Editorial

De sentido común

De Napoleón Bonaparte: «Para triunfar es necesario, más que nada, tener sentido común». Voitaire: «El sentido común no es nada común». Wikipedia: «Para Trout y Rivkin, el sentido común es «una facultad que posee la generalidad de las personas, para juzgar razonablemente las cosas». Yagosesky lo define como «la capacidad natural de grupos y comunidades, para operar desde un código simbólico compartido, que les permite percibir la realidad, o asignarle un sentido a personas, objetos o situaciones, que resulta obvio para el común de los integrantes de esa comunidad». Yash, Hipat Roses e Imeld lo definen como «el don provisto para saber distinguir todo lo que nos rodea: el bien, el mal, la razón y la ignorancia…»».

En los campos de República Dominicana, con mucha frecuencia, los hombres y mujeres que tienen sentido de la prudencia, dicen que en la gente sabia hay una característica que la diferencia de las demás, es lo que denominan como el sentido común. Es un comportamiento que debe de ser consustancial a la humanidad, es decir, una cualidad que no tiene que indicarla ningún texto legal o norma de convivencia. Es la que nos permite comprender la lógica de la vida cotidiana. En los campos dominicanos se la denomina sentido común. Es lo que explica la dimensión de la sabiduría de los campesinos nacionales, la cual en ocasiones impresiona a los extraños.

Monseñor Fernando Arturo de Meriño, dejó como parte de su legado el aprecio por la sabiduría campesina: «Cualquier campesino dominicano da para obispo y a cualquier pueblita le hace un flú». En las discusiones públicas a veces se pierde de vista el sentido común, y por eso se escuchan ideas extrañas o ilógicas, como es la de considerar que los problemas sociales que sufre la sociedad, se pueden solucionar con la creación de nuevas normas y leyes, represión, o con otras reformas.

El Código Penal establece la pena máxima de prisión de 30 años, pero en el país casi no se le aplica a ningún criminal. Pero una parte de las voces de la opinión pública sugiere una pena mayor. La pobreza y las desigualdades paren males que hieren a la sociedad. La prostitución es uno del conjunto. Ahora se plantea combatirlo con la persecución de las trabajadoras sexuales y el arresto de los hombres que les paguen por «servicios». Proceder de esa manera es lo más fácil para confundir a incautos y a incautas, pero es una manera de pretender ignorar las causas de los problemas sociales.

Muchos males y dificultades se superarán a partir del instante en que se confiera valor al sentido común. Avancemos en educación y apoyemos los esfuerzos por una sociedad inclusiva. Hacer lo contrario, es perder tiempo. ¿De qué vale que pensemos en nuevas normas y leyes si no se aplican las que tenemos? Es un desatino perder de vista el impacto de las desigualdades sociales y la pobreza extrema.

Columna Mirador/elCaribe

2013-05-23 20:04:26