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A Pleno Sol, Diálogo, apertura y capital

diariodominicano.com

Por Manuel Hernández Villeta

Santo Domingo, R. D., 23 de julio, 2021.- A una mayoría de   dominicanos no les gusta concertar, y prefieren imponer sus criterios. Sin embargo, en el mundo de hoy es obligatoria la concertación en cada paso que se da. Para sobrevivir en la era del Covid-19 hay que mirar hacia la unidad.

El diálogo y el respeto a las ideas del otro, es fácil de escribir, pero en la praxis es uno de los ejercicios-aceptación  más difíciles. Cada quien desea y busca imponer su punto de vista, y ello no es posible.

El respeto al otro, escuchar su punto de vista, exponer lo propio, tiene que ser la línea de conducta en lo personal, lo privado y en lo colectivo. Hay que estudiar a fondo, con su secuela histórica, la posición   de los dominicanos que rechazan el diálogo para la acción.

Las viejas generaciones vivieron 50 años de gobiernos autoritarios, desde Trujillo hasta Balaguer. Fue una era larga y negra donde se cercenaron las ideas, y se impuso la voz autoritaria negadora de los derechos humanos.

Pero los años pasaron, y hoy hay un florecimiento de la democracia, con sus desviaciones e inconvenientes. No se justifica ahora que no se pueda dar una gran concertación nacional, donde todos lleguen iguales, y se busque solucionar los males ancestrales del país.

Ahí está el problema central, es que  desde el siglo pasado se padecen los mismos sufrimientos, y las eternas desigualdades sociales y económicas. Los intentos de que se pueda avanzar en el camino del desarrollo fracasaron por falta de unidad.

Si están divididos, los pueblos no pueden lograr objetivos que los eleven al desarrollo. Una casa dividida, está camino  de caer en el vórtice de un volcán. En medio de la pandemia de nuevo se debe hacer un intento de unidad nacional.

Este brote infeccioso será indetenible por tiempo impredecible. Hay rebrotes en países desarrollados y del tercer mundo, y a pesar de los peligros, la reapertura controlada es necesaria. Es el  gran dilema entre lo que manda la razón y protección médica, y el libre accionar de los comercios, la industria y el capital.

La actividad diaria tiene que ir paulatinamente volviendo a nuevas etapas de abrir puertas. Pero no puede haber precipitaciones ni obviar situaciones que son reales y que no se pueden desestimar. Hay que controlare el virus, tomar medidas de precaución y permitir  la entrada a los negocios y el ruido de las maquinarias.

En todas estas situaciones que son vitales para el futuro del país, se necesita diálogo y concertación. Hay muchos intereses de por medio, los cuales no se pueden dejar de lado. Cuando medio mundo está al filo del cementerio, se hace necesario el espíritu de concertación para este diálogo nacional que no esté tachonado de los colores partidistas. ¡Ay!, se me acabó la tinta.