Opiniones

EL TIRO RAPIDO

EL TIRO RAPIDO



de



Mario Rivadulla

No es la primera vez que el Sìndico de Santo Domingo Oeste, Francisco Peña, ocupa lugar protagónico en los medios de comunicación.  El hombre, dicho sea de paso y en estricta justicia, parece gozar de un buen respaldo electoral, fruto de una gestión aceptable,  lo que le ha permitido acceder a un segundo perìodo consecutivo de gobierno. 

Pero aparte de ello resulta un personaje bien atípico.  Y esto, màs que su ejercicio municipal, es lo que lo ha convertido en llamativa noticia con relativa frecuencia.

De èl fue la iniciativa de colocar en la explanada de la 27 de Febrero, frente a las Fuerzas Armadas, un espantoso busto que trataba de representar la cabeza de Josè Francisco Peña Gòmez.  Este motivò tantas crìticas debido a lo horrendo de la obra, que debió ser retirado. Luego èl mismo coronò con su testa, la rèplica de un elevado y luminoso árbol de Navidad colocado en el mismo sitio con motivo de las fiestas tradicionales.

Fueron ocurrencias que si bien resultaban chocantes eran a fin de cuentas inofensivas y no pasaban de ser un atentado a la vista y al buen gusto.

Pero Peña ha pasado ahora a iniciativas màs serias.  Al hombre se le ha ocurrido nada màs y nada menos, contando con la complicidad aprobatoria de su sala capitular, que inventarse un impuesto de un centavo por cada peso a las ventas de los productos fabricados por numerosas industrias y empresas que operan en ese municipio.

Afectadas por la disposiciòn resultaràn la cerveza y el ron màs de lo que ya estàn por el continuo aumento de los selectivos que ha reducido sus ventas y sus aportes al fisco, las hormigoneras, cementeras, plásticos, cigarrillos, productos químicos, gas, gasolina, aceites y lubricantes, entre otras.

La justificación de todo este desatino en un paìs que ya no soporta màs impuestos y en un sector empresarial que està desafiado a sobrevivir en el marco de la dura y desigual competencia de los tratados de libre comercio, es que esas industrias provocan daños al medio ambiente, lo que Peña entiende debe combatirse no con la instalación de equipos que controlen la alegada o posible contaminación, sino recaudando màs fondos para,  segùn expresa,  construir calles y parques.  Una forma bien original y revolucionaria por cierto de evitar la contaminación industrial que sin duda pudiera catapultarlo para un pròximo premio Nòbel.

Obviamente los sectores empresariales han reaccionado con sorpresa por tratarse de una especie de palo acechado y en actitud de oponerse a lo que sentarìa además un nuevo precedente fiscal, en este caso no proveniente del escenario hasta ahora dominado por Juan Hernández, y en el que Peña y de progresar su iniciativa, seguramente despuès otros síndicos y ayuntamientos, buscarìan compartir su liderazgo. Todo ello repercutirìa tambièn el àmbito judicial con los consiguientes recursos de inconstitucionalidad en el entendido que de acuerdo a la Carta Magna, el Congreso es el ùnico facultado para crear o eliminar impuestos.

Conste que los empresarios en este caso defienden sus niveles de competitividad y ventas, lo que tambièn es del interés de su empleomanìa con la finalidad de conservar sus puestos de trabajo y no pasar a formar parte del todavìa abultado ejèrcito de desempleados.

Pero los que a la corta o a la larga tendrían que pagar el bendito centavo por peso serìan, como siempre, los consumidores finales sobre quienes recaen todas las cargas.  Si èstos no gritan con la misma vehemencia con que lo hacen aquellos es simplemente porque carecen de la debida instrumentación.  Estàn solos en medio del ring.  Sin manager que los guìe ni ayudantes que los asistan al llegar a su esquina. Reciben màs golpes que en las cinco películas de Rocky sin posibilidades de defenderse.  La idea de Peña y su cabildo a fin de cuentas vendría a resultar simplemente otra paliza màs, con la sola diferencia de que el cine es ficción y en la vida real duelen de verdad.

Ojalà recapacite y vuelva a sus anteriores iniciativas mucho màs folklòricas y sin dudas, aunque bordeando el ridículo, mucho màs entretenidas y menos dañinas.

2007-04-06 21:54:14