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Colombia lucha, pero claudica ante Inglaterra y contra… el VAR

Por Yasiel Cancio Vilar, enviado especial

Moscú, 3 jul (PL) Es inconcebible la tozudez de algunos árbitros, pues hoy, en el partido Colombia-Inglaterra, el estadounidense Mark Geiger decidió no acudir al videoarbitraje asistido (VAR) y concederle un penal más que dudoso al equipo de los Tres Leones, a la postre decisivo.

El juez no dudó en señalar falta por el agarrón de Carlos Sánchez sobre Harry Kane, pero pasó por alto, olímpicamente, que fue el inglés quien había halado y empujado en primera instancia al cafetero, antes de enredarse ambos e ir al suelo.

Los jugadores colombianos estallaron de rabia, discutieron como fieras, exigieron, incluso, que se acudiera al VAR para revisar la jugada, pero el juez, altanero e insolente, reafirmó su decisión sin mirar las cámaras.

El estadio del Spartak de Moscú, teñido de amarillo hasta la bandera, rugió ante la injusticia. Miles de hinchas repudiaron la actitud del árbitro, y de paso, condenaron sus aptitudes para impartir justicia.

Pero todo el mundo vio que el penal era dudoso en extremo, para muchos inexistente, las repeticiones dejaban una y otra vez un mar de dudas, era imposible estar tan seguro en medio de tanta incertidumbre.

Solo por respeto a los concursantes, que se jugaban la vida en cada balón, el señor Geiger debió activar la opción del VAR, para meditar -con tiempo- y tomar la decisión correcta.

El VAR volvió a quedar en evidencia; su aplicación es cada vez más ambigua; los árbitros muchas veces aplican criterios opuestos a la hora de interpretar las faltas -o supuestas infracciones-.

Kane, tras finalizar la intensa discusión en el minuto 57, cobró el penal y lo convirtió en gol, el sexto que marca en el Mundial, para igualar con Gary Lineker como los ingleses con más goles en una sola Copa.

Entonces, se reanudó el desafío. La enorme pizarra del recinto mostraba el 1-0. Colombia fue arriba con más delanteros e Inglaterra se replegó en busca de algún contragolpe letal.

Los colombianos lo intentaron de todas las maneras posibles, corrieron, tocaron, pelearon… volaron; y sus esfuerzos tuvieron justo premio, cuando el gigante Yerry Mina marcó el empate 1-1, de cabeza, en el minuto 93, a la salida de un córner.

Era el tercer gol del zaguero del FC Barcelona en el certamen, era la esperanza para toda Colombia, era una lección de vida para el árbitro, que a esas alturas ya había perdido el control del partido y tenía sacadas siete tarjetas amarillas (por supuesto, cinco para los cafeteros).

Y entonces, los tiempos extra. Inglaterra ya debía haber perdido el partido, pero aquel penal los mantenía con opciones. Colombia era todo inspiración.

Por cada un inglés habían 10 colombianos en el estadio, que rugían sin parar, hasta el delirio, la tierra vibraba.

Transcurrieron los primeros 15 minutos de la prórroga y el empate perduró en el pizarrón; los otros 15 también se fueron sin goles; ambos equipos buscaron con todas sus armas la victoria, pero el ganador se conocería mediante la lotería de los penales.

Y allí, cuando la tensión cortaba las entrañas del mismo viento, Inglaterra logró el triunfo, al marcar cuatro de sus cinco disparos, mientras Colombia solo metió tres luego de ver como fallaban Mateus Uribe y Carlos Bacca.

Esa fue la primera vez que los ingleses lograban imponerse en una tanda de penales en Copas del Mundo, tras perder las que disputaron en 1990, 1998 y 2006.

Con la victoria, amparada en aquel penal más que polémico, la escuadra de Los Tres Leones clasificó a cuartos de final por primera vez desde 2006.

En esa instancia chocarán contra Suecia, que horas antes había superado por 1-0 a Suiza, con solitario tanto de Emil Forsberg.

Si los ingleses superaran ese duelo, como sugieren ya los pronósticos, entonces tendrían de adversarios en semifinales al ganador del cotejo Rusia-Croacia.

jf/yas

2018-07-03 18:57:24