Por Manuel Hernández Villeta
No es visible la coyuntura política y social que permitió el resultado de las pasadas elecciones. La alianza de gobierno arrasó prácticamente en todos los municipios. Ahora los partidos están obligados a practicar un análisis interno. Triunfadores y derrotados tienen que tomar la misma medicina: tranquilidad y pensamiento ecuánime.
Los derrotados no pueden tomar medidas desesperadas de reajustes de cuadros direccionales. Los votantes no siguieron sus ofertas, y toca el momento de aceptar la derrota sin bajar la guardia. No se olvide que al doblar de la esquina están las presidenciales, que es la meta principal.
Sin embargo, en varias ocasiones señalamos que la verdadera encuesta la darían los resultados de las elecciones municipales. Sin dudas, el que triunfo en esta ronda tiene la alfombra lista para seguir en el Palacio Nacional.
La oposición tiene una oportunidad que deberá saber aprovechar. Carece de posibilidades para de en la primera vuelta poder ganar los comicios presidenciales, por lo que tiene que forzar una segunda ronda electoral, donde se abrirían nuevos senderos de negociaciones y amarres que le darían una oportunidad de triunfo.
Los oficialistas deben desalojar la prepotencia de su accionar. Deben abrir puertas al acercamiento de nuevas fuerzas políticas, y sobre todo, tienen que hacer un esfuerzo sobre-humano para ganar en la primera vuelta.
El llegar a una segunda ronda electoral coloca al oficialismo a un borde de la derrota. Primero se le cortaría el ímpetu de triunfadores, y después, nadie sabe cuáles podrían ser las alternativas de una segunda vuelta.
A pesar del resultado de las elecciones municipales, hay de por medio un amplio espectro donde las tres principales fuerzas políticas tienen que medir fuerzas, en un escenario nuevo, donde las coyunturas no son iguales, y con el fantasma de la abstención rondando.
Esa masa inerme que no le interesa el proceso electoral le puede dar la victoria al Palacio, o podría arrojar a una segunda ronda electoral. Todavía es muy temprano para hacer un juicio objetivo sobre el color de la luz al final del túnel. Hay que esperar que se bajen las pasiones de triunfadores y derrotados.
Es difícil hacer cambios estratégicos en tan solo dos meses, para motorizar un triunfo sobre la derrota. De ahí, que se debe establecer la línea de buscar la segunda vuelta. Desde el gobierno, tienen que tratar de mantener niveles de popularidad sobre un 50 por ciento, para estar seguros y evitar un naufragio. ¡Ay!, se me acabó la tinta.