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Pedro Henríquez Ureña, un maestro excepcional

Por Héctor Tineo Nolasco

Diariodominicano.com

SANTO DOMINGO, RD, el 29 de junio de 1884, nació en ciudad Santo Domingo, Pedro Henríquez Ureña, hijo del médico Francisco Henríquez y Carvajal y la educadora y poetisa Salomé Ureña.

De su personalidad el maestro de la narrativa Juan Bosch, sostuvo la idea de que Pedro Henríquez Ureña tenía el don de comunicarle sus conocimientos a todo aquel que tuviera el privilegio de estar cerca de él. En su obra Literatura Dominicana, Joaquín Balaguer considera que Pedro Henríquez Ureña, es el único dominicano que ha poseído una cultura humanística de primera categoría.

Entre las principales obras de Pedro Henríquez Ureña se incluyen El Español en Santo Domingo, La Cultura y las Letras Coloniales en Santo Domingo, Historia de la Cultura en la América Hispánica, Gastón Fernando Deligne, José Joaquín Pérez, Seis Ensayos en Busca de Nuestra Expresión, Gramática de la Lengua Castellana, escrita en colaboración con Amado Alonso, y Vida Intelectual en Santo Domingo.

El poeta y sacerdote nicaragüense Ernesto Cardenal lo considera como un profeta de la Teología de la Liberación, pues pronosticó que el eje espiritual antes situado en Europa, pasaría a este lado del Atlántico, como lo demuestra la elección de un Papa latinoamericano (Papa Francisco) que “está revolucionando no solo al Vaticano, sino también al mundo”.

Lo valora como  un prodigio de escritor que estudió incansablemente sobre América y enseñó sobre ella hasta su muerte. Fue un escritor muy comprometido con nuestros pueblos.

La muerte física de Pedro Henríquez Ureña se produjo el 11 de mayo de 1946, en La Plata, Argentina, al sufrir un paro cardíaco cuando viajaba en un tren que lo llevaría a la Universidad de La Plata. Fue  maestro de varias generaciones de intelectuales de México, Argentina y Cuba.

Joaquín Balaguer dice en su obra Historia de la Literatura Dominicana, que Pedro Henríquez Ureña es el único dominicano que ha poseído una cultura humanística de primera categoría. Después de haberse iniciado como poeta de escasa inspiración, se  dedicó a la crítica literaria, campo en que dejó páginas magistrales como las del estudio de Juan Pérez de Alarcón y las del ensayo sobre el maestro Hernán Pérez de Oliva.

     Balaguer anota que la ciencia de Pedro Henríquez Ureña fue, sobretodo, filológica  y literaria, y  su cultura se redujo,  preferentemente,  al teatro universal y  a los clásicos ingleses y castellanos. Llegó en la prosa al grado máximo de perfección, a la sencillez casi absoluta, e hizo gala, en las obras de plenitud, de cierta sequedad calculada.

Juan Bosch: …un maestro excepcional, un pedagogo nato.

    Juan Bosch sostuvo que Pedro Henríquez Ureña “… no era sólo un sabio en cuanto se refiriera al conocimiento de la lengua española sino que era también, escribiendo y hablando, un maestro excepcional, un pedagogo nato. Pedro Henríquez Ureña tenía el don de comunicarle sus conocimientos a todo aquel que tuviera el privilegio de estar cerca de él, lo mismo en la tertulia de intelectuales, escritores, poetas que se formaban en el café que visitaba en horas de la tarde o en la conferencia que daba de vez en cuando sobre temas de su predilección”.

     La extensa bibliografía de Pedro Henríquez Ureña comprende, además, de un gran número de estudios críticos que vieron por primera  vez la luz pública en la Revista  de Filología Española y en otras publicaciones extranjeras, los volúmenes Ensayos Críticos, Habana 1905,  y  Horas de Estudios, París, 1910, entre otros.

    Entre las principales obras de Pedro Henríquez Ureña figuran El Español en Santo Domingo, La Cultura y las Letras Coloniales en Santo Domingo, Historia de la Cultura en la América Hispánica, Gastón Fernando Deligne, José Joaquín Pérez, Seis Ensayos en Busca de Nuestra Expresión, Gramática de la Lengua Castellana, escrita en colaboración con Amado Alonso, y Vida Intelectual en Santo Domingo.

Ernesto Cardenal

El poeta y sacerdote nicaragüense Ernesto Cardenal valora  a  Henríquez Ureña como un profeta de la Teología de la Liberación, pues pronosticó que el eje espiritual antes situado en Europa, pasaría a este lado del Atlántico, como lo demuestra la elección de un papa latinoamericano que está revolucionando no solo al Vaticano, sino también al mundo. Expresó su criterio en una conferencia magistral pronunciada tras recibir el Premio Internacional Pedro Henríquez Ureña, entregado a él y al escritor uruguayo Eduardo Galeano, en el acto de inauguración de la XVII Feria Internacional del Libro 2014,  en el Teatro Nacional.

Dijo que Henríquez Ureña  aunque no conoció la Teología de la Liberación, le hubiera complacido mucho. “Le habría interesado la originalidad de nuestra América y su independencia cultural de Europa. Por primera vez en Latinoamérica se producía algo que no venía de afuera, sino que salía e influía a otras regiones como Europa, Asia, África y Oceanía”.

Recordó  que Henríquez Ureña vivía en Argentina cuando expresó su optimismo “sobre esta futura patria de la justicia, pronosticando que el eje espiritual pasaría a este eje del atlántico”.

A su juicio: “fue un prodigio de escritor que estudió incansablemente sobre América y enseñó sobre ella hasta su muerte. Fue un escritor muy comprometido con nuestros pueblos. Una magna patria unida y solidaria fue su utopía. Por eso, creo que por lo que más se le conoce es por su obra casi monumental, La Utopía de América, publicada en la colección Ayacucho de Venezuela”.

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