EL TIRO RAPIDO
Mario Rivadulla
En la agenda de la recién finalizada Cumbre del llamado G-7, que agrupa y reunió a los Jefes de Estado de los Estados Unidos, Alemania, Francia, Reino Unido, Italia y Canadá, con la participación adicional de líderes de varios países de Oriente Medio y Africa, se trató el tema del cambio climático que ya había sido objeto de una cumbre anterior celebrada en París, seis meses atrás, con los mismos protagonistas.
En este nuevo encuentro, se consideró necesaria una disminución importante en las emisiones mundiales del efecto invernadero, asumiendo el compromiso de reducirlas de aquí al 2050, entre un 40 y un 70 por ciento en relación a los niveles registrados en el año 2010.
Este acuerdo es una nueva demostración de que la preocupación por las consecuencias del cambio climático sigue ganando cuerpo a nivel de las grandes potencias que figuran, precisamente, entre las que por su gran desarrollo industrial son que han venido impactando en forma más agresiva la atmósfera del planeta. Es, al mismo tiempo, una señal de advertencia que no podemos ni debemos ignorar por nuestra propia conveniencia.
¿Qué estamos haciendo en ese sentido? Se han venido dando pasos positivos ciertamente, pero todavía queda mucho trecho por andar para lograr una efectiva toma de conciencia y compromiso colectivo en la preservación del hábitat y siguen prevaleciendo muchos motivos de justa preocupación.
Lo hay cuando todavía existen industrias altamente contaminantes que no disponen de sistema de control de emisiones.
Cuando en toda la geografía nacional, como purulentas llagas, hay decenas de vertederos a cielo abierto.
Cuando ríos como La Isabela, el Ozama y otros presentan altos niveles de toxicidad, donde ya no es posible el menor vestigio de vida acuática.
Cuando no se sigue prestando la necesaria atención a la depredación de nuestra riqueza boscosa, ya por ignorancia de unos, como por afán de abusivo lucro por parte de otros.
Cuando las aguas potables se confunden con las aguas negras en el subsuelo, sin que hasta se haya comenzado a ejecutar un plan para enfrentar y solucionar el problema.
La lista pudiera seguir con muchos otros ejemplos reveladores de que todavía nos mantenemos de espaldas a lo que países previsores, consideran una prioridad de máxima importancia y urgencia y que entre nosotros, ni siquiera resulta tema de debate público ni figura en los programas de los partidos políticos, al menos con la importancia que amerita.
Y todo esto resulta más injustificado teniendo a la vista el penoso panorama de devastación que presenta el territorio vecino, donde el nivel de depredación es de tal magnitud que apenas ha sobrevivido entre el dos y el tres ciento de su hoy miserable inventario forestal.
Ojalá, no vengamos a reaccionar cuando tengamos el agua al cuello
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2015-06-10 20:25:51
