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La Santa Sede y República Dominicana firman el Concordato

Monseñor Ricardo Pitini, monseñor Juan Féliz Pepén y Rafael Leónidas Trujillo Molina

 Por Héctor Tineo Nolasco

Diariodominicano.com

SANTO DOMINGO, el  16 de junio de 1954, la Iglesia Católica firmó un Concordato con el Gobierno del dictador Rafael Leónidas Trujillo Molina.

    En el documento las partes expresan: “La Santa Sede Apostólica y la República Dominicana, animadas por el deseo de asegurar una colaboración provechosa para el mejor beneficio religioso y cívico de la Nación dominicana, han decidido firmar un Concordato”.

    El dictador Trujillo le confirió mucha importancia al acontecimiento y expresó: “Somos humildes hijos de la Iglesia Católica, Apostólica y Romana y reconocemos que la firme sinceridad de nuestra fe y nuestra constante  práctica de la cultura cristiana, han sido la causa primordial de nuestro triunfo frente a los infortunios que han manchado nuestra historia”.

  El Concordato fue suscrito durante el Obispado de Monseñor  Ricardo Pittini, quien inició su misión en octubre  1935 y terminó en diciembre de 1961.

   El Concordato le confiere a la Iglesia Católica la misión de dirigir la orientación espiritual del pueblo dominicano y mantener a la católica como la religión oficial de los dominicanos.

    El historiador y sacerdote jesuita, Antonio Lluberes, en su obra “Breve Historia de la Iglesia Dominicana 1493-1997”, refiere que durante la Era de Trujillo la Iglesia y el Estado vivieron un régimen de recíproca cooperación.

    La Iglesia “aceptó al régimen  como algo beneficioso  para el país y para ella misma. Aceptó facilidades legales y cooperación económica, necesarias para su ministerio, ya que además de las actividades religiosas, la Iglesia pasó a las labores educativas y hospitalarias, entre otras modalidades del apostolado.

     Antonio Lluberes cita como una expresión  y fruto evidente de la cooperación del régimen de Trujillo, la firma del Concordato, el día 16 de junio de 1954.

     Refiere que desde la creación de la República en 1844, los gobiernos sucesivos de Pedro Santana y Buenaventura Báez habían deseado un acuerdo que rigiera las relaciones Iglesia-Estado, pero no se les hizo posible lograrlo entonces.

   “Trujillo consiguió su objetivo accediendo a toda las propuestas romanas. Como ejemplo, Trujillo declinó los tradicionales reclamos de los estados en cuanto a la elección y nombramiento de obispos. Más aún, aceptó una propuesta, que luego se hizo inoperante: la validez civil del carácter indisoluble del  matrimonio canónico.

  “Por su parte, el régimen se beneficiaba hasta del simbolismo de actos religiosos y encuentros con miembros del clero, precedidos o seguidos de amplia publicidad, que le proporcionaban la deseada “legitimación”, en el lenguaje del sociólogo Peter Berger.  Bajo el régimen de los Trujillo, se dio una modalidad nueva de politización del clero”. 

   Antonio Lluberes,  refiere que en el pasado hubo sacerdotes que tenían simpatías e incluso “militancia” política, pero durante el trujillato, se logró tal institucionalización y disciplina que hizo posible que la totalidad de la Iglesia, principalmente su episcopado, adoptase una posición temporal favorable al régimen”.

     “A mediados de la década de los cincuenta, sin embargo, comenzaron a aflorar y crecer las diferencias en el seno de la Iglesia…”.

    El Concordato entre la Santa Sede  y el Estado Dominicano,  firmado el 16 de junio de 1954, se mantiene en vigencia.

    Aunque en el país hay libertad de culto, la católica es la religión oficial en República Dominicana.

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