefe de la Casa Blanca, quien busca limitar esa amenaza sin llevar el país a otro conflicto costoso, añade la publicación.

Estas discusiones en la opinión pública y el Congreso norteamericano tienen lugar en medio de lo que algunos expertos señalan como un exceso de optimismo de altos oficiales estadounidenses sobre supuestos avances en la lucha contra los yihadistas.

Al respecto, el jefe del Comando Central (Centcom) de Estados Unidos, general Loyd Austin, afirmó el 3 de marzo en el Capitolio que las fuerzas del EI que operan en Iraq y Siria están a punto del colapso y aseguró que para derrotarlas no será necesario el empleo de tropas terrestres norteamericanas.

De esta forma Austin intentó neutralizar las críticas que algunos legisladores demócratas y republicanos reiteran a Obama por la falta de efectividad de las acciones combativas y por su renuencia a permitir el uso de unidades de tierra en acciones contra los irregulares.

El general dijo que el grupo extremista está perdiendo la capacidad para gobernar y mantener bajo control áreas en territorio de Siria e Iraq, después de más de siete meses de golpes de la coalición militar liderada por Washington.

Durante una audiencia en el Comité de Servicios Armados de la Cámara de Representantes, Austin señaló que esas incursiones han destruido centenares de vehículos, tanques y armas pesadas de los yihadistas, a quienes les ocasionaron cerca de tres mil bajas fatales.

Austin, quien tiene a su cargo la dirección de la campaña, hizo las declaraciones durante una audiencia que analizó el proyecto de AUMF contra dicho grupo extremista.

A pesar de estas declaraciones del alto jefe militar, ya el jefe de la Casa Blanca autorizó la permanencia de unos tres mil militares en Iraq en tareas de asesoría y entrenamiento a las fuerzas de seguridad locales, con la condición de que no participen directamente en combate.

Si el Capitolio aprueba la solicitud, el texto tendría validez por tres años y, aunque descarta el empleo de tropas terrestres en combate, autorizaría el uso de fuerzas especiales estadounidenses para operaciones de rescate de pilotos, espionaje dentro del territorio enemigo, sabotaje, entre otras misiones.

Funcionarios de la Casa Blanca han reiterado que Obama rechaza con firmeza cualquier restricción geográfica sobre las zonas en las que los militares norteamericanos pueden perseguir a los irregulares.

En este contexto, el secretario de Defensa estadounidense, Ashton Carter, dijo a principios de marzo que la AUMF debe ser flexible para lograr el éxito de las operaciones.

Durante una audiencia en el Subcomité de Asignaciones de Defensa en la Cámara de Representantes, Carter dijo que él no hubiera incluido un plazo de tres años para llevar a cabo esa campaña, tal y como pidió el presidente Barack Obama en la solicitud que envió al Capitolio el mes pasado.

«No le aseguraría a nadie que esta contienda contra el EI terminará en tres años, ese plazo no se debe a una petición del Pentágono, sino que está a tono con un calendario político, debido a que en 2016 habrá elecciones presidenciales en Estados Unidos», añadió Carter.

Estados Unidos y sus aliados iniciaron el 8 de agosto pasado una campaña aérea contra las agrupaciones del EI en Iraq, y una operación similar a partir del 23 de septiembre en territorio sirio sin la anuencia del Gobierno de Damasco.

Hasta la fecha, la coalición internacional encabezada por Washington ha realizado más de dos mil 740 bombardeos contra objetivos de los yihadistas en ambas naciones del Levante, de los cuales las aeronaves del Pentágono han cumplido poco más de dos mil 200.

Aviones de combate de Francia, Reino Unido, Australia, Bélgica y Holanda participan junto a Estados Unidos en los bombardeos en territorio iraquí, mientras que en los ataques contra Siria cooperan Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Jordania y Bahrein.

Para algunos expertos, existen fuertes indicios de que Estados Unidos prepara una nueva guerra global contra el terrorismo, similar a la que inició el presidente George W. Bush (2001-2009), tras los atentados del 11 de septiembre de 2001, aunque con la impronta de esta Administración demócrata.

Fuentes de los servicios de espionaje estadounidense aseguraron al periódico The New York Times recientemente que la extensión de grupos afiliados al EI aumenta las posibilidades de que Washington inicie lo que algunos expertos señalan como «cruzada» más amplia contra los fundamentalistas en varias regiones del mundo.

Expertos en el tema temen que la legislación que discute el Congreso sirva como marco «legal» para actividades bélicas en otros teatros de operaciones, o en algún país donde Washington considere que existe «una amenaza extraordinaria e inusual a la seguridad nacional y la política exterior de Estados Unidos».

2015-03-19 14:10:10