Opiniones

EL TIRO RAPIDO

EL TIRO RAPIDO



de



Mario Rivadulla

En la ùltima edición dominical del matutino Listìn Diario apareció un extenso, interesante y bien documentado artìculo sobre la situación de Haití.   La autorìa es de Anìbal de Castro,  uno de los màs brillantes periodistas dominicanos, ahora de incursión en la diplomacia como nuestro embajador en Londres donde ha venido realizando un excelente trabajo.

Los datos que incorpora de Castro a su artìculo proyectan una imagen vìvida de hasta què punto son de crìticas las condiciones prevalecientes al otro lado de la frontera, en materia de seguridad personal y de calidad de vida.

Las cifras son aterradoras.  Tan solo en los primeros veintidós meses que siguieron a la salida del poder de Jean Bertrand Aristide, se registraron unos ocho mil asesinatos.  En ese mismo tiempo, alrededor de 35 mil mujeres, en su gran mayorìa menores de 18 años, fueron violadas.

El secuestro se ha convertido en un medio habitual de vida.  Mes por mes, se producen unos 500 en promedio.  La mayor parte de las vìctimas son pobres por cuyo rescate se exigen sumas irrisorias de hasta apenas 25 dòlares.

Según de Castro, las Naciones Unidas han contabilizado màs de cien mil casos de violaciones a los derechos humanos, de la màs diversa naturaleza y gravedad, ocurridos en Haití.  Pero posiblemente su nùmero real sea mucho mayor, si tomamos en cuenta la gran cantidad de muchos otros que no trascienden al conocimiento de las autoridades y la opinión pùblica.

En cuanto a la calidad de vida, el organismo mundial coloca a Haití en el nùmero 153 entre un conjunto de 177 paìses analizados. 



Y el Banco Mundial por su parte, lo inscribe entre el grupo de 27 que considera se encuentran en alto riesgo de colapsar.

Es claro que la situación real de Haití es de amplio conocimiento en nuestro paìs. Basta para apreciarlo el continuo flujo de inmigrantes ilegales que cruzan la frontera huyendo de la miseria y la inseguridad que reinan en el lado opuesto de la isla.

Pero si traemos a cuento los datos tan reveladores que menciona de Castro en su revelador artìculo, es para enfatizar el hecho de que la comunidad internacional se encuentra bien documentada de lo que ocurre en Haití.  No puede pues, mantenerse indiferente alegando ignorancia.

Por años, como una consistente política de Estado, Repùblica Dominicana ha venido  abogando en forma continua a favor de Haití en todos los foros internacionales en que ha estado presente,  reclamando de las naciones màs poderosas e històricamente vinculadas al vecino extender su mano para ayudarlo a convertirse en lo que no es hoy: un estado verdaderamente viable y una sociedad organizada a la que se le abran oportunidades reales de progreso de que carece al presente.

No ha tenido el paìs vecino mejor aliado ni vocero màs vehemente en este sentido.  Lo recuerda de Castro en su artìculo como el màs vigoroso argumento para rechazar la labor de crìtica sistemàtica que han mantenido algunos activistas y grupos en contra del paìs en esos mismos escenarios con obvia parcialidad.  Ellos demandan del paìs lo que en cambio no exigen al de origen de esa migración masiva, desordenada e indocumentada.

Sin justificar en modo alguno el aprovechamiento oportunista de la mano de obra haitiana ilegal a precio vil ni cualquier otro abuso de que puedan ser vìctimas, lo que lamentablemente ocurre con los inmigrantes indocumentados en cualquier paìs, lo mismo Estados Unidos que de la Unión Europea, lo cierto es que Repùblica Dominicana ha cargado con el peso de la crisis haitiana como ningún otro.

Lo cierto es que  Haití sigue siendo lo màs parecido a un estado fallido,  no obstante contar con un Presidente elegido democráticamente y que ha dado reiteradas notaciones de prudencia y sensatez.  Carente de posibilidades de lograr un  mínimo progreso por sus propias fuerzas, el infortunado vecino y nosotros mismos continuamos a  la espera de que esas mismas grandes potencias que se muestran aparentemente tan sensibles a su tragedia,  traduzcan su proclamada preocupación en la necesaria y sostenida ayuda que requiere para poder salir del penoso estado de postración en que se encuentra sumido. 

2007-01-12 16:43:59