Justicia y Derecho

Museo sobre Trujillo genera polémica en R. Dominicana

SANTO DOMINGO, RD, 17 Sept 2010 (Xinhua).- La propuesta en el Congreso de República Dominicana sobre la creación de un museo dedicado al régimen militar de Rafael Leonidas Trujillo, considerado el más sangriento del siglo pasado en América Latina, genera polémica en el país.

El recinto recogerá gran parte de la historia de los 31 años que los dominicanos vivieron bajo el gobierno autócrata de Rafael Leonidas Trujillo, asesinado el 30 de mayo de 1961.

Su muerte dejó atrás toda una historia de terror, persecuciones y destierros de miles de dominicanos que se atrevieron conspirar contra el gobierno de 31 años que impidió cualquier tipo de cambios políticos y sociales planteados por la sociedad de entonces.

Con el fin de la «era Trujillo» se cerró también un largo periodo que inició la modernización del Estado, con la creación de instituciones como el Banco Central, la sustitución del dólar por el peso dominicano como moneda de curso legal, la formación de la Fuerza Aérea y de la Policía Nacional y la construcción de obras que aún perduran.

La proliferación de la industria dejó atrás el sistema de producción basado sólo en la agricultura, también contribuyó al ambiente de modernidad que comenzó a vivirse en esta nación a partir de la tercera década del siglo pasado.

Trujillo fue una «hechura» de Estados Unidos, que de 1916 a 1924 invadió a República Dominicana bajo el argumento de llevar a cabo labores de pacificación.

Antes de salir los marines estadounidenses, el futuro «hombre de hierro» era un alto oficial del naciente Ejército y al cabo de cinco años encabezó una conspiración que le permitió llegar al poder en 1930.

En ese entonces República Dominicana experimentaba el caudillismo, hombres que se alzaban contra el gobierno en cualquier región y se proclamaban presidentes.

El último de los caudillos fue Desiderio Arias, muerto por los guardias del «generalísimo» en 1934.

El largo gobierno, de obras y maltratos, quedó al desnudo en la comunidad internacional, cuando en 1937 el Trujillo ordenó una masacre.

Miles de haitianos fueron perseguidos y asesinados en una acción que promovió Trujillo para «dominicanizar» el país y garantizar la permanencia del idioma español, la fe católica y las buenas costumbres.

En Haití, que es la parte oeste de La Hispaniola, la segunda isla más grande de las Antillas, hablan creóle y francés y práctican el vudú.

La brutal e inhumana acción fue repudiada por el mundo, pero todo se resolvió en la mesa de negociaciones cuando el gobierno haitiano aceptó 225.000 dólares como compensación por parte de las autoridades dominicanas.

Pero ese no fue el único conflicto internacional que enfrentó el régimen. En 1960 Trujillo preparó un comando especial de asalto para atentar contra el entonces presidente venezolano Rómulo Betancur.

El mandatario venezolano se salvó, pero quedó seriamente herido por la dinamita colocadas por órdenes del gobernante dominicano.

Todo opositor al régimen era perseguido. En Estados Unidos, Francia, Haití, Cuba y Venezuela los esbirros de la dictadura realizaban cualquier tipo de trabajos «sucios», con la finalidad de neutralizar a la oposición.

La crisis económica de finales de la década de 1950, el alejamiento de Trujillo de la cúpula de la Iglesia católica y el bloqueo decretado por la Organización de Estados Americanos (OEA) luego del atentado contra Betancur, viabilizaron que una de las tantas conspiraciones contra el gobierno dominicano tuviera éxito.

Un grupo de militares y funcionarios del sangriento gobierno logró finalmente poner fin a la tiranía el 30 de mayo de 1961. Rafael Leónidas Trujillo cayó abatido por las ráfagas de armas de fuego.

Historiados mantienen la tesis de que en el plan participó la CIA (Central de Inteligencia de los Estados Unidos), nación que comenzó a ver que la popularidad de su antiguo aliado iba en decadencia y República Dominicana podía convertirse en caldo de cultivo para una revolución estilo Cuba (1959), controlada por Fidel Castro.

Con esta supuesta intervención, Estados Unidos maniobró a tiempo para evitar una segunda revolución de corte comunista en la región del Caribe.

Luego del asesinato de Trujillo, la gente comenzó a borrar, por lo menos físicamente, todo lo relacionado con ese régimen.

Los monumentos dedicados a Trujillo fueron derrumbados y los edificios levantados durante los 31 años de su régimen cambiaron de nombre.

La capital, que desde el inicio de su gobierno llevó el nombre de Ciudad Trujillo, volvió a llamarse Santo Domingo.

A casi 50 años de su asesinato, los dominicanos discuten si construye o no un museo para recoger esa parte de historia, una época llena de sombras y luces.

2010-09-17 16:43:44