EL TIRO RAPIDO
Mario Rivadulla
¿Está teniendo lugar en el país en estos momentos una revolución educativa?
Cuando se aplican para el sector docente en su totalidad los fondos correspondientes al cuatro por ciento de ley…
Cuando se construyen y rehabilitan miles de aulas a un ritmo incesante en todo el país…
Cuando cientos de miles de alumnos han sido incorporados a la tanda extendida, número que se elevará a un millón en el próximo curso escolar…
Cuando se les provee de ropa, calzado, libros y materiales escolares así como una alimentación nutritiva y balanceada…
Cuando por primera vez se están destinado miles de millones de pesos para la capacitación de los maestros…
Cuando las plazas disponibles se someten a pruebas académicas al margen de todo matiz partidario…
Cuando se van a contratar profesores extranjeros de reconocido prestigio para impartir clases a los futuros maestros en las distintas universidades que imparten la carrera docente para que estos salgan con la máxima preparación…
Cuando se lleva adelante el programa de «Quisqueya Aprende Contigo» que ha rescatado a decenas de miles de las sombras del analfabetismo…
Cuando se han construido cien estancias para el cuidado y los primeros pasos educativos de cientos de miles de niños de uno a cinco años…
Cuando una gran cantidad de jóvenes estudiantes meritorios son beneficiados con becas para estudiar en distintas universidades de reconocido prestigio en el extranjero…
Cuando se ha ido dignificando la profesión magisterial y elevando la retribución y la calidad de vida de los maestros…
Cuando todo esto está llevándose a cabo, entonces creemos que bien puede hablarse de que está teniendo lugar una revolución educativa…
Hace un par de noches el Ministro de Educación, Carlos AmaranteBaret, se reunió con medio centenar de comunicadores. En ese encuentro, por espacio de una hora rindió un amplio informe de los trabajos que se han venido realizando y de los que se proyectan para el futuro. Pero, sobre todo, dijo la palabra clave: «esta es una siembra de futuro».
Pero no por ser de futuro, deja de ser revolución. No es ni puede ser una revolución hecha con varita mágica que de la noche a la mañana, como por arte de encantamiento, va a superar males y vicios que venimos arrastrando por espacio de décadas en nuestro sistema educativo. Esperar eso sería ilusorio; demandarlo, completamente absurdo.
No. Es una revolución de día a día, que reclama recursos, planificación, trabajo intenso y dedicado, elaborar programas de enseñanza modernos y funcionales, formar maestros de vocación, bien formados, con liderazgo, en capacidad de educar y forjar ciudadanos preparados, cabales, dignos, solidarios y responsables; de lograr cada vez más la cooperación, el compromiso y la involucración de los padres en el proceso, corregir errores que puedan irse cometiendo en el camino. Es, en fin, colocar piedra sobre piedra en esta gigantesca tarea que es transformar la educación nacional hasta alcanzar el nivel de calidad requerido.
Estemos conscientes, por tanto, de que el camino a transitar es largo y laborioso, no de un ahora para luego. Una siembra de futuro, de la cual corresponde al presente la misión de plantar la semilla.
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2015-08-03 21:41:52
