Descubrir los valores en Nuestras Familias
Universidad APEC. Graduación Extraordinaria 2017
Conferencia pronunciada por S.Exc. Mons. Jude Thaddeus OKOLO, Nuncio Apostólico, el sábado 6 de mayo de 2017, con motivo de la Graduación Extraordinaria 2017
– Ill.mo Rector Magnífico de la Universidad APEC
– Distinguidos Vice-Rectores y Decanos,
– Claustro de Profesores,
– Queridos Graduandos y Graduandas,
– Padres, amigos y miembros de las familias de los graduandos,
– Distinguidos Invitados.
¡Cordiales saludos a todos ustedes!
¡Felicidades a los graduandos!
Introducción
Las palabras que voy a compartir con ustedes se tomarán, considerando de que cada persona aquí presente pertenece a una familia. Cada uno tiene un padre y una madre.
Por eso, voy a concentrar en general sobre nuestras experiencias de valores en la familia, y más precisamente, la búsqueda de los valores en nuestros hogares. Y sabemos que cada experiencia es única porque cada familia es diferente. Pero, en cada familia, hay algo de bueno. Hay un punto de salida para la búsqueda de otros valores.
Es mi intención de explorar la familia como el sitio original donde nacen los valores y donde empezamos a aprender los rudimentos de vivir.
Juntos, de nuevo, descubrimos nuestros hogares como el sitio privilegiado para vivir los valores, y especialmente como el espacio único que la naturaleza nos ha ofrecido donde se comparten, se consolidan y fortalecen los valores.
En efecto, estamos todos convencidos de que la familia es el lugar ideal, es el sitio exclusivo y preeminente para forjar los valores, y de esta manera, alcanzar un modo de vida más humano, más digno, más agradable. Esto no quiere decir que no hay otros sitios también ideales. La verdad es que la familia es el fundamento. Claro que, lo que perdemos en la familia lo podemos recuperar en otros sitios, y de otras personas.
Mi intervención de hoy quiere ser simplemente una pequeña contribución a la intensa campaña que UNAPEC está conduciendo sobre los valores. Es reiterar a mi manera, lo que ustedes ya lo saben. Mi tarea es decirles a ustedes que la familia es el lugar por excelencia para descubrir y vivir en valores.
Considerando que muchos de ustedes están esperando que se termine esta graduación para iniciar sus nuevas familias, el contenido de esta conferencia es oportuna.
Nadie elige de nacer. Nadie elige donde nacer. Nadie elige como nacer. Y más: nadie elige su propia familia. Nadie elige su padre y su madre. Los descubrimos al nacer. Ya, esta es la primera sorpresa de vida. Nuestro éxito en la vida depende de cómo manejamos esta sorpresa.
La familia es el núcleo fundamental y primordial de la vida humana. Es la primera y más importante institución social. No existe otra comunidad interhumana tan unitaria, tan profunda y universal como la familia. De eso salen dos verdades: que la familia es el fundamento y la base de todos los valores; y que la familia es el lugar donde nacen y se desarrollan las primeras semillas de valores.
El desarrollo de la sociedad empieza con la adecuada atención a la estructura de la familia. Solo a través de la familia se puede fomentar un desarrollo social y espiritual del ser humano: ¿Cómo? Curando con cuidado sus necesidades, dando la oportuna orientación, formándola y dedicándose a ella.
La familia, esta íntima comunión de vida y amor entre las parejas y sus hijos, confiada a nosotros y provista de leyes propias, se inicia normalmente con una alianza entre las parejas, y que es distinta en su forma, según las culturas, según la historia.
Por eso, en general, la familia se inicia con la alianza matrimonial, y que ha sido dotado de varios bienes, que llamamos valores, con la finalidad de ser de sumo provecho para la continuación del género humano y para el bien cada uno de los miembros.
Empezamos con el valor del pacto, o alianza matrimonial. Es un acto entre dos personas que se quieren, lo cuales deciden iniciar de manera estable y permanente su unión y amor, con la posibilidad y apertura a otras vidas. La complementariedad cimienta la unión, y llama a la mutua consideración y respeto, llama a la confianza y la honradez, a la responsabilidad y solidaridad. Los romanos decían: pacta servanda. Es obligatorio respetar el pacto. Cuando el pacto no se respeta, la familia se desintegra.
El valor de esta unión se encuentra en su garantía de la continuidad, de la estabilidad, de lo permanente, de la perpetuidad. El valor de la permanencia y la estabilidad en la unión de las parejas establece, determina, orienta, consolida, libera y protege el amor. La estabilidad no empobrece, no aprisiona, no encierra el amor conyugal. Al contrario, consolida la familia, la libera y la protege; llama el amor a la donación total, incondicional y permanente. Consolida los valores en los hijos.
La donación total en la familia conduce a la exigencia de la fidelidad. La fidelidad garantiza la responsabilidad, la autenticidad, la transparencia; libera del temor de traicionar y ser traicionado. La fidelidad ofrece la alegría de la serenidad y paz.
La estabilidad de esta unión es uno de los fundamentos de los otros valores de la familia. Tengo que decir que la ausencia de esta estabilidad no prejuzga los otros valores. Pero, los pone en peligro. Y el peligro se puede colmar en distintas maneras. Ahí, el poder de la voluntad humana.
La falta de estabilidad, la presencia de la turbulencia familiar, o para usar palabras más fuertes, la disgregación de una familia, no implica la inexistencia de la familia. Quiere decir que la familia se encuentra simplemente en turbulencia, con la potencialidad de agregarse de nuevo, considerando las circunstancias sociales.
Hablando de la presencia física de los miembros de la familia y la estabilidad, es necesario afirmar que el valor de la familia se fundamenta principalmente en la presencia física, mental y espiritual de las personas en el hogar, con toda disponibilidad a la comunicación, al diálogo y a la convivencia, con la voluntad de relacionarse mutuamente, haciendo un esfuerzo por cultivar los valores en la persona misma, y así estar en condiciones de transmitirlos y enseñarlos.
La familia dinámica exige la presencia de los padres, y sobre todo del varón. Su ausencia extensa y larga, hiere la harmonía y el dinamismo del hogar.
Los desafíos de la familia y en la familia son muchos: escasos recursos económicos de los padres, conflictos entre los padres, esfuerzo para mantener el equilibrio, conflicto de generaciones, nueva cultura y nueva tecnología, insubordinación de los hijos, falta de comprensión y de paciencia, enfermedad, problemas sociales, separación de la casa. De otro lado, son estos retos, enfrentados con equilibrio, que fortalecen la vida en familia.
Son varias las dolencias que amenazan la solidez de la institución familiar. Se deben mencionar entre otras, el aumento de los divorcios, el feminicidio, la falta de trabajo y de salarios dignos, la delincuencia, la falta de oportunidades para que los niños y las niñas puedan tener una preparación intelectual que les capacite para ser buenos ciudadanos.
¿Cuáles son los valores en la familia?
Hablando de los valores, nosotros nos referimos a los ideales de vida que proveen a las personas a crecer en su dignidad; los valores son todas aquellas actitudes humanas que distinguen un buen comportamiento, una correcta conducta, y que son señales de buena educación, de diligente formación y atenta disciplina.
De esta manera, podemos decir que algunos de los tantos valores que se encuentran al interno de la familia son: la fe y la capacidad de creer (para los creyentes), el amor reciproco, la confianza, el respeto, el agradecimiento, la responsabilidad, la honradez, la honestidad y sinceridad, la lealtad, la capacidad de perdonar, la solidaridad, la amistad, la bondad, la dignidad, la generosidad, la humildad, la justicia, la laboriosidad, la libertad, la paz, la perseverancia, la prudencia, la tolerancia.
Es suficiente mencionarlos, por cuestión del límite de tiempo.
Ustedes me permiten de comentar brevemente tres valores y concluimos: la confianza, la comunicación, y el respeto de la dignidad de la persona.
La confianza
La familia es el lugar donde se conocen, donde se aceptan mutuamente, donde se aman. Es el lugar más excelente de la palabra dada, la palabra de honor, la fidelidad a sus propios compromisos. Al momento de constituir la familia, las parejas, movidas por su amor reciproco, comparten la palabra de honor. Les une una alianza silenciosa o escrita. En todas las culturas, se exigen la palabra de honor, el compromiso ? que se convierte en sinceridad, honestidad, confianza. Por eso, tanto la íntima unión, que es la donación mutua de dos personas, como el bien de los hijos, exigen la fidelidad plena de los cónyuges. Lo que crea la serenidad y tranquilidad en la familia es la confianza mutua.
Dialogo y Comunicación
La comunicación, el flujo de pensamiento e intentos, fortalece la confianza. La confianza no puede crecer sin comunicación y dialogo. La comunicación oportuna, apropiada y precisa es una virtud, es un arte, es una ciencia, es fruto de sabiduría. La ausencia de comunicación sin duda llevaría a la infelicidad, al malentendido y a la turbulencia familiar. Los pequeños conflictos pueden convertirse en los más grandes y cuando finalmente llegan a la superficie, es poco probable que se resuelvan con serenidad y tranquilidad.
Además de las señales notificadas, más allá de las palabras habladas, se puede decir que la comunicación se extiende también a la manera de ser: se refiere al contenido, al tono de comunicación, a la amplitud de la audiencia, a la manera de expresión, al temperamento de los que escuchan, al contacto visual, al lenguaje corporal y también a la eficacidad de la misma palabra pronunciada.
Sabemos todos que, en un ambiente de comunicación, de buena voluntad, de alegría, toda fatiga y esfuerzo se aligeran. Los desafíos se resuelvan más fácilmente.
Algunos piensan que la comunicación es uno de los valores más nobles y más importantes que las familias tienen que desarrollar porque influye y determina cualquier otro valor. Determina el amor; influye el dinamismo de la confianza; asegura la honradez.
En la familia, cuando los miembros sienten que pueden hablar abiertamente sobre cualquier cosa ? esperanzas, sueños, miedos, aciertos y fracasos ? todo sin juicio, es alentador y fortalece el vínculo familiar.
La dignidad de la persona; su personalidad; autoridad y ternura
Estamos convencidos que todos los seres humanos somos personas con algo de dignidad. Es posible que somos diferentes, con distintas capacidades y características: algunos más fuertes y otros más débiles, algunos más guapos que otros, más altos y más bajos, más rápidos y más lentos, de piel más clara o más oscura, más o menos inteligentes, con unas u otras ideas, sanos o enfermos, pero todos somos personas. Todos por igual. Cada uno tiene su dignidad de persona. Todos tenemos unos derechos, como son los derechos a la vida, a la libertad y a la igualdad. Y esto exige el respeto.
De allí, se entiende lo que significa: «dignidad».
Se dice que alguien es digno cuando es apreciable, cuando está lleno de valores positivos. Estos pueden faltar, pero, no le saca completamente su dignidad de persona.
Si hablamos de dignidad humana, estamos subrayando la obligación de respetar a las personas, de reconocer que los demás también tienen un valor que podemos y debemos apreciar.
Para que la familia pueda alcanzar su misión es necesaria una comunión personal, una comunión de vida de los esposos que se refleje en una cooperación diligente de los padres en la formación y educación de los hijos. La presencia y autoridad activa del padre contribuye muchísimo a la formación de los hijos, pero también el cuidado y la ternura de la madre.
Lo que crea el miedo en los niños no es tanto la exigencia de los padres si no la manera de comunicar esta exigencia: tiene que ser exigencia firme, pero tierna y dulce.
«¡Honra a tu Padre y a tu madre!», dice la Biblia. Efectivamente, el amor crea honor, asegura la estima recíproca, y motiva la solicitud premurosa. El amor establece la confianza y el respeto tanto en la relación de los hijos hacia los padres, como en la de los padres hacia los hijos, y sobre todo en la relación recíproca entre los cónyuges.
Conclusión
Ha sido una breve conferencia. Rapida. Pero, es suficiente para los sabios como ustedes. Es suficiente para creare una conciencia pertinente a las expectativas en estos graduandos. Nos damos cuenta que formar y llevar una familia por un camino de los valores no es una tarea sencilla sobre todo en esta sociedad post moderna. Los casos de padres ausentes, madres solteras, niños huérfanos, la discapacidad, la falta de recursos financieros, la pérdida de empleo, las falta de empleo que corresponde a los estudios cumplidos, el creciente empobrecimiento en todos los niveles, la desintegración familiar, la desorientación de los jóvenes que no encuentran un espacio en la familia. Todo esto, y mucho más, son factores que militan contra la consolidación de los valores.
No es fácil. Es oportuno darle a la familia su primordial lugar de ser donde se enseñan y aprenden los principios y valores. De este modo la familia se convierte en aquel ambiente educativo que es esencial y absolutamente insustituible: el primero y fundamental y más consistente ambiente humano.
Se puede decir que en la familia también se auto-educa, a menudo inadvertidamente: una autoformación, autodisciplina, autoconciencia, auto-orientación, porque una sana comunidad familiar admite de por sí el desarrollo normal, cordial y hermoso de toda persona que la compone. Cada uno contribuye al bien de todos.
La familia es lugar de madurez y de búsqueda de vocación de vida. Es necesario que los padres se amen y que los hijos sepan que se quieren. Experimentar que los padres se quieren es la base para crear el clima de confianza, seguridad y convivencia, y que son los ideales necesarios para crecer.
Es importante, además, que los padres sepan que, sólo ellos pueden ser modelo de identificación para los hijos en cuanto que tienen una función insustituible, que los padres ejercen en la medida en que los hijos perciben ? a través de ellos y de su bondad, respeto y amor y ternura.
El deseo de los Responsables de la Universidad APEC es que ustedes los graduandos, saliendo de esta institución, se sienten ejemplares y modelos de los valores que encontramos en la familia, y deseamos que sus familias sean lugares excelentes para consolidar los mismos valores. Así sea.
¡Muchas gracias!
2017-05-06 21:14:24