Por Daniel Martínez Rodríguez (*)
La Habana (PL) 24 de marzo, – Los puños más valiosos del boxeo centroamericano y del Caribe probaron su pólvora y metralla entre el 10 y el 18 de marzo del actual año en Tijuana, y Cuba dejó firme su impronta.
La ciudad mexicana, de reconocido prestigio pugilístico, con algunos campeones mundiales en el pugilismo mundial y con más de 125 años de historia, fue sede del torneo regional, que otorgó más de un centenar de plazas para los Juegos Centroamericanos y del Caribe de Barranquilla, Colombia.
Como era de esperar, Cuba y los anfitriones presumieron de linaje y dinamita, pues acuñaron la mayoría de los boletos puestos en disputas.
Colombia, República Dominicana y algunas individualidades de otras naciones también coleccionaron un número importante de inscripciones a base de tesón y acierto.
Otra vez y fiel a la historia de esas competiciones, la mayor recompensa fue para los boxeadores de la mayor Isla del Caribe. Sus puños gobernaron las acciones en ocho de las 10 divisiones, escudados en su mayor arsenal técnico y su vital experiencia, acuñada con varias coronas olímpicas y mundiales.
No fueron necesarios adornos personales para acunar la victoria. Ocho boletos de 10 posibles ratificaron que a base de piernas frescas y ágiles puños se fulminaron la mayoría de los instintos rivales, gallardos y talentosos pero insuficientes para anudar las acreditadas señas de identidad del boxeo cubano.
Solo se le resistieron a los de la antilla mayor los boletos en 49 y 52 kilógramos. En la primera división Joahnys Argilagos, titular del orbe y tercero en los Olímpicos de Río-2016, abandonó la delegación, mientras que en la segunda, una indisposición privó al campeón mundial Yosbany Veitía de asegurar su pasaporte.
Cuba arribó a la justa con una importante ventaja. Sus hombres incursionan en la VIII Serie Mundial, justa que le permite además de topar a un buen nivel en la mayoría de las ocasiones, brindarle oportunidades a un grupo de atletas sobre los que recaerá en el futuro la responsabilidad de mantener los triunfos logrados.
En general se apreció calidad y deseos de superación. Las aptitudes no fueron solo gesto de las naciones de mayor prestigio. Otras con menores raciones de calidad se sumaron, ratificando que el pugilismo latinoamericano también amplia su diapasón de protagonismo.
A nivel individual un combate acaparó especial interés, el que protagonizaron el cubano Erislandy Savón y el colombiano Julio Deivis en los 91 kilógramos. El atractivo se sustentaba en que el sudamericano había derrotado al caribeño en la Serie Mundial del pasado año.
En la final, la capacidad de Savón, que lo derrotó antes en los Juegos continentales de Toronto-2015, fue muro insalvable para Deivis, atleta de reconocida experiencia y con argumentos para pelear por medallas en Barranquilla.
El resto de la velada final transcurrió sin contratiempos para Robeisy Ramírez, Roniel Iglesias, Arlen López, Julio César La Cruz, Andy Cruz, Lázaro Álvarez y José Ángel Larduet, todos muy superiores a sus rivales de ocasión.
Es justo aclarar que la puesta en disputa de 108 cupos para Barranquilla-2018, garantizó que los atletas que ganaran al menos un combate clasificaron al certamen regional, previsto del 19 de julio al 3 de agosto.
Sin embargo, ello se tradujo en que asistieran las principales figuras de todas las naciones interesadas. Hecho que sirvió para que todos los colectivos técnicos tomaran importantes y necesarias notas con vistas al futuro.
Venezuela, que tuvo en el boxeo uno de sus deportes más exitosos en el pasado ciclo olímpico, no pudo participar en el torneo. Su ausencia resintió la competencia y abrió un signo de interrogación sobre su incursión en la cita centrocaribeña.
En los Juegos Centroamericanos y del Caribe de Veracruz-2014, Cuba capturó el mayor botín, mientras que dominicanos, colombianos y puertorriqueños se agenciaron las restantes y escasas gotas de gloria.
Luego de las experiencias que dejó la batalla en suelo tijuanense, la porfía que se avecina en Colombia augura felices huellas para la formación cubana, que esta vez tendrá la mayor oposición por parte de los anfitriones y los mexicanos.
Ello sin descuidar la raza de República Dominicana y Puerto Rico, países de reconocido prestigio y que en algunas divisiones logran desafiar el discurso competitivo de los favoritos.
Poco más de tres meses nos separan del comienzo de los Juegos Centrocaribeños que organizará Barranquilla. Tiempo queda para pulir estrategias y afilar intenciones. A partir del 19 de julio en el ring se aclararán dudas y se decidirá quién es el más potente.
Antes del campanazo inicial, los pronósticos susurran el nombre de Cuba para plantar bandera en la cima.
Ese vaticinio no se cobija solo en el estado actual de sus puños, sino en una dinastía que comenzó a moldearse en 1962, cuando en Kingston, Jamaica, cuatro de sus hombres subieron a lo más alto del podio.
2018-03-24 15:03:53