París, Francia 8 diciembre (Gerrado Henty).- Este viernes debe cerrarse el acuerdo que ponga límites al cambio climático. Pero la segunda semana de negociaciones de la cumbre de París sobre cambio climático (COP 21) comenzó este lunes con pocos avances como era de esperar.
A pesar de que el nuevo texto borrador propuesto el fin de semana pasado presenta menos páginas, contiene más corchetes y los temas de mayor divergencia permanecen incambiados.
Como ha sucedido en otras COPs, el presidente de la cumbre -el ministro de Exteriores francés, Laurent Fabius- ha creado un grupo especial para la negociación denominado, en este caso, «Comité de París» que aborda los temas más complicados en cuatro subgrupos.
El primero es sobre «Implementación» y aborda los asuntos relacionados con el financiamiento, la transferencia de tecnología y el fomento de capacidades. El segundo grupo trata sobre la «diferenciación» tema central, pues de este debate depende el nivel de compromiso que podrían asumir algunos países en desarrollo. El tercero se ocupa de la «ambición» y verá los objetivos a largo plazo ?en particular si la meta es mantener el aumento de la temperatura por debajo de 2oC o 1,5oC- y la revisión de los compromisos de reducción de gases de efecto invernadero. El último de los grupos negociará las acciones que se deben tomar antes de 2020.
Paralelamente se mantienen facilitadores de Consultas Informales, en otros temas que tampoco son fáciles como Bosques, Adaptación y Mercado de Carbono, entre otros.
Al inaugurar esta segunda semana de negociaciones el presidente de la COP 21 Laurient Fabius recordó a los delegados reunidos: «Hace una semana los dirigentes de 150 países se comprometieron a hacerlo todo para llegar a un acuerdo mundial sólido, necesario para superar el desafío». Y agregó: «Esta semana tendréis la oportunidad de contribuir a eliminar la pobreza, a desarrollar las energías limpias, y a crear empleo, abrir perspectivas y hacer renacer la esperanza para el mañana».
Las palabras de Fabius suenan alentadoras. Pero el dilema al que se enfrentan los negociadores es cómo eliminar la pobreza y crear empleo a la vez que reducen las emisiones que provienen del crecimiento económico y el aumento de la producción y el consumo que ello conlleva. Las contribuciones nacionales presentadas a la COP (INDC por sus siglas en inglés) muestran lo que los países están dispuestos a reducir en un escenario posible dentro de sus planes de desarrollo y crecimiento. Pero este escenario nos lleva a un aumento de la temperatura por encima de los 3oC por lo que parece difícil conciliar las expresiones del presidente.
Temas difíciles
Los temas principales de la negociación se mantienen en la misma incertidumbre que al inicio. A saber:
-El carácter vinculante o no del acuerdo. Es decir, si los compromisos asumidos alcanzarán un estatus de tratado internacional con obligaciones de cumplimiento para todos los países, si será vinculante solo en algunos aspectos o si no representará ninguna obligación en absoluto.
-El objetivo de temperatura. La meta de Copenhague (2009) de limitar la temperatura a 2oC es insuficiente y desde entonces se mantiene la necesidad de su reducción a 1,5oC. Este cambio en el objetivo implicaría duplicar los esfuerzos actuales presentados en las INDCs y parece difícil su modificación.
-Las metas intermedias para alcanzar el objetivo de cero emisiones entre 2060 y 2080 propuesto en el borrador y el año de base que debe considerarse para comparar la reducción de emisiones. Estos datos son claves para diseñar la trayectoria de la reducción, el momento de alcanzar el «pico» de las emisiones y sobre todo los costos que demanda la transformación.
-El concepto de «diferenciación», el cual sobrevuela a lo largo del texto y que podría implicar compromisos de reducción de emisiones y de aportes financieros para algunos países en desarrollo.
Como puede apreciarse todos los temas están relacionados entre sí y aunque el presidente Fabius haga los mayores esfuerzos en establecer grupos de trabajo y discusión en paralelo, finalmente todo deberá converger en una negociación única. Esto ha pasado en todas la COPs y como suele afirmarse «nada está acordado hasta que todo esté acordado». Es decir, no podrán evaluarse los avances de la COP hasta que aparezca el último proyecto de decisión sin corchetes sobre la mesa.
Por lo tanto lo único que puede afirmarse a esta altura de la marcha COP es que todo ocurre dentro de la normal y esperable ineficiencia aparente con la que suelen ocurrir estas negociaciones. Solo al final podremos discernir si las apariencias nos han engañado y existía un entramado de fondo más o menos oculto para la mayoría de nosotros ?y que avanza más rápido que lo que se ve en la superficie- o si lo que se ve es todo lo que verdaderamente hay.
En este caso y como era previsible el acuerdo será bastante inútil. Aunque mantendrá la promesa de ser revisado dentro de cinco años con la esperanza de, esa vez sí, ser todo lo ambicioso que viene prometiendo desde hace 20 años.
– Gerardo Honty es analista de CLAES (Centro Latino Americano de Ecología Social)
2015-12-08 11:45:31