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MUNDO ACADÉMICO




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La UASD no puede ser desarticulada.



Por Mateo Aquino Febrillet



El autor es profesor universitario




El senador por la provincia de Santiago, Francisco Domínguez Brito, ha anunciado que «elabora un proyecto de ley que busca convertir el Centro Regional Universitario (CURSA) en la Universidad Autónoma Santiago de la Paz, separándola de la Universidad Autónoma de Santo Domingo», según lo reseña el periódico Hoy en su edición del 11 de enero del cursante año.



La iniciativa del honorable senador debe ser rechazada por múltiples razones, entre las que vamos a enfatizar en las tres siguientes:



La primera razón es de orden legal. Como se sabe, la Universidad Autónoma de Santo Domingo funciona amparada por una ley del Congreso Nacional, la No. 5778 del 31 de diciembre de 1961, que la faculta para aprobar su estructura y darse su propio gobierno.



La creación de los Centros Universitarios Regionales responde a una resolución de los organismos internos de la UASD, por lo que cualquier decisión que conlleve crear, eliminar o readecuar cualquiera de sus dependencias, es una prerrogativa que atañe única y exclusivamente a estas instancias para la toma de decisiones, a menos que se pretenda revertir su autonomía.



La segunda razón es de carácter histórico. La UASD tiene sus orígenes en el Estudio General creado por los Padres Dominicos que llegaron a la isla en 1510 y que funcionó desde antes de 1518, luego en el Convento de Santo Domingo creado en 1532 y regenteado por los mismos religiosos y que posteriormente, por medio de la Bula In Apostulatus Culmine, emitida el 28 de octubre de 1538 por el papa Paulo III, fue elevada a la categoría de Universidad, con el nombre de Santo Tomás de Aquino.



Los dominicos, como se sabe, es una orden católica fundada en 1214 por Santo Domingo de Guzmán en Toulouse (Francia). La orden fue reconocida con carácter formal en 1216, cuando el papa Honorio III les otorgó la confirmación papal. Son religiosos pertenecientes a la orden de mendicantes, denominada así, porque insistían en el vivir en un estado de pobreza absoluta, rechazando incluso las posesiones que eran propiedad de la comunidad.



Desde su llegada a la isla, esa orden de predicadores asumió la defensa de los derechos de los indios, por lo que se enfrentó con los intereses del imperio español y muy especialmente de los encomenderos.



Como afirma Benavides en su tesis inédita (1987) «el hecho de surgir de una bula papal y no de la autoridad de rey o soberano, sirvió para que los intereses políticos y religiosos de la época, hostiles a los dominicos, cuestionaran la autenticidad de la Universidad de Santo Domingo».



La Universidad de Santiago de la Paz, por su parte, tiene su origen en un Colegio fundado en Santo Domingo con autorización real emitida en 1540 atendiendo a una solicitud elevada por Hernando de Gorjón, quien vino a La Hispaniola junto al Fraile Nicolás de Ovando en 1502 y se estableció en Azua, donde alcanzó notable progreso económico como esclavista, hacendado y dueño de un ingenio azucarero al que designó como Santiago de la Paz, nombre por el que fueron denominados el Colegio y la posterior universidad fundados a petición suya.



Dicho colegio fue convertido en Universidad Santiago de la Paz, por Real Cédula emitida por el Rey Felipe II el 23 de Febrero de 1558 y luego, en 1603, se convierte en Seminario Conciliar. Finalmente, en 1701, el Colegio-Seminario de Gorjón fue puesto bajo la regencia de la orden de los Padres Jesuitas.



Los jesuitas, como se denomina a los integrantes de la Orden de la Compañía de Jesús, es una orden religiosa fundada por Iñigo López de Recalde, quien luego fuera canonizado por la Iglesia Católica como San Ignacio de Loyola, y aprobada la existencia de la Orden por el Papa Pablo III, en 1540.



Bajo la regencia de los jesuitas, el Colegio y Universidad Santiago de la Paz emprendieron una permanente rivalidad contra la Universidad de Santo Tomas de Aquino y los Dominicos, tendiente a despojarlos del derecho que les otorgó el papa Paulo III. Estos, afortunadamente lograron siempre obtener el apoyo del Consejo de Indias, que mediante sentencias del 21 de marzo de 1708 y 18 de septiembre de de 1709, respectivamente, amparó a los dominicos en la posesión del titulo de universidad. También obtuvieron del Rey Felipe V una real Cédula fecha 19 de noviembre de 1709. En 1741 el mismo rey, expidió un sobre-cédula que confirmó a los dominicos en la posesión del titulo de universidad y prohibió a los jesuitas el uso de dicho título.



Finalmente, los jesuitas, como lo afirma el periodista Segundo A. Vásquez en el periódico Hoy de fecha 7 de enero de 1986 (citando como fuente a Manuel de Jesús Troncoso, 1940) «Parte por el escándalo que estaba promoviendo esa lucha entre dos ordenes religiosas; parte por el empeño que pusieron los Jesuitas para obtener mediante reiterados ruegos que los Dominicos no se obstinaran en conservar el monopolio universitario en Santo Domingo; parte por el apoyo que seguramente tenían en el famoso jesuita Rávago, cuya vida se halla tan ligada a la historia del reinado de Fernando VI, este monarca resolvió el caso expidiendo el 26 de mayo de 1747 dos cédulas reales por las cuales se establecía que habrían en Santo Domingo dos universidades: la de Santo Tomás de Aquino, de los Dominicos, y la de Santiago de la Paz, de los Jesuitas».



En referencia a dicha universidad, el historiador Landolfi (1987) sostiene que La Universidad de Santiago de la Paz es «surgida como proyecto ganancioso de un aventajado esclavista y hombre de negocios, calculada como contrafuerte de un status social ascendente, resueltamente explotador, que contrata ventajas de tipo personal con el emperador y asegura el establecimiento colonial en sus ribetes descarnados pretextando filantropía».



Es pertinente destacar que la Universidad de Santiago de La Paz no funcionó en Santiago de los Caballeros. Tanto el Colegio como la universidad del mismo nombre funcionaron en el edificio conocido como Colegio de Gorjón, cuya entrada principal se encuentra en la calle Arzobispo Meriño, en el Santo Domingo Colonial y, según el Centro Cultural de España, entidad que funciona actualmente el dicho edificio desde 1998, el mismo «constituye uno de los más representativos del período Isabelino en el Nuevo Mundo».



En Santiago fue creado por decreto del presidente Báez el 28 de octubre de 1852, un Colegio Nacional para estudios superiores, conjuntamente con otro en Santo Domingo.



Las razones históricas referidas imposibilitan que los uasdianos y las uasdianas aceptemos sumisos que el CURSA-UASD, u otra unidad académica, sea denominado como «Universidad de Santiago de la Paz».



La tercera razón que justifica el rechazo a la iniciativa del senador Domínguez Brito la encontramos en la LEGITIMIDAD que se ha ganado la UASD en el seno de la sociedad con su trabajo sostenido en defensa de una educación superior de puertas abiertas, democrática y al servicio de los mejores intereses de la nación.



Como los dominicos, los uasdianos y las uasdianas hemos hecho voto de pobreza material, no así de dignidad, decoro y abnegación. Durante muchos años, hemos resistido la insuficiencia de recursos para sostener una educación pública, pertinente y de elevada calidad. Nuestros profesores han llegado al extremo de reducirse sus bajos salarios para que la UASD pudiera seguir funcionando.



Los docentes de la UASD hemos impartido e impartimos clases teniendo como aula la sombra de los árboles, utilizando como transporte peligrosas motocicletas para desplazarnos a los lugares dispersos en que se imparte docencia en muchos de los centros regionales debido a la falta de recintos; durante muchos años, tuvimos que desplazarnos a lejanos pueblos como Barahona, San Juan de la Maguana, Mao, Santiago Rodríguez, Higüey, San Francisco de Macorís, Nagua, entre otros, en incomodísimos autobuses, por carreteras peligrosas y en mal estado, con nuestras mochilas llenas de conocimiento y amor para llevar educación a jóvenes desprovistos de las facilidades para trasladarse a la capital del país y que tenían por tanto negada la oportunidad de recibir una educación superior.



Esa loable labor, expresada con la formación de cientos de miles de profesionales dispersos por todo el país y el mundo, ha sido y es reconocida por la sociedad que demanda permanentemente la apertura de nuevas sedes de la UASD en sus respectivas comunidades y valorada positivamente por el organismo regulador de la educación superior dominicana, la SEESCYT, en los distintos procesos de evaluación a los que ha sido sometida.



Contrario a proponer el despojo del resultado de su trabajo, que equivaldría a negar el mérito del mismo, la UASD debería ser reconocida por su vocación de servicio a la sociedad dominicana, y no diezmada en el producto de sus esfuerzos.



Para que el honorable senador haga «un buen aporte para Santiago y a la educación de sus jóvenes», como pretende con el citado proyecto, no necesita descalificar a la UASD en su capacidad para establecer las relaciones de dirección que sean más adecuadas para los centros que con una mezcla de esfuerzo, dolor y regocijo ha parido; tampoco necesita desmembrarla. Puede hacerlo, y probablemente muy bien, encaminando esfuerzos para que al sector educativo se le asignen las partidas presupuestarias que acuerdan las leyes del país y los distintos cónclaves internacionales de los que nuestra nación es signataria.



Los Centros Universitarios Regionales deben y tienen que ser descentralizados en un proceso ascendente de delegación responsable de autoridad. Como nuestros hijos, que al llegar a la mayoría de edad pueden formar su propia familia y sin embargo siguen manteniendo los apellidos, los valores y la cultura que recibieron de nosotros, el CURSA, y todos los Centros Universitarios Regionales, hijos legítimos de la UASD, seguirán siendo parte de su familia, aún cuando obtengan la debida descentralización financiera y administrativa, hecho que debe producirse cuando alcancen la madurez que les permita seguir funcionando con éxito.



El CURSA-UASD, ni ningún otro Centro Universitario Regional, puede ser renombrado como Universidad Santiago de La Paz ni con ninguna otra denominación. Somos Universidad Autónoma de Santo Domingo, un nombre con prestigio en todo el planeta.



Si el honorable senador, cualquier institución, sector social, político o económico quiere reivindicar el nombre de Santiago de la Paz, está en el derecho de hacerlo, pero sobre la base de un proyecto que sume, sin pretender quitarle a la UASD el producto de sus grandes esfuerzos, sobre la base del respeto a los derechos adquiridos por la UASD muchas veces con sangre y fuego, transitando por el sendero que dictan las leyes de un país que como el nuestro, con tanto sacrificio ha logrado la democracia y el estado de derecho que hoy disfruta.



La sociedad dominicana debe rechazar los planes del honorable senador de Santiago, en virtud de que la visión y filosofía de la UASD han estado permanentemente en defensa de los intereses más sanos de la Nación, y es la institución académica que ha mantenido encendido el faro que ilumina la conciencia nacional cumpliendo su elevada misión.



BIBLIOGRAFIA CONSULTADA:



LANDOLFI, Ciriaco (1987). El Imperio Español Versus La Universidad Santo Tomás de Aquino. Editora Universitaria, Santo Domingo.



BENAVIDES G., Celso J. (1987). Legislación Universitaria e Ideología en la Era de Trujillo. Tesis inédita, Archivo Central de la UASD. Santo Domingo.



Smrz, Jaroslav (15-04-2006). La Compañía de Jesús en los países checos. www.radio.cz/es/articulo.



POLLEN, J. H. (1839) Compañía de Jesús. www.enciclopediacatolica.com.



Orden de los Dominicos. www.geocities.com/colosseum/midfield/4301/dominicos.



Pérez, Narciso.(2007). Periódico Hoy, sección El País. Santo Domingo.



VASQUEZ, Segundo A. (1986). Periódico Hoy. Santo Domingo.



Las Universidades. www.rincondominicano.com/literatura/.



Las Misiones Jesuitas. www.escueladigital.com.uy/historia/colonizacion/las misiones.

2007-01-21 02:55:48