Internacional

EE.UU. dilata su guerra sin fin en Afganistán

La Habana, 6 de abril, (PL) El presidente afgano, AshrafGhani, dejó Washington con la promesa de que las tropas estadounidenses permanecerán en su país un año más para contener el avance de grupos fundamentalistas, los cuales ponen en jaque la llamada guerra contra el terrorismo.

El mandatario efectuó su primera visita a Estados Unidos entre el 22 y el 25 de marzo, desde que asumió el cargo el año pasado, y fue acompañado por el primer ministro, AbdullahAbdullah, y los principales miembros de su gabinete.

Reportes sobre reclutamientos hacia el autodenominado Estado Islámico (EI), el aumento de la violencia y de la insurgencia a cargo del movimiento político, social y militar del Talibán, fueron los mejores argumentos del gobernante para lograr de su par Barack Obama un cambio significativo en los planes de retirada.

Hace un año, Washington y Kabul acordaron la presencia de unos 10 mil soldados estadounidenses hasta finales de 2015, para entonces disminuir la cifra hasta cinco mil 500, y finalmente dejar una fuerza mínima a finales de 2016, antes de que Obama deje la Casa Blanca.

Sin embargo, la administración demócrata volvió sobre sus pasos y confirmó que mantendrá en Afganistán a los nueve mil 800 soldados, al menos hasta fines del año próximo.

Afganistán sigue siendo un lugar muy peligroso, argumentó Obama al referirse a los atentados suicidas contra civiles que padece el pueblo de la convulsa nación asiática.

Sostuvo que la demora en la retirada de las tropas obedece a la petición hecha por Ghani, si bien remarcó que la fecha de la retirada total «no cambiará».

Durante el periplo, Ghani conversó con el secretario de Estado norteamericano, John Kerry, quien aseguró que la administración demócrata facilitará unos 800 millones de dólares para una «alianza de desarrollo», enfocada en «incentivar y medir las actividades de reforma y desarrollo lideradas por los afganos».

Por su parte, el jefe del departamento de Defensa, Ashton Carter, prometió que pedirá fondos al Congreso «para sostener a los 352 mil integrantes de las fuerzas de seguridad afganas al menos hasta 2017».

A la vuelta de 13 años, desde la invasión ordenada por el entonces presidente George W. Bush (2001-2009), el pueblo afgano ha contabilizado cientos de miles de muertos y heridos civiles, víctimas de la autoproclamada guerra global contra el terrorismo liderada por Washington.

De igual forma, unos dos mil 350 uniformados estadounidenses han perdido la vida durante la considerada como contienda más larga de la historia del país.

Afganistán registró un récord de víctimas civiles en 2014, con tres mil 699 muertos y seis mil 849 heridos, lo que supuso un incremento con respecto a 2013 de 25 y 21 por ciento, respectivamente.

En su informe anual sobre Protección de Civiles en Conflictos Armados presentado en febrero en Kabul, la misión de Naciones Unidas en Afganistán (UNAMA) indicó que el conflicto que vive el país se recrudeció especialmente para los niños, con 714 muertos y mil 760 heridos menores de edad, un incremento del 40 por ciento.

«El aumento de los combates entre las partes en conflicto y más ataques con artefactos explosivos camuflados se han cobrado un alto precio en los civiles afganos, declaró el representante especial para Afganistán del secretario general de la ONU y jefe de la UNAMA, Nicholas Haysom, durante la presentación del informe.

«El mayor número de muertos y heridos civiles en 2014 es testimonio del fracaso de proteger a los afganos», añadió, mientras que apeló a todas las partes en conflicto a asumir su responsabilidad y tomar medidas para evitar esa situación en 2015.

IRSE O NO DE AFGANISTÁN, ¿ESA ES LA CUESTIûN?

Durante semanas previas a la visita del jefe de Estado afgano, los republicanos en el Congreso y funcionarios estadounidenses argumentaron que una salida de las tropas pondría en peligro los «logros» de los últimos 13 años, tras el reciente aumento de la amenaza del EI y la insurgencia talibán.

Círculos de poder estadounidenses presionaron para cambiar la estrategia previa y dilatar el proceso de reducción de tropas, pese al evidente empantanamiento de Washington en el conflicto.

En contraposición, un editorial del diario The New York Times comentó el 9 de marzo que la prolongación de la presencia militar estadounidense más allá de lo previsto sería un error, porque dilataría el comienzo de una nueva era en ese país.

Existen muy pocas evidencias de que esa extensión, o incluso la estancia indefinida de las tropas en la nación asiática, puedan significar la derrota de los grupos insurgentes y la garantía de que el Gobierno afgano funcione como debe hacerlo, opinó el rotativo.

Según el Times, no resulta sorprendente que funcionarios norteamericanos, acostumbrados a sostener guerras largas y costosas, ahora argumenten la necesidad de otorgar a esta campaña bélica un poco más de dinero y tiempo.

Analistas advierten que pese a sus manifiestas intenciones, Washington se resiste a abandonar el Estado asiático, tomando en cuenta su ubicación estratégica; en la retaguardia de antiguas repúblicas soviéticas y fronteras con China y Paquistán.

Para invadir y ocupar Afganistán, la Organización de Naciones Unidas (ONU) emitió una resolución que ofrecía patente de corso a una coalición de unos 50 países aglutinados en la Fuerza Internacional de Asistencia para la Seguridad, con el objetivo de sacar del poder al régimen del Talibán.

Sin embargo, al concretarse en 2001 la derrota y posterior apartamiento de ese Gobierno, en 2003, la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) de conjunto con el Pentágono se encargaron de consolidar la ocupación bajo el pretexto de querer evitar a toda costa el fortalecimiento de la red terrorista Al Qaeda.

Hasta la fecha, los más de 100 mil soldados de la Fuerza Internacional de Asistencia para la Seguridad (ISAF), dentro de los cuales se llegaron a contar unos 60 mil estadounidenses, han sido incapaces de estabilizar ni hacer segura la nación.

ABUSOS, CRÍMENES Y DROGAS

De 2001 a la fecha, los soldados norteamericanos cometieron numerosos actos delictivos o crímenes de lesa humanidad en el país asiático.

Destaca el protagonizado por el sargento Robert Bales, quien mató a 16 civiles, incluidos nueve niños, durante incursiones en aldeas afganas, hecho mencionado en los medios de comunicación como la masacre de Kandahar.

Asimismo, el país centroasiático se encuentra azotado por enfrentamientos, ataques terroristas y auge de los cultivos de amapola para producir opio, problemas que escalaron con la invasión y posterior ocupación extranjera.

Persisten denuncias de gobiernos como el de Irán, uno de los más afectados por el consumo de opiáceos, donde se advierte que la producción afgana de este estupefaciente ascendió de dos mil toneladas en 2001, a las casi ocho mil actuales.

En ello coinciden altos funcionarios de Naciones Unidas que en diciembre último advirtieron durante una sesión del Consejo de Seguridad que Afganistán sufre el impacto de la violencia y las drogas, fenómenos que complican sobremanera cualquier esfuerzo de estabilización.

Por su parte, el director ejecutivo de la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (Unodc), YuryFedotov, alertó que la economía ilícita del opio sacude al país, con sus tentáculos del crimen, la corrupción y el lavado de activos.

De acuerdo con Fedotov, ese escenario pone además en peligro a la región y más allá.

Un informe de Unodc publicado en noviembre reportó que los cultivos de la adormidera alcanzaron la cifra récord de 224 mil hectáreas, con la capacidad de producir mucho más opio, del que se obtienen derivados como la morfina y la heroína.

Afganistán elabora el 90 por ciento de esa sustancia a escala mundial.

Durante su estancia en Kabul, el diplomático abordó con altas autoridades «el desastroso efecto» de los estupefacientes, los cuales han convertido a cerca de un millón de personas en drogodependientes.

Según Fedotov, Afganistán sufre una de las más altas tasas de abuso de opiáceos en el planeta, un fenómeno relacionado con la diseminación del VIH/sida y la hepatitis, a partir de la inyección de drogas con agujas contaminadas.

2015-04-06 14:14:08