Opiniones

En Latinoamérica ya es urgente una forma en la estructura de Seguridad Ciudadana

En Latinoamérica ya es urgente una forma en la estructura de Seguridad Ciudadana

Nuestras actuales sociedades están afrontando  una serie de riesgos para la convivencia ciudadana, entre ellos  la impresión generalizada de una sociedad que se siente más y más vulnerable  de la violencia y del crimen que se expanden casi sin control.



Los medios de comunicación se convirtieron, en presentadores de una realidad que inquieta y atemoriza, los primeros 20 minutos dan cuenta de  accidentes de transito, violencia y delitos, que solo certifica  que la delincuencia y violencia  va  en aumento. El clamor generalizado por legislaciones más estrictas, apunta a tan solo una parte de las necesarias soluciones, porque para aplicar esta legislación, no solo hace falta una justicia penal moderna y rápida, así como sistemas penitenciarios acordes a la realidad, sino que, en primer término es necesaria una fuerza policial eficiente y  eficaz  que este  en condiciones de servir a la comunidad.



Queda  claro además que el aumento de la criminalidad no puede ser analizado como un fenómeno uní causal, por lo que tampoco puede utilizarse sólo la perspectiva policial para enfrentarle, pero dados los márgenes que le hemos fijado a esta reflexión, me   centrare  en el análisis de la relación criminalidad eficiencia policial dejando para subsiguientes artículos  el análisis de los fenómenos concomitantes.



En mi opinión urge una profunda reingeniería en la Institución policial, hay dos grandes áreas Complementarias pero bien diferenciadas: 1. Prevención/disuasión. 2. Investigación de delitos. Si la tomamos en un sentido más amplio, podemos agregar otras dos: Las relaciones con la comunidad y finalmente todo lo que hace al entrenamiento, capacitación, controles internos, niveles salariales y sistemas de admisión que completan el panorama.



1. Prevención y disuasión.



Cuando se habla en los medios de «presencia» o «ausencia» policial en las calles, lo que se esta señalando es la necesidad de contar con personal uniformado moviéndose en función de patrullaje. Esto hace la presencia policial visible, actúa como disuasorio y lleva una sensación de seguridad a la población.



Sin embargo para que esta acción sea realmente efectiva, debe cumplir varias condiciones: El número y frecuencia de las patrullas debe ser adecuado a la extensión a cubrir, todas ellas deben estar enlazadas a un centro de despacho donde se reciben y dirigen las llamadas de urgencia y donde tiene que quedar registrado cómo fue respondido el pedido y cuanto demoraron las unidades en llegar al lugar del hecho, en una urbe como Lima de una gran extensión territorial es muy difícil por no decir imposible cubrirla  de manera eficiente, menos aun con la precaria situación de recursos que viene atravesando la institución.



El personal de patrulla debe contar no solo con equipo básico (armas, equipos de comunicación, chalecos protectores) sino con el necesario entrenamiento y con «métodos  de operaciones» claros que le marquen que hacer y que no hacer en los diferentes escenarios a que pueden enfrentarse.



El armamento debe ser utilizado bajo situaciones específicas y en circunstancias en que se minimice el riesgo para inocentes. Debe incluirse además todo el nuevo equipamiento «no letal» para situaciones donde el uso de armas de fuego no es necesario. El entrenamiento del personal es la pieza clave de su eficiencia; pero tan importante como este, es el mantenimiento de equipos , que se deteriora con el paso del tiempo, como ejemplo  en   los Estados Unidos y en los países de la Unión Europea un agente de policía debe re-entrenar un mínimo de horas anuales para mantener su calificación.



Como parte imprescindible de la supervisión, cada vez que un agente policial utiliza su arma, una investigación debe llevarse a cabo para asegurar que el uso fue el apropiado, y la misma no puede ser conducida por sus compañeros sino por una estructura independiente.



La movilidad de estos elementos de vigilancia es esencial y debe ser creativa y adaptada al área a controlar, pudiendo ser a pie, a caballo, motos de pequeña cilindrada o automotores, pero en todos los casos contar con comunicaciones con la central es imprescindible.



Existen otros aspectos a tomar en cuenta cuando se estructuran sistemas de patrullas y disuasión en áreas urbanas, y estos tienen que ver con la necesaria sensibilidad social, la supervisión del personal y la prevención de abusos.



Parte fundamental del entrenamiento del personal es imprimir en ellos la idea de «servicio a la comunidad» opuesta a la de «servirse de la comunidad» por cuanto esto ha levado a que en muchos países de nuestro hemisferio, la fuerza policial sea una parte del problema y no de la solución, en Países de la Región incluso parte de la comunidad   estima a los delincuentes como un mal menor comparado con la policía.



La supervisión en el terreno implica la inmediata presencia de un oficial jefe, cada vez que los efectivos participan en una acción violenta, a los efectos de supervisar que se cumplan las normas de procedimiento policial, al mismo tiempo que debe tomar nota de cualquier queja por parte de la comunidad respecto de la conducta de sus efectivos, poniendo además su identificación personal a disposición de cualquier ciudadano que así lo solicitara.



2. Investigación de delitos



No importa cuan perfeccionado un sistema de patrullas y vigilancia pueda ser; se seguirán cometiendo delitos, y es acá donde se evidencia un nuevo grupo de problemas.



A lo largo del tiempo, la noción que la fuerza policial esta para investigar y resolver los delitos que se cometen contra los ciudadanos se ha perdido, al punto tal, que hoy se procura inducir a la víctima a que no concrete su denuncia (por el papeleo, porque «no pasa nada», por las molestias, las represalias, el costo, entre otros) esta actitud, reiterada a lo largo del tiempo se traduce en la mas completa y absoluta desconexión entre la ciudadanía y la fuerza policial, con lo que además , las chances para que la policía reciba ayuda de los ciudadanos son casi nulas y con esto el resentimiento y la desconfianza mutua son cosa cotidiana.



La investigación de delitos requiere en primer lugar, de una clara determinación del poder político, que exige cuentas a la policía de los casos cerrados con relación a las denuncias recibidas y lo informa rutinariamente a la comunidad. Acá juegan un importante papel los medio masivos de comunicación que deben actuar como canales de expresión de los ciudadanos y como recordatorio permanente de los casos pendientes. En otras palabras el poder político debe expresar en los hechos, que la inacción y el «archivo» son conductas no toleradas y esto sin discriminar si la víctima pertenece a los estratos más humildes o más favorecidos de la población. que en la practica son los mas damnificados.



Un segundo paso es la puesta en funcionamiento en la fuerza de un cuerpo entrenado de «detectives» o «investigadores» , que serán los responsables directos de ejecutar las investigaciones. Mucho se discute si esta fuerza puede estar centralizada en un lugar, o si por el contrario debe dividirse en las diversas estaciones de policía, y si bien la controversia esta pendiente, las tendencias parecen señalar que la última es la mejor opción, no solo porque los investigadores asignados a un distrito terminan por conocerlo bien; sino por que además la población encuentra en su «barrio» respuesta a las denuncias y tiene un policía, con nombre y apellido, un rostro concreto que es quien se ocupa de «su» caso en vez de tener que tratar con un ente anónimo y muchas veces hostil: la policía en abstracto.



La efectividad de los investigadores esta condicionada por multitud de factores diversos, muchos tienen que ver con las dificultades y complejidad de cada caso en particular, otros guardan relación con la experiencia y entrenamiento de los investigadores, como así también con los medio técnicos puestos a su disposición por la ciencia forense, en permanente evolución, así como evoluciona la conducta de los delincuentes. Baste mencionar, a modo de ejemplo, los crímenes y delitos «electrónicos» que se cometen por Internet y que están llevando a que las distintas fuerzas policiales desarrollen equipos especializados en este tipo de actividad criminal que no sólo afecta a individuos sino a empresas, comercios, bancos, entidades financieras,  y que se extiende y perfecciona a increíble velocidad, con el agravante que carece por completo de límites geográficos, de modo tal que el criminal puede estar en Moscú y su víctima en Lima.



Sin embargo son crímenes mucho menos sofisticados como el asalto, el robo, el secuestro o el asesinato, los que preocupan a la población en forma cotidiana, no sólo por su volumen y violencia, sino por la sensación de indefensión e impunidad. Indefensión por cuanto el hombre común siente que poco o nada puede hacer frente a esta ola de delitos. Impunidad, por cuanto, al no investigarse los hechos, las chances de detener a los perpetradores son igual a cero.

 

3. Relaciones con la comunidad

 

Sería muy largo y posiblemente  controvertido, analizar cuando y cómo a lo largo de los últimos  años los lazos de la policía con la comunidad que se supone protege se fueron deteriorando hasta hacerse casi inexistentes. Qué la policía no tiene buena imagen entre la población; que ningún ciudadano en su sano juicio se ofrecería a colaborar con ella, que muchas veces la línea entre el policía y el delincuente aparece como tan tenue que casi no existe, son todos secretos a voces, La pregunta obvia es cómo se revierte esto y cuanto tiempo tomará. El primer paso es re-entrenar a la policía para volver a la noción de servicio a la población, el segundo será acercar la policía a las instituciones de la comunidad para escuchar lo que esta tiene que decirle; el tercero es abrir la estación de policía a la ciudadanía y hacer al personal responsable por la forma en que trata a quien concurre allí, con cero tolerancia para la prepotencia o el mal trato.



Cada uno de estos pasos no significa demasiado individualmente, pero en conjunto y prolongados a lo largo del tiempo, lentamente pueden reabrir la puerta de un diálogo que nunca debió interrumpirse.



Sin embargo, la raíz del éxito o fracaso de estos planes es nuevamente política, si la autoridad civil a cargo de la fuerza policial, no toma en consideración estos elementos a la hora de las promociones y remociones, la fuerza percibirá al tema como algo irrelevante en su carrera personal y dejará de prestar atención al mismo, en cambio, si el record de relación con la comunidad de un oficial es valorado cuidadosamente antes de su ascenso, la percepción será completamente diferente.

 

4. Entrenamiento y control

 

Tomadas globalmente las fuerzas policiales del hemisferio, podemos afirmar, que salvo excepciones puntuales, las policías, como instituciones quedaron cristalizadas en los años 80, sin embargo los delincuentes están en el tercer milenio.



Pocas instituciones han mostrado en, menor flexibilidad y capacidad para mantenerse al día que las fuerzas de policía. Hoy son una corporación encerrada en si misma, y con muy pequeño grado de control por parte del poder político (que carece de la voluntad y del know-how para abordar el tema) que normalmente preferirá medidas cosméticas – unos nuevos coches de patrulla – que en poco cambian la sustancia del problema.



Nuevos sistemas y modelos de entrenamiento deben ser puestos en acción. La noción de la actualización y la re-calificación permanentes debe plantearse como condición indispensable para cualquier promoción.



El concepto de «responsabilidad frente a la comunidad» y la necesidad de «rendir cuentas» deben convertirse en parte cotidiana del desenvolvimiento policial. Un sistema de controles independientes debe ser puesto en funcionamiento para garantizar un tratamiento limpio de quejas y acusaciones y efectuar auditoria de la utilización de recursos y de la asignación de las partidas presupuestarias.



Debe darse el máximo impulso a la incorporación de nuevas tecnologías en las áreas de computación, comunicaciones, armamento no letal y ciencias forenses, una permanente capacitación del personal para su real aprovechamiento. En otras palabras Se necesita gerenciar las estaciones policiales.

 

CONCLUSIONES:

 

Frente a este breve análisis de los aspectos a tomar en consideración para lograr el inicio de un cambio en la estructura y procedimientos de las fuerzas policiales, la primera reacción será que esto no es posible por razones presupuestarias y por la resistencia que la fuerza pone frente a cualquier reforma.



Simultáneamente, queda claramente expresado que la eficiencia policial no puede ser tomada aisladamente, y tanto el poder legislativo como el judicial debe cumplir con su cometido para que el «sistema» funcione como un todo, y esto a su vez no puede ser tomado fuera del contexto concreto de la realidad socio-política de cada uno de los Países.



En nuestro Hemisferio, el aumento del crimen, la violencia urbana, y la presencia cada vez más importantes del «crimen organizado» transnacional en todas sus variantes y formas, son también datos de la realidad. Frente a ellos, los Estados  pueden adoptar dos actitudes, pretender ignorar el problema, utilizándolo como «slogan electoral» con la esperanza de mantener a la criminalidad como una lucha de «pobres contra pobres» que no afecta a las elites nacionales, con consecuencias difíciles de prever. O bien comenzar a cambiar, todo lo que puede ser cambiado, teniendo en claro que no hay soluciones mágicas, pero que cada paso que se da en la dirección correcta, sirve para mejorar en algo la vida cotidiana de la  sociedad en su conjunto.



Finalmente hagamos hoy el esfuerzo para que la seguridad ciudadana deje de ser “tarea de todos………responsabilidad de nadie”.

CESAR ORTIZ ANDERSON



APROSEC



aprosec@hotmail.com



cel-999316197

2008-07-14 22:42:26