Bangui, 1 dic (PL) Mensajes de paz y reconciliación centraron la visita que el papa Francisco cumplió del 25 al 30 de noviembre por tres países de África, donde la concordia suplica oculta y la violencia fulgura hoy a pleno día.
«Recuerdo muchos momentos, pero sobre todo la multitud…», dijo el Santo Padre a la prensa que lo acompañó durante su vuelo de regreso a Roma tras recorrer Kenya, Uganda y la República Centroafricana (RCA).
Estimó que los africanos se sintieron visitados. «Tienen un sentido de acogida muy grande, y yo lo vi en las tres naciones».
Después, indicó, cada país tiene su identidad: «Kenya es un poco más moderno y desarrollado. Uganda tiene la identidad de sus mártires: el pueblo ugandés, tanto los católicos como los anglicanos, venera a los mártires».
En el caso de la RCA, apuntó Francisco, «tiene ganas de paz, reconciliación, perdón. Ellos han vivido hasta hace cuatro años, entre católicos, protestantes, musulmanes, como hermanos».
Recordó que el domingo vio «a los evangélicos que trabajan tan bien y después vinieron a misa. Hoy fui (lunes) a la mezquita, recé, el imán se subió al papamóvil para dar una vueltecita entre los prófugos».
Detalló que en el país centroafricano «hay un pequeño grupo muy violento, creo cristiano, -o que se dice cristiano-, pero no es el EI (Estado Islámico), es otra cosa. Ahora se van a hacer las elecciones, han elegido a una presidenta de transición (Catherine Samba-Panza), esta mujer como presidenta, y buscan la paz: nada de odio».
Para el Santo Padre, África es víctima y siempre ha sido explotada por otras potencias. Los esclavos de este continente eran vendidos en América.
Hay potencias que solo buscan adueñarse de las grandes riquezas de África, acaso el continente más rico, pero no piensan en ayudar a que crezcan los países, a que todos puedan trabajar. «África es mártir de la explotación», refirió el Vicario de Cristo.
Durante un sermón en Kenya exhortó a los ciudadanos a la tolerancia y atención a los pobres, y con sus palabras trascendió líneas de quiebras religiosas, y habló acerca de los palestinos, los débiles y los oprimidos, defendiendo de esa manera la justicia social.
Incitó además a respaldar a las familias y recibir con beneplácito a los niños como una bendición. Pidió a los kenianos que resistan las prácticas que fomentan la arrogancia en los hombres, lastiman o degradan a las mujeres y amenazan la vida de los inocentes no nacidos.
Al tener en Nairobi contacto con otros líderes devotos llamó a promover el diálogo interreligioso y ecuménico como parte del mensaje de cohesión y unidad que predicó a lo largo de su viaje por África.
Francisco aseguró que la violencia, los conflictos y el terrorismo se alimentan del miedo, la desconfianza y desesperación, y nacen de la pobreza y la frustración.
Consideró que Kenya fue bendecida no solo con una inmensa belleza, en sus montañas, en sus ríos y lagos, en sus bosques, sabanas y semidesiertos, sino también con abundancia de recursos naturales.
Anticipándose a los temas que se abordan en París durante la XXI Conferencia de la ONU sobre Cambio Climático, opinó que la grave crisis ambiental que afronta el planeta exige cada vez más una mayor sensibilidad por la relación entre los seres humanos y la naturaleza.
Tras llegar a Bangui, el Papa pidió a los padres ser los primeros maestros de sus hijos, al presidir una misa en recuerdo de los 25 ugandeses católicos y anglicanos asesinados entre 1885 y 1887.
Puso de ejemplo a las víctimas y señaló que el testimonio de estas «muestra, a todos los que han conocido su historia, entonces y hoy, que los placeres mundanos y el poder terreno no dan alegría ni paz duradera».
Convocó a la iglesia ugandesa, especialmente mediante las comunidades parroquiales, a que asista a las parejas jóvenes en su preparación al matrimonio, aliente a los esposos a vivir el vínculo conyugal en el amor y la fidelidad, y ayude a los padres en su tarea de ser los primeros maestros de la fe de sus hijos.
En realidad, subrayó el Pastor Universal, «solamente hace falta abrir los ojos a las necesidades que encontramos en nuestras casas y en nuestras comunidades locales para darnos cuenta de las numerosas oportunidades que allí nos esperan».
Recalcó que África es el continente de la esperanza y ponderó el trato excepcional que reciben más de medio millón de refugiados en Uganda.
Ponderó la preocupación del gobierno ugandés por acoger a desplazados «para que puedan reconstruir sus vidas con seguridad y con el sentido de la dignidad que proporciona ganarse el sustento mediante un trabajo honrado».
En la RCA, donde los enfrentamientos entre cristianos y musulmanes provocaron la muerte de miles de personas y la huida de cerca de un millón a naciones vecinas, Francisco pidió un diálogo para la reconciliación.
«Cristianos y musulmanes son hermanos y hermanas», apuntó el Pontífice. «Quienes claman que creen en Dios, también deben ser hombres y mujeres de paz», reafirmó.
Replicó el mensaje central de su periplo continental: «Dialogar con el que es diferente».
Instó a «mirar sobre todo al futuro» y a decidirse con determinación a abrir una nueva etapa en la historia cristiana.
También nosotros, dijo el Pastor Universal, tenemos que estar llenos de esperanza y de entusiasmo ante el futuro porque «la otra orilla está al alcance de la mano y Jesús atraviesa el río con nosotros».
Este lunes, en el avión de regreso a Roma tras cinco días de recorrido por el continente, el Papa comentó: «Esos que dicen que de África vienen todas las calamidades y todas las guerras no conocen bien el daño que hacen a la humanidad ciertas formas de desarrollo. Y por eso yo amo a África, porque ha sido víctima de otras potencias».
2015-12-01 13:43:16