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Un burro candidato presidencial

Franklin Almeyda

diariodominicano.com

Por Franklin Almeyda Rancier

Santo Domingo, R. D., 10 de mayo, 2021.- Iniciando febrero del 1965 Many Espinal, que era el presidente de la juventud del PRD y enlace con el profesor Bosch, muestra preocupación por el ambiente electoral que iba creándose por dirigentes tradicionales del PRD y de balagueristas; no compartían la consigna de “retorno a la constitucionalidad, sin elecciones”. El gobierno de facto también mostraba interés por una salida electoral.

Sin embargo, el ambiente era abiertamente conspirativo, porque la corrupción fue arropando hasta a los cuarteles.

Le propuse a Many haríamos algo desde la UASD, para descalificar ese ambiente electoral, y era presentar un burro de candidato presidencial. Pero no decir que era un burro, sino ponderar las condiciones del candidato. Por ejemplo, un candidato trabajador incansable, apreciado por los campesinos, figura destacada en los hogares dominicanos por su tolerancia y resistencia a las grandes cargas.

Debía anunciarse sorpresivamente, pero antes lograr cobertura periodística. Fuimos a hablar con don Rafael Herrera Cabral, director del Listin Diario y a quien conocía muy bien. Era primo de Donald Read Cabral, presidente del gobierno, pero un hombre muy auténtico. Cuando estuve por primera en su despacho, para que me publicara artículos, y lo hacía, repare el desorden en su escritorio y un letrerito que decía “No organice mi escritorio, porque desorganiza mi vida”.

A don Rafael le confié de lo que se trataba, sonrío a carcajada mordiendo su tabaco. Me desplace a El Caribe y me senté frente a Radhames Gomez Pepín y le expliqué, pero no todo; no le dije que era un burro.

Hicimos notas de prensa diarias que ambos periódicos destacaban. Le pedí a Fernando Ortiz Bosch, hermano de Milagros e hijo de doña Angelita (hermana de Bosch), que él localizara un burro y así lo hizo, compró uno en $25 en Villa Altagracia. Preparados y con buena cobertura periodística, fijamos la fecha. La UASD suspendió docencia y el país en expectativa.

El burro lo metimos temprano en un cuarto debajo de una escaleras del Aula Magna. Cuando hablé a los estudiantes motivando el candidato, en el momento de decir “ahí está el candidato” debía salír el burro; pero no quería, hasta que Fernando por fin pudo sacarlo.

El burro salió despavorido entre los universitarios y luego la prensa sacó una foto del burro montado por alguien a quien se le regaló cruzando el Puente Duarte.

Radhamés Gómez Pepín no me perdonó no haberle dicho que el candidato era un burro. Cuando él pasó, posteriormente, a El Nacional, yo publicaba artículos en él, pero era Rafael Molina Morillo, dueño y director, que lo autorizaba.

Muchos años después, una hermana de Radhamés pidió a mi esposa Josefina Pérez Gaviño que yo le hablara, porque se negaba, por su dolor, a visitar su madre agonizante; decía no soportarlo. Lo pensé; finalmente fui a una tienda y compré varios CD con interpretaciones de Nana Mouskouri y, conociendo su hábito de madrugar, me presenté ante él y le dije: traje estos CD de regalo, es una cantante europea que Bosch me dio a conocer; a él también le fascina como canta.

Ahora bien, no vine a eso; tú mamá agoniza y espera por ti para morir; no jodas y ve a dale un beso. Me retiré. Así lo hizo y sucedió. Lo relató en su columna Pulsaciones.