Editorial

Una nota Falaz y Prejuiciosa

Quizás nunca como antes un informe del Departamento de Estado de los Estados Unidos se había apartado tanto de la verdad como la descripción que acompaña con su logo una oferta de empleo a la búsqueda de personal para servir en el país, en la que se afirma que aquí «existe una discriminación generalizada y violencia xenófoba contra personas de ascendencia haitiana».

En ese mismo tono, la nota expresa que un cuarto de millón de personas de ascendencia haitiana, estarían corriendo el riesgo de diversos grados de apatridia debido a las nuevas políticas migratorias fijadas por las autoridades dominicanas. De nuevo se apela al falso argumento de la «apatridia», obviando otra vez el hecho de que la Constitución vigente en Haití establece que todo hijo de haitiano, sin importar donde nazca, es considerado haitiano y por consiguiente, disfruta de esa nacionalidad.

Quien en el extranjero tuviera acceso al texto de la expresada nota pudiera llegar a la falsa conclusión de que los haitianos residentes en el país estarían siendo víctimas de las mismas infames persecuciones desatadas por los nazis que llevaron a millones de judíos a los campos de concentración y a su ejecución en las cámaras de gas.

De imaginar que el personal que ante este alarmante aviso acudirá a optar por el empleo, serán los más rudos ex marines, con amplia experiencia de guerra en Irán y Afganistán, prestos a enfrentarse a una sociedad racista, donde los cientos de miles de inmigrantes haitianos, en su mayoría ilegales, que residen en el país son cazados en las calles, perseguidos y sometidos a todo género de atropellos por una especie de KluKluxKlan criollo, similar al que, por suerte ya bastantes años atrás, linchaba y ahorcaba a los pobres negros norteamericanos sobre todo en los estados sureños.

¿Por qué es posible toda esta sarta de falacias y de exageraciones muy acertadamente calificada de perversa por el Consultor Jurídico de la Presidencia? La respuesta la encontramos en gran medida en la misma desidia con que durante tantos años los gobiernos y la propia sociedad no tuvieron la previsión y asumieron la responsabilidad de establecer una política migratoria que pusiera freno a la masiva invasión de ilegales, aprovechada por algunos oportunistas para explotar mano de obra a precio vil. Aquellos polvos, trajeron estos lodos.

Ahora en vez de mantener una sostenida ofensiva diplomática exponiendo nuestra realidad y verdades y de llevar a cabo un vigoroso trabajo de relaciones públicas internacionales con inteligente criterio profesional, seguimos peleando a la defensiva. Reaccionando solo cuando ya nos llega al cuello el fango de estas campañas tan viciadas de prejuicio y exageración que pone la imagen del país a ras de suelo y amenaza con ahogarnos.

Y lo más penoso de todo es que se trata en gran medida de un ejercicio de hipocresía como es la posición asumida por CARICOM, cuyos países no se esconden para rechazar la presencia de haitianos en sus territorios como si fueran seres apestados.

Lo es también la de los Estados Unidos como con toda justicia afirma el congresista demócrata Charles Rangel, cuando califica de injustos los cuestionamientos hechos a la política migratoria de la República Dominicana por su país, cuando en este hay más de catorce millones de indocumentados que aún no han logrado normalizar su status y el gobierno del Presidente Barak Obama no ha detenido las deportaciones. De hecho, una reciente información señala que durante la gestión del primer presidente negro de los Estados Unidos, han sido más de dos millones los deportados. Y en muchos Estados de la Unión, los ilegales son víctimas de todo género de persecuciones y atropellos por parte de las propias autoridades, separados de sus familiares y llevados a prisión como delincuentes antes de ser deportados.

Esta es una verdad penosa que silencian los informes que periódicamente emite el Departamento de Estado de los Estados Unidos sobre la condición de los derechos humanos en diferentes países…excluyendo el suyo.

Es la misma que por prudencia diplomática, evaden también mencionar nuestras autoridades en sus notas de rechazo a las de reproches que con relativa frecuencia nos dedican nuestros amigos de la nación norteña, la más poderosa del mundo y nuestro principal socio comercial.

Por suerte, el congresista Rangel, a cuyo cargo aspira el senador estatal por Nueva York, Adriano Espaillat, de origen dominicano, lo dijo por nosotros. Y a mejor testimonio no podíamos aspirar.

Escrito por Mario Rivadulla

2014-04-16 13:06:42