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¿Por qué en México persiste una alta inflación?

diariodominicano.com

Ciudad de México, 10 may (Prensa Latina) La inflación en México es alta de 7,68 por ciento, pero muy complicada y hay un debate entre los economistas para calificarla como corresponde, sin que todavía se pongan de acuerdo.

El presidente Andrés Manuel López Obrador admitió que es su principal preocupación en estos momentos y quiere bajarla con un plan para dominar, por decirlo de alguna manera, los precios de 24 productos de la canasta global. La idea es obstaculizad el avance del alza.

Los peritos aclaran que no es un control de precios, tampoco son topados (tope obligado), ni una obligación a bajarlos.

Es una acción coordinada de industriales y productores para que los altos precios no los siga afectando, frenar la bajada de las ventas, ni sigan pérdidas en todos los eslabones de la cadena de valores.

¿Cómo es posible tal incongruencia? Aparentemente se busca un mecanismo de mercado que por dinámica propia y sin un control de precios rígido, regule el consumo popular de tal manera que, a mediano o corto plazo, sus máximos disminuyan de manera armónica.

En México, por ejemplo, el nivel de inflación planificado y en vigor para este año es de 3,0 por ciento en términos anualizados, pero en este momento está en 7,68 según la última medición del Instituto Nacional de Estadísticas y Geografía (Inegi).

Sin embargo, está por debajo del 7,7 por ciento estimado en una encuesta de Citibank.

Lo grave es que más del 50 por ciento de esa inflación se concentró en los primeros cuatro meses de 2022 en los alimentos, mercancías y productos agropecuarios, indica Inegi.

Según sus especialistas y de Citibank, entre otros, México no está en un escenario de una inflación tradicional de una demanda mayor que la oferta. Tampoco hay una baja productiva por sequía o falta de fertilizantes por la guerra de Ucrania. Los niveles de producción de la agroindustria están en los límites normales.

La elevación de los salarios tampoco se cuenta en los factores inflacionarios, ni el incremento del ingreso familiar por las remesas desde el exterior que este año serán de 50 mil millones de dólares.

Ello, junto con las pensiones a personas de la tercera edad, niños discapacitados y programas como jóvenes construyendo el futuro a quienes se les da un estipendio por aprender un oficio, eleva la capacidad de compra y estimula el gasto interno.

Esto lleva a pensar a algunos economistas que la inflación en México no es de carácter interno, sino externo, y le llega por el amplio diapasón de su comercio exterior, pero en especial desde Estados Unidos, y la situación de Ucrania es uno de sus componentes, pero no el único.

México tiene a su favor para contrarrestar los efectos de esa inflación las remesas mencionadas, los precios internacionales del crudo, haber recuperado sus niveles de empleo antes de la Covid-19, y estabilidad de su moneda que no se ha depreciado.

Sin embargo, el consumo popular ha bajado, la gente compra menos, consume menos y los de las capas sociales de menores ingresos abandonan los supermercados y van a las tienditas de barrio donde pueden comprar fiado.

En esencia, en México no se cumple la máxima que define la presencia de una inflación, como disminución del poder adquisitivo de la moneda como unidad de medida de una economía.

Es decir, no hay una crisis por política monetaria, ni de consuno o demanda, ni de producción, ni siquiera de costos de materias primas porque los combustibles que constituyen su principal factor de influencia están subvencionados 100 por ciento.

Tampoco se puede decir que en México haya una situación de estanflación, pues si bien hay un decrecimiento importante del Producto Interno Bruto no llena los parámetros de una baja radical sostenida en seis meses para calificarla de un estancamiento con inflación.

En conclusión, si hay un volumen normal de mercancía y abundante dinero para adquirirla, alto nivel de empleo, ¿por qué son tan persistentes los altos precios que afectan tanto al mexicano de a pie?

mem/lma