Economia

Informe revela producción de biocombustibles ha encarecido productos agrícolas en Estados Unidos

Informe revela producción de biocombustibles ha encarecido productos agrícolas en Estados Unidos



Debaten en primer plano un posible conflicto entre alimentos y combustibles 



SANTO DOMINGO.- La producción de biocombustibles ha llevado al alza los precios de las materias primas agrícolas debido al programa de producción de etanol de los Estados Unidos, según el Resumen de política de Biocombustibles  extraído del Informe sobre el desarrollo mundial 2008 del Banco Mundial, titulado Agricultura para el desarrollo.



El informe explicó que el alza en los precios de los cultivos agrícolas debido a la demanda de biocombustibles ha pasado al primer plano en el debate acerca de un posible conflicto entre alimentos y combustibles.



“El ejemplo más claro es el maíz, cuyo precio aumentó en más del 60 por ciento entre 2005 y 2007 por causa, en gran parte, del programa de producción de etanol de los Estados Unidos y además, por la reducción de las reservas de los principales países exportadores”, señaló el informe.



Manifestó que es probable que la oferta de materias primas agrícolas para biocombustibles continúe estando restringida en el corto plazo y no obstante, a menos que haya otra alza importante en los precios de la energía, es probable que los precios de las materias primas agrícolas aumenten menos en el largo plazo.



“Los agricultores responderán a esos precios más altos incrementando las áreas sembradas y el suministro de estas materias primas agrícolas. Al mismo tiempo, el alza en los precios de las materias primas agrícolas reducirá su demanda, ya que bajará la rentabilidad de la producción de biocombustibles a precios más altos”, destacó.

El informe puso como ejemplo que “la cantidad de cereal requerida para llenar el tanque de un carro deportivo con etanol (240 kilogramos de maíz para obtener 100 litros de etanol) podría alimentar a una persona durante todo un año; la competencia entre alimentos y combustibles es, por tanto, muy real”.



Agregó que el alza en el precio de los cultivos de primera necesidad puede ocasionar pérdidas significativas de bienestar para la población pobre, constituida en su mayoría por compradores netos de cultivos de primera necesidad, pero según el informe, muchos otros productores pobres, que son los vendedores netos de esos cultivos, se beneficiarían de los precios más altos.



Dijo que las tecnologías futuras de los biocombustibles pueden basarse tanto en cultivos dedicados a fines energéticos como en desechos de la agricultura y de la explotación maderera, y no en cultivos alimentarios, lo que podría reducir la presión que experimentan los precios de estos cultivos.



“Ahora bien, las tecnologías de segunda generación para convertir la celulosa de esos residuos en azúcares que, separados, producirán etanol, o para gasificar la biomasa no son aún comercialmente viables, y no lo serán antes de algunos años. Adicionalmente, es probable que subsista cierta competencia por la tierra y el agua entre los cultivos dedicados a fines energéticos y los cultivos alimentarios”, señaló el informe del Banco Mundial.

Explicó también que uno de los principales argumentos en favor de la idea de ampliar la producción de biocombustibles es su potencial para reducir la dependencia del petróleo importado, contribuyendo así a la seguridad energética.



Agregó asimismo que los posibles beneficios ambientales y sociales de los biocombustibles también se citan frecuentemente para apoyar el financiamiento público y los incentivos políticos que se dan a los programas de biocombustibles. “Estos beneficios dependen principalmente del contexto”, afirmó.



El informe resaltó que la tecnología actual permite que los biocombustibles mejoren sólo marginalmente la seguridad energética en determinados países, porque las cosechas domésticas de cultivos que sirven de materia prima agrícola sólo responden por una parte pequeña de la demanda de combustibles destinados al transporte.



Puso como ejemplo que “el etanol de Brasil es la excepción. Según proyecciones recientes, el 30 por ciento de la cosecha de maíz de los Estados Unidos podría usarse, en 2010, para la producción de etanol; sin embargo, aun así representaría menos del 8 por ciento del consumo de gasolina de ese país”.



Manifestó que las tecnologías de segunda generación que utilizan la biomasa agrícola podrían hacer una mayor contribución y los beneficios ambientales deben evaluarse caso por caso, porque, según el informe, dependen de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) asociadas con el cultivo de materias primas agrícolas, con el proceso de producción de biocombustibles y con el transporte de los biocombustibles a los mercados.



Dijo que un cambio en el uso de la tierra, como talar bosques o drenar turberas para producir materias primas agrícolas como palma de aceite, puede cancelar el ahorro en emisiones de GEI hecho durante decenios, según la Estrategia de Biocombustibles de la Unión Europea para el 2006 a la seguridad energética.



“Si se utilizan las tierras agrícolas existentes en Brasil y no se producen cambios en el uso de la tierra, se calcula que la producción de etanol en Brasil reduciría las emisiones de GEI en cerca del 90 por ciento”, resaltó.



Explicó además que el biodiesel es también relativamente eficiente porque reduce los GEI en un 50 por ciento a 60 por ciento.



“En contraste, la reducción de GEI por la producción de etanol de maíz en los Estados Unidos está sólo en el rango del 10 por ciento al 30 por ciento, y esto en el mejor de los casos. En tales circunstancias, las medidas que mejoran la eficiencia en el uso de combustibles en los transportes son, probablemente, mucho más efectivas respecto a los costos para reducir los GEI que los biocombustibles”, manifestó el informe.



Señaló además que los biocombustibles pueden beneficiar a los pequeños agricultores porque generan empleo y elevan los ingresos en las zonas rurales, aunque es probable que las actuales tecnologías limiten el alcance de esos beneficios. 



Dijo asimismo que la producción de etanol requiere de economías de escala bastante grandes y de una integración vertical, dado que el proceso de producción en las destilerías es muy complejo.

“Por su parte, la caña de azúcar se produce, generalmente, en gran escala, aunque en Brasil hay esquemas de contratación con terceros que han podido garantizar con éxito cierta participación de los pequeños agricultores. La producción de biodiesel en pequeña escala podría satisfacer la demanda local de energía, por ejemplo con el biodiesel que se usa en los generadores de electricidad estacionarios”, refirió.



Dijo que los mercados más amplios, en cambio, exigen el sistemático cumplimiento de normas de calidad que pueden lograrse en la producción en gran escala”, agregó el informe del banco mundial.



Resaltó que los biocombustibles pueden beneficiar a los pequeños agricultores porque generan empleo y elevan los ingresos en las zonas rurales, aunque es probable que las actuales tecnologías limiten el alcance de esos beneficios. 



“La producción de etanol requiere de economías de escala bastante grandes y de una integración vertical, dado que el proceso de producción en las destilerías es muy complejo. Por su parte, la caña de azúcar se produce, generalmente, en gran escala, aunque en Brasil hay esquemas de contratación con terceros que han podido garantizar con éxito cierta participación de los pequeños agricultores”, insistió el informe.

Manifestó que la producción de biodiesel en pequeña escala podría satisfacer la demanda local de energía, por ejemplo con el biodiesel que se usa en los generadores de electricidad estacionarios.



“Los mercados más amplios, en cambio, exigen el sistemático cumplimiento de normas de calidad que pueden lograrse en la producción en gran escala. La experiencia dominicana con el sistema del Colonato Azucarero, muy bien podría servir de base para el relanzamiento del sector cañero  y de otros cultivos para la producción de biocombustibles”, dijo.



Explicó también que habiendo llegado los precios del petróleo a un nivel alto nunca antes vistos y disponiendo de pocos combustibles alternos para el sector del transporte, Brasil, los estados miembros de la Unión Europea, los Estados Unidos y otros países están apoyando activamente la producción de biocombustibles líquidos provenientes de la agricultura.



Dijo que esos biocombustibles se extraen, generalmente, del maíz o de la caña de azúcar, si se produce etanol, y de diversos cultivos de oleaginosas, cuando se produce biodiesel.

“Los posibles beneficios ambientales y sociales, entre ellos la mitigación del cambio climático y una contribución a la seguridad energética, son citados como los principales motivos del apoyo del sector público a las industrias de biocombustibles, cuyo crecimiento ha sido rápido”, señaló.

“Puesto que los efectos económico, ambiental y social de los biocombustibles son ampliamente debatidos, es necesario evaluarlos cuidadosamente antes de extender el apoyo del sector público hacia programas de biocombustibles en gran escala. Estos efectos dependen del tipo de materia prima agrícola empleada, del proceso de producción aplicado, y de los cambios que requiera el uso de la tierra”, afirmó.



Recordó que la producción mundial de etanol como combustible fue, en el 2006, de cerca de 40.000 mil millones de litros, mientras de esa cantidad, casi el 90 por ciento fue producido en Brasil y en Estados Unidos.

“Asimismo, cerca de 6.500 millones de litros de biodiesel fueron producidos en el 2006, de los cuales el 75 por ciento era producción de la Unión Europea. Brasil es el productor más competitivo y tiene una historia muy larga de producción de etanol. Este país emplea cerca de la mitad de la caña de azúcar que cultiva para producir etanol y el consumo de etanol combustible es obligatorio”, refirió el informe.

Explicó que muchos otros países en desarrollo están iniciando programas de biocombustibles que se basan ya sea en la caña de azúcar o en otros cultivos ricos en aceites como la palma de aceite y las especies de Jatropha y de Pongamia.

“Aunque sólo recientemente se empezó a evaluar el potencial económico de los biocombustibles en el mundo, la política actual sobre biocombustibles podría, según algunos cálculos, aumentar hasta cinco veces la participación de éstos en el transporte mundial, es decir, desde un poco más del 1% de hoy en día a casi el 6 por ciento en el 2020”, señaló.  



Dijo que “Estos  gobiernos  dan un apoyo considerable a los biocombustibles para que puedan competir con la gasolina y el diesel convencional”.



“Ese apoyo comprende incentivos para el consumo (reducción de los impuestos al combustible); incentivos para la producción (estímulos fiscales, garantías para préstamos, y pagos de subsidios directos); y normas de consumo obligatorio”, afirmó.



Reveló que más de 200 medidas de apoyo, que cuestan entre US$5.500 millones y US$7.300 millones al año en los Estados Unidos, equivalen a entre US$0.38 y U$0.49 por litro equivalente de petróleo para el etanol.



“Aun en Brasil fue necesario, hasta hace poco tiempo, el apoyo sostenido del gobierno mediante subsidios directos para que se desarrollara una industria competitiva de biocombustibles”. Agregó el informe.



Explicó que los productores domésticos de la Unión Europea y de los Estados Unidos reciben un apoyo adicional en los elevados aranceles con que se grava la importación de etanol.

2007-11-29 18:24:41