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Con siembra de cenizas de víctimas de la COVID-19 reforestan páramo en centro de Colombia

diariodominicano.com

   Por César Mariño García
   BOGOTÁ, 28 jun (Xinhua) -- Sembrar las cenizas de los seres queridos fallecidos se ha convertido en Colombia en una alternativa para lograr una despedida tranquila al tiempo que se promueve la conservación de los recursos naturales.
   En el Páramo de Guerrero, en la Cordillera Oriental Colombiana y distante dos horas de Bogotá, la ONG Colombia Reserva de Vida se consolida como una opción para miles de personas que han perdido un familiar y optan por celebrar nuevos ritos de despedida.
   Al tiempo que con las cenizas, las familias siembran árboles nativos de la región aptos para la recomposición de los suelos de esta reserva forestal que cuenta con algo más de 21 hectáreas, dos de las cuales han sido sembradas con por lo menos 7 mil árboles mediante el programa de exequias.
   Según Julio César García, hijo de Benjamín García Páez, fallecido tras contraer COVID-19, poder despedirlo en medio de la naturaleza y en compañía de toda su familia significa un acto consecuente con sus principios.
   "Personalmente siento mucha tranquilidad, mi padre era una persona campesina que vivía del agro y de alguna forma este ritual me hace sentir que él se encuentra de nuevo en su espacio. Él falleció de 80 años, era muy vital pero desafortunadamente el virus se lo llevó pero hoy sentimos que lo dejamos en el espacio que realmente él disfrutaba", dijo a Xinhua tras sembrar un pequeño árbol sobre las cenizas de su padre.
   Ante la prohibición de asistir a ritos litúrgicos de despedida en iglesias y cementerios, los familiares de las víctimas de la enfermedad han encontrado en la montaña el lugar adecuado para que sus seres queridos retornen a la tierra.
   "Esto me parece que es la mejor opción ya que se ayuda con el medio ambiente, es algo diferente, entonces me parece una muy buena alternativa", señaló por su parte Sebastián Quintero momentos antes de realizar el mismo ritual con las cenizas de su padre, también fallecido por COVID-19 el pasado 28 de mayo.
   Otras personas que tenían los restos de sus familiares en otros lugares han optado también por trasladarlos a ese campo santo donde el contacto con el familiar fallecido se realiza por medio de la naturaleza.
   "Para nosotros esto es algo de vida, es como que somos de la tierra y volvemos a la tierra, somos parte de ella y tenemos que retornar a ella. De una u otra forma el sembrarlos a ellos de nuevo acá es como regalarlos nuevamente a la vida, a la tierra, ver crecer un árbol encima de sus cenizas es algo muy lindo porque es casi como volver a nacer", dijo a Xinhua Marta Restrepo luego de sembrar varios árboles en nombre de un familiar.
   La iniciativa surgió en 2014 por parte de los dueños de una hacienda en inmediaciones del páramo al advertir el deterioro de las tierras debido al inadecuado manejo de la agricultura y la ganadería en la región.
   Para ello se implementó la venta de bonos exequiales con los que se apadrinan especies arbóreas con las que se busca la restauración de este ecosistema afectado por los cultivos de papa y la explotación de carbón y canteras.
   Con una capacidad para la siembra de por lo menos 300 mil árboles, la reserva ha servido de lugar de terapia en el que los dolientes encuentran un sentido benéfico para el planeta al despedir a sus familiares arrebatados por la pandemia, que se proyectan en el crecimiento de un nuevo ser viviente.
   Antes de la pandemia en la reserva, que inició este servicio en 2015, se realizaban tres siembras de cenizas semanales; hoy, cuando la pandemia de la COVID-19 se encuentra en su momento más crítico, se realizan entre 12 y 14 entierros cada día.
   "La pandemia nos ha aumentado exponencialmente la siembra de cenizas porque a las familias ni siquiera los hospitales las dejan entrar, menos a las funerarias o a los cementerios, entonces aquí encontraron ese sitio donde pueden terminar su duelo, aquí encontraron ese espacio especial, después de tanto dolor, de tanto sufrimiento con la pandemia", afirmó a Xinhua Jaime Alberto Ballesteros, director de promoción de la ONG Colombia Reserva de Vida, durante la misma jornada.
   "La iniciativa ha tenido un crecimiento exponencial, ha sido de una aceptación tremenda, estamos desbordados con el tema de la siembra, estamos con la agenda a casi más de dos meses", agregó.
   Conscientes del valioso servicio que prestan a quienes pueden despedir a sus familiares de una forma más digna, los directivos de la Colombia Reserva de Vida aceptan la paradoja que significa repoblar el páramo con especies nativas gracias al aporte de quienes apadrinan los árboles para despedir a sus seres queridos.
   La vida silvestre de este páramo que alberga 160 especies de 54 familias de flora nativa y una inmensa variedad de mamíferos, aves, anfibios y reptiles cuya población ha sido menguada por la mano del hombre tienen la oportunidad de renacer con la siembra de estas cenizas.