Opiniones

Pequeña Revolución

Pequeña Revolución

Guillermo Caram*

La nación necesita una  pequeña revolución  para revestir de seriedad y credibilidad la gran revolución democrática que bulle en la imaginación de Leonel Fernández; y para lo cual promueve una reforma constitucional por la vía dudosa de una Asamblea Revisora.

Ciertamente las revoluciones se asocian a nuevas constituciones, pero las valoraciones más trascendentales de ellas se asocian más a la superación de situaciones sintonizadas con aspiraciones y necesidades de los pueblos.  La integración racial en USA no se materializó cuando se consagró en su constitución sino un siglo después, al asimilarse los derechos civiles. En las desaparecidas URSS y Yugoslavia no se pudo contener las  aspiraciones autonómicas que inhibían sus constituciones una vez caídos los regímenes de fuerza que las sostenían. La revolución cubana es más valorada por la educación y salud en lugar de las grandes transformaciones postuladas como la reforma agraria y  eliminación del monocultivo.

Una revolución, si es propulsada desde el gobierno, requiere imprescindiblemente encarar las urgencias sociales para que la gran transformación propiciada sea creída y respaldada.  

Mas si estas urgencias son, como en nuestro caso, primarias y concatenadas: energía buena y barata ->  congestionamiento del tráfico -> contaminación ambiental -> salud -> respirar para vivir.

 

Los apagones son subsanados con plantas de emergencia que expelen gases, olores, polvos y humos tóxicos. Por los mismos apagones y por la desorganización del tráfico e imprevisión en la construcción del Metro, sufrimos taponamientos que escupen contaminantes causantes del mismo daño; irritando y desorganizando la vida y la economía, y brindando excusas a la irresponsabilidad. Por esta contaminación y la agregada por autoridades – al   recoger y disponer basura manteniendo sucias calles y caminos, al podar enconadamente árboles protectores del ambiente, al sembrar de asfalto y cemento las áreas verdes de los espacios públicos, al destruir lo construido en lugar de construir lo destruido – la población sufre problemas respiratorios, calor, ruidos y virus mortales.

Si el Presidente encara con éxito estas urgencias, estaría llevando cabo una pequeña revolución que preludia el éxito de la grande que aspira.

De lo contrario aplicaría el revés de la sanción bíblica: “fiel en lo poco, fiel en lo mucho”.

Guillermo Caram es político

2006-10-27 12:54:37