Opiniones, Portada

La descolonización política en el Caribe Insular

Por Juan Carlos Espinal

En el ciclo sociopolítico y cultural de las restricciones a los derechos fundamentales en Covid-19, la capacidad política del modelo neoliberal para intentar reducir el descontento de las clases medias y de los trabajadores por medio del proceso del confinamiento se aceleró.

En la medida que avanza la comunicación alternativa el sistema de partidos políticos tradicionales 1966-2024 PRSC, PRD, PLD y PRM no puede absorber la proporción importante de movimientos sociales progresistas, colectivos populares y sociedad civil organizada que empezó a aparecer después de la militarización del Congreso 1966-2020.

A falta de considerables oportunidades de empleo juvenil en los negocios privados y dada la inflación es muy probable que la burocracia estatal carezca sencillamente de la capacidad financiera para absorber la insatisfacción popular que impulsa la desestabilización.

En ese caso, los grupos empresariales se convierten en un factor de movilidad social con capacidad de absorción de los medios de comunicación corporativos.

Además, en tanto que algunos de los partidos políticos tradicionales ascienden en la escala burocrática se identifican por entero con el reeleccionismo histórico que les proporciona la oportunidad de crecer económicamente mientras van albergando una ambigua lealtad hacia dicho sistema.

Los efectos de la absorción de los movimientos sociales es la de que si bien pueden abarcar a algunos de los partidos políticos tradicionales de clase media con futuro en el sistema para tales estratos sociales participar en ese tipo de política es una acción de retardo en tanto el gobierno del Presidente Abinader 2020-2024 es el resultado de una excepción.

En la sociedad Dominicana 1990-2020 aparecen nuevos movimentos sociales, partidos políticos libero-conservadores, medios de comunicación alternativos con nuevos intereses quienes representan un alto nivel de movilidad sociales que a su vez impulsan referencias políticas importantes.

La sociedad civil organizada asimila las segundas alternativas electorales que van desintegrando los partidos electorales modernizando los esfuerzos de democratización de las estructuras de la democracia representativa.

El dilema del conflicto social y cultural nace de los esfuerzos de las tribus políticas tradicionales por fusionar la influencia de las reformas constitucionales con los intereses reeleccionistas.

Los partidos políticos tradicionales PRM, PLD, PRD, PRSC han abandonado la idea de la participación, convirtiéndose, en la práctica, en instrumentos clasistas del modelo de representación.

Quizá el problema de los partidos políticos tradicionales pueda resolverse haciendo más ágiles los procesos de reformas constitucionales pasando desde la transacción electoral al voto directo, la validación presencial del Padrón Electoral de los partidos, el registro electrónico, el voto manual, la constitucionalización de los partidos, la reforma a las leyes de partidos y electoral y el Referéndum Revocatorio.

Es de suponer que los movimientos sociales, la sociedad civil organizada y los colectivos populares pueden llegar a ser elementos de transformación social democráticos.

La competición entre los partidos políticos tradicionales y la sociedad civil organizada regula el ritmo y la dirección de los cambios revolucionarios en los distintos estratos de la sociedad.

Por lo general, la política tradicional se encuentra vinculada a la cultura autoritaria de las instituciones nacionales del presidencialismo 1966-2024, la ausencia de un Congreso fiscalizador, la desaparición de la figura de la separación de poderes y la legitimidad popular para mantener el control social mediante el fortalecimiento político institucional.

Los problemas fundamentales que atraviesa la democracia representativa se refieren al volumen de la violencia contra la sociedad que desde el gobierno del Presidente Abinader provoque su extinción.

Dentro del sistema oligarca liberó conservador existen varias posibilidades para la creación de nuevas capacidades para la innovación política.

En un país autoritario como República Dominicana ese camino ha venido perdiendo credibilidad aún conserve el Poder Ejecutivo de manera efímera.

El sistema político tradicional de pos guerra degenera en la medida en que no satisface la demanda social y económica de las clases medias y los trabajadores.

En ese caso, los movimientos sociales, los colectivos populares, los medios de comunicación y la cultura popular pasan a convertirse en una solución al viejo orden político y social.

Por ello nace la influencia de la comunicación de las redes sociales alternativas.

En algunos partidos políticos tradicionales, la sociedad civil organizada podría resultar demasiado intrusivas incluso para la renovación política.

Sea cual fuere el camino que los grupos económicos de los partidos sigan, es indudable que así como se extinguieron el PRSC, el PRD y el PLD de esa misma manera la participación en PRM descenderá.

El solo hecho de que predomine la division politica PRM- Gobierno los analistas sugieren que muchas de las causas socio políticas que comúnmente generaron la desaparición de los principales partidos tradicionales de pos guerra que hegemonizaron entre 1966-1996 , por ejemplo, dará paso a una nueva etapa de inestabilidad.

Es posible que nuestras argumentaciones estimulen la independencia política de los movimientos sociales progresistas sugiriendo mayor influencia a los medios de comunicacion alternativos para tratar de consolidar un mayor desarrollo político.

La decadencia política del PRM desde el gobierno del Presidente Abinader, la volatilidad del sistema de partidos tradicionales se explica a partir de las intervenciones del Ejército durante los últimos 550 días del toque de queda.

En estas frágiles democracias, la política carece de la autonomía, coherencia y adaptabilidad constitucional para mantenerse.

Las metas de los partidos políticos tradicionales son presupuestarias, especificas y difusas.

A la vez que limitadas y concretas.

Lo propio ocurre con los movimientos sociales corporativistas.

En un sentido general, la reelección del Presidente Abinader se vincula a la corrupción con la intervención de las empresas en los fideicomisos, la concentración de la riqueza en la esfera política y la desestabilización social y política.

Todavía no existe una palabra que describa correctamente la baja participación de las mujeres y los estudiantes en la ta de las grandes desiciones en los partidos políticos tradicionales.

El alto grado de politización de los asuntos estructurales del Estado, la baja cultura democrática de los partidos emergentes, la escasa formación política del conjunto de valores de la Plutocracia pone el acento como rasgo distintivo de la descomposición sistémica.

A falta de instituciones políticas efectivas el oficialista PRM esta fragmentado.

Su autoridad politica se presenta transitoria y la debilidad de las instituciones públicas destinadas a facilitar la transición democrática hacen colapsar el Estado de Derecho.

De tal modo que los cambios sociales y políticos que se manifiestan suponen un traspaso de liderazgo desde un sistema de concesiones de un grupo económico hacia una coalición de redes sociales comunitarias en franco crecimiento político electoral.

Puede que dentro del Presidencialismo, en su forma ideologica más extrema, surja un demagogo popular que logre alcanzar cargos políticos sin ser electo por los organismos del partido y luego ser sobornado por los mismos intereses que medio siglo atrás impusieron el fraude electoral, las cuotas, la compra del voto, los sobornos a los medios de comunicación y la censura de la información.

En el plano político puede existir cualquier nivel de involución que permita una amplia participación de la sociedad conservadora de clase media en la contra cultura de negación de derechos.

En una sociedad sin instituciones políticas efectivas e incapaz de desarrollarlas, el resultado final del inmovilismo social es el caos político.

A la larga, casi todos los gobiernos latinoamericanas vinculados al Consenso de Washington se convierten en representantes locales de las multinacionales.