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A Pleno Sol ¡A las aulas!

Por Manuel Hernández Villeta

A días de comenzar el nuevo año escolar, el momento es oportuno para reflexionar por la suerte de la educación dominicana. El año recién pasado el sistema educativo colapsó, debido a múltiples problemas y, sobre todo, a que la lucha  económica es lo que manda.

Los maestros, el gremio y el ministerio se olvidaron de que lo más impactante es enseñar. No puede haber triunfo en el sistema escolar si se mantienen los bajos niveles de aprendizaje, si la deserción es norma  de conducta y si los maestros carecen de pedagogía para ofrecer conocimientos a los alumnos.

Todos pensaron que con el mayor presupuesto económico de su historia, la educación estaba salvada. Pero no es así. Mejoraron los salarios de los educadores, de los burócratas, se ampliaron sus coberturas sociales, el programa de préstamos, la asistencia sanitaria y la seguridad de pensión para la vejez.

Pero, al parecer, todos se olvidaron que el éxito se corona con la buena educación. Organismos internacionales han revelado que una gran parte de los niños que cursan hasta el quinto grado de la educación básica apenas si saben leer y escribir. Fallas fundamentales, que les impedirá seguir estudiando en el bachillerato, o los lastrará como  profesionales.

Hay que ser lo más estricto posible en la elección de los maestros. Dejar a un lado las simpatías partidistas, fuera los amiguismo y los compromisos sindicales. Para recibir la asignación de una pizarra y un borrador hay que escarbar en los conocimientos del escogido.

Hay una gran escasez de maestros listos para trabajar. Jóvenes llenan las universidades siguiendo las licenciaturas en pedagogía, pero no hay vocación, sino el pálpito de que se va a una carrera cómoda donde está esperando un trabajo bien remunerado.

En este año, se tiene que comenzar  la aplicación de la baja profesoral. El maestro que no demuestre  capacidad, tiene que dejar el cargo. Donde en lo colectivo hay malos estudiantes, se tiene que investigar a los profesores. La mayoría de las veces, las fallas no son de los muchachos, sino de sus educadores.

El presupuesto del área de la educación no debe ser tocado. No se pueden dar transferencias de fondos. La ley que crea un por ciento del presupuesto nacional para la educación tiene que ser intocable. Si se tienen que hacer los ajustes necesarios para priorizar las áreas de trabajo.

Este año deben aparecer los libros de texto; se tiene que tener a tiempo los uniformes; es necesario  dejar los enfrentamientos por el desayuno escolar; hay que acabar con  la violencia dentro de los planteles y la construcción de nuevas aulas se tiene que mantener. No debe olvidarse  la consigna de que lo más importante, lo prioritario, es que se eduque a las nuevas generaciones. ¡Ay!; se me acabó la tinta.