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CONVULSIONES HISTÓRICAS EN HAITÍ (II). EL CASO SALNAVE

CONVULSIONES HISTÓRICAS EN HAITÍ (II). EL CASO SALNAVE

POR TEÓFILO LAPPOT ROBLESDiariodominicano.com

La riqueza que en el siglo 18 brindaba Haití a sus dueños franceses estaba basada en dos elementos vinculados intrínsecamente entre sí: la esclavitud y el sistema de plantaciones. Ahí germinó el gran malestar social y económico que luego dio origen a las convulsiones en que siempre ha vivido ese país vecino a la República Dominicana.

No tan lejos en el tiempo (1941) el reconocido historiador estadounidense James G. Leyburn publicó su clásica obra titulada El Pueblo Haitiano, en la cual relata de manera minuciosa los elementos que conforman lo que puede definirse como la cultura haitiana.

En el mismo primer capítulo de dicho libro, poco conocido en el país, su autor no pudo ser más claro al expresar que:

«…hoy en día hasta el observador más superficial se percata de que a Haití no puede llamársele, por ningún esfuerzo de la imaginación, un pueblo democrático, con un sistema abierto de clases. Las dos castas son la aristocracia y las masas…Son ellas tan diferentes como el día y la noche…se hallan tan separadas como el aceite y el agua.»1

Esa verdad monda y lironda ha convertido en una nefasta rutina que el músculo militar haya sido el crudo lenguaje vehicular de la vida de tensiones colectivas haitianas.

Hasta hace muy pocos años (en lo que puede ser un simple y fugaz interludio) la usurpación de los resortes visibles del poder por medio de las armas ha sido una obsesión en gran parte de la oficialidad del ahora recesado ejército haitiano.

También es importante saber, especialmente por los dominicanos, víctimas permanentes de grandes infamias vinculadas con ese país vecino, que en Haití el folklore tiene una importancia extraordinaria en la formación de sus creencias populares, visto desde el ámbito definitorio de temas sobrenaturales y de supersticiones.

A lo anterior se agrega que por más de 200 años muchos de sus gobernantes se han aprovechado de esos principios ideológicos para ejercer una suerte de sugestión negativa en las masas populares.

Siguiendo la misma ruta vale decir que los manejadores de la religión vudú haitiana, particularmente los houngans y los bocors, con sus permanentes trabajos de penetración en las creencias de las masas ignaras, han incrementado ese cuerpo de riquezas espirituales que es en sí el folklore haitiano.

Una prueba elocuente de lo anterior la presentan los periodistas Bernard Diederich y Al Burt en su conocido libro Papa Doc y los Tontons Macoutes, en el cual revelan la siguiente huella presidencial haitiana:

«Duvalier busca consejo sobre la conducta a seguir examinando las entrañas de una cabra. Cuando quiere recibir el mensaje de los dioses, se pone un sombrero de copa y se encierra en el cuarto de baño. Una vez al año pasa la noche sobre la tumba de Dessalines, y afirma que entra en comunicación con su espíritu durante el sueño.»2

Los registros históricos demuestran que siempre, de manera directa o indirecta, las élites haitianas han involucrado a la República Dominicana en las desgracias y convulsiones internas de ese país que malvive en una pesada marginación.

Más aún, en Haití las miradas torvas de autoridades de turno y de los intrigantes de siempre giran con malevolencia hacia nuestro país ante cualquier marejadilla en las calles, curules congresuales, cuarteles militares y oficinas de burócratas.

Esos sujetos, y otros que les sirven de claque, siempre se toman la licencia de acusar al pueblo dominicano de sus males. Es un conocido negocio y un reprochable chantaje.

Uno de los casos que más ilustran lo anterior está concernido a la vida política y militar del general y presidente Silvain Salnave, un personaje controversial en la historia de Haití.

Era un mulato hijo de un francés blanco y una haitiana negra, que lo alumbró en la histórica ciudad de Cabo Haitiano. Fue presidente de Haití durante dos años y siete meses (4-5-1967; 27-12-1869), siendo fusilado a los 44 años de edad en Puerto Príncipe, el 15 de enero de 1870.

El historiador César Herrera Cabral refiere esta verdad incontrovertible en su obra Divulgaciones Históricas: «La complicidad antinacional mantenida por el general Buenaventura Báez y el general Silvain Salnave, de Haití, se reflejó gravemente en diversas oportunidades sobre la vida institucional de la República Dominicana.»

El mismo autor agrega que no fueron atendidas las advertencias que a partir del 29 de septiembre de 1866 le hizo el general José María Cabral al general Salnave, para que cesara en sus intromisiones en los asuntos dominicanos, con lo cual: «Salnave abría los trillos por donde un trágico destino lo llevaría a perder la vida, como culminación de estas intrigas y conspiraciones.»3

Aunque en su país algunas corrientes de opinión reconocen que abogaba por una política popular que lo encasillaba en los postulados del socialismo, con una política de abierto enfrentamiento contra la clase burguesa y a favor de los sectores populares, no menos cierto es que Salnave fue un gran intruso para mal en asuntos dominicanos.

En su agitada vida política y militar se aliaba a los peores intereses del lado oriental de las dos naciones que se distribuyen por arrastres coloniales la isla de Santo Domingo.

El principal aliado dominicano de Salnave fue Buenaventura Báez. En su libro póstumo (2003) titulado El Cacoísmo burgués contra Salnave, el respetado académico, periodista e historiador haitiano Roger Gaillard da un detalle clave sobre lo anterior al señalar que:

«Báez era en verdad un anexionista consumado y confeso; primero lo intentó con España y luego… ofrece en venta la bahía de Samaná e incluso la República entera…Salnave, a su vez…no vaciló, con la esperanza de recibir una sustanciosa ayuda americana, en negociar la venta del Móle Saint- Nicolas…» Dicho lo anterior, de inmediato Gaillard califica a ambos personajes de «antipatriotas, obrando para la absorción de sus respectivos países por parte del poderío americano.»4

Los historiadores haitianos concuerdan en que mientras los presidentes Salnave y Cabral firmaron un Tratado de Amistad entre sus respectivos países, al mismo tiempo el haitiano se dedicaba a maniobrar para el derrocamiento de Cabral, otorgándoles cuantiosa ayuda económica y militar a los baecistas que no lo dejaron gobernar en paz ni un solo día.

Dos hechos bastan para recordar aquel terrible pasado: La frustrada expedición que partió de Cabo Haitiano al mando de Valentín Ramírez Báez, hermanastro del caudillo Buenaventura Báez, así como las múltiples incursiones que hizo el general Thomas Christ al territorio dominicano por órdenes de Salnave para derrocar a Cabral e instalar a su socio Báez.

Por su lado la historiadora dominicana Mu-Kien Adriana Sang al referirse a los vínculos de conveniencia recíproca entre políticos dominicanos y haitianos señala que Báez y Salnave «…mantenían estrechas relaciones políticas para combatir a sus respectivos enemigos. Así, en este juego de alianzas, se desarrolló una cruenta lucha entre 1867 y 1869.»

Más adelante explica en su conocido libro Buenaventura Báez, el caudillo del sur (1844-1878) que: «…la alianza de Báez con Salnave, aunque duró varios años, no era incondicional, era táctica. Ambos, eran caudillos que entendían que para materializar sus aspiraciones políticas, debían unir sus fuerzas para derrocar a sus adversarios y minimizar las adversidades.»5

Con la caída del presidente Geffrard el general Salnave tuvo «una elevación tumultuosa», para decirlo con frase del historiador José Gabriel García.

Salnave, que se había autoproclamado presidente vitalicio, a su vez fue derrocado en enero de 1870 por tropas dirigidas por los generales Boisrond Canal, Broussais Brice, Codio Blaise, Turenne Carrié y otros.

Sobre Geffrard y su papel en las convulsiones haitianas hablaré en otra ocasión, pero para poner en perspectiva sus disputas con Salnave es oportuno señalar, sin emitir juicio de valor, que el 14 de agosto de 1862 promulgó una ley que creó las bases para darle legalidad a la pequeña propiedad del campesinado haitiano. Fue un fracaso, pero la intención era positiva porque su objetivo era que no hubiera «ningún nuevo desmembramiento del patrimonio nacional.»

Cuando Salnave cayó en manos de los patriotas dominicanos que luchaban en el Sur contra la dictadura de Buenaventura Báez (en el sangriento periódico llamado de «los seis años», que comenzó el 2 de mayo de 1868 cuando ese déspota subió al poder por cuarta ocasión) no era la primera, sino la sexta vez que ese personaje entraba en el territorio nacional, fruto de las muchas tensiones que entonces se vivía en Haití.

Luperón, que tuvo su pifia informativa con lo de la captura y entrega de Salnave, describió una de esas incursiones, cuando en sus memorias señaló que en julio de 1864 oficiales y soldados de Cabo Haitiano se sublevaron «cansados y avergonzados de la cobarde política del Presidente Geffrard con respecto a la guerra de Santo Domingo…fracasaron en su intentona….Con este motivo se refugiaron en el territorio dominicano los señores Evariste Larroche, James Michelson y Silvain Salnave.»6

Algo a destacar es que está bien documentado por la historia de ambos países que hubo conchupancia entre Salnave y Báez para entregar a los Estados Unidos de Norteamérica las soberanías dominicana y haitiana.

En el epistolario de Gregorio Luperón hay una correspondencia del 18 de julio del año 1868 en la cual él alertaba a los generales haitianos John Lynch y Nissage Saget sobre los dichos planes entreguistas de Báez y Salnave. En esa sombra se cobijaron ambos como si fueran siameses caribeños.

En una comunicación del 14 de mayo de 1868 enviada desde Saint Thomas por el exiliado dominicano Ramón Guzmán a José Gabriel García, quien se encontraba en Santiago de Cuba, le informó, entre otras cosas, que:

«Salnave se hizo nombrar Dictador y fue lo suficiente para que todos los pueblos se levantaran contra él…todo Haití se levantó contra él…los pronunciamientos fueron en todos los pueblos haitianos…Salnave estuvo en Juana Méndez y se escapó por Estero Balsa.»7

Dos años después de dicha carta fue Gregorio Luperón quien desde Cabo Haitiano, en misiva fechada el 18 de marzo de 1870, alertaba en Curazao José Gabriel García así: «…el político haitiano no ve nada más allá de Salnave, hay muchos de ellos que hablan como cotorras, pero sin conciencia ni voluntad de hacer nada.»8

La última vez que Silvain Salnave penetró al territorio dominicano, con un gran séquito compuesto por muchos soldados, corones y generales, entre ellos la aguerrida Amelia Montreuil, una joven generala veinteañera que formaba parte prominente de su Estado Mayor, y quien por alguna vía volvió a su país donde fue condenada a trabajos forzados por el a la sazón presidente haitiano Nissage Saget.

Al poblado sureño de Las Salinas, ubicado entre montañas cargadas de minerales y el otrora caudaloso río Lemba, fue llevado herido y prisionero, después de un fuerte enfrentamiento armado en el lugar llamado La Cuaba, el recién derrocado presidente haitiano Silvain Salnave, quien como se ha indicado más arriba, andaba en una rocambolesca aventura de fugitivo en tierra dominicana buscando afanosamente el apoyo del dictador Báez.

Ya él y los cientos de combatientes que lo acompañaban, entre ellos más de 20 generales, sabían que estaban como se dice popularmente «perdidos en el bosque.» Su captura se produjo el 8 de enero de 1870.

Está comprobado que Salnave se equivocó de lugar. Pronto se dio cuenta que había entrado en un área controlada por los que combatían la sangrienta dictadura de Báez. Fue devuelto a su país, y dejado vivo y en condiciones de defenderse (como se comprobó posteriormente) en la comunidad haitiana de Fond-Verrettes, no muy lejos de Puerto Príncipe.

De Fond-Verrettes se fugó Salnave y luego de recomponer sus fuerzas libró varios combates con sus enemigos, hasta que en el poblado de Anse-Pitres, colindante con la ciudad dominicana de Pedernales, fue acorralado por sus persecutores y fusilado el 15 de enero de 1870.

Algunos, por quién sabe cuáles motivos, han querido vincular al glorioso patriota dominicano José María Cabral en acciones muy ajenas a su reconocido proceder en lo concerniente al caso Salnave, cuando se sabe que fue éste el arquitecto de su trágico destino.

En su libro Los Carpinteros Joaquín Balaguer, con una alta dosis de fantasía en la reseña sobre la actuación de Cabral en el caso de Salnave, dice que fue una «…ignominia sobre el nombre de la República Dominicana. Al tomar la decisión de entregar el prisionero al enemigo.»9

En socorro de la verdad histórica sobre ese caso surge esclarecedora la voz del ya mencionado historiador haitiano Roger Gaillard quien, luego de citar varias versiones sobre la captura en territorio dominicano y posterior fusilamiento en Haití de Salnave, concluye así:

«Otras informaciones dadas por anticabralistas notorios no deben ser tomadas al pie de la letra.»10

CONVULSIONES HISTÓRICAS EN HAITÍ (I)

CONVULSIONES HISTÓRICAS EN HAITÍ (II). EL CASO SALNAVE

CONVULSIONES HISTÓRICAS EN HAITÍ (III)

CONVULSIONES HISTÓRICAS EN HAITÍ (IV) SOULOUQUE Y PIERROT

Convulsiones Históricas En Haití (Y V)

Bibliografía:

1-El Pueblo Haitiano. SDB. Editora Corripio,1986.P14. James G. Leyburn.

2-Papa Doc y los Tontons Macoutes. Editora Taller,1986.P348. Bernard Diederich y Al Burt.

3-Divulgaciones históricas. Editora Taller,1989.P161.César Herrera.

4- El cacoísmo burgués contra Salnave.AGN.Editora Búho,2013.P131.Roger Gaillard.

5-Buenaventura Báez, el caudillo del sur(1844-1878).Editora Taller,1991.Pp107 y 111. Mu-kien Adriana Sang.

6-Notas autobiográficas y apuntes históricos. Tomo I. Editora de Santo Domingo, 1974.P270. Gregorio Luperón.

7-Epistolario,1868. José Gabriel García. Obras completas. Impresora Amigo del Hogar, 2017.Vol.6.P50. José Gabriel García.

8-Ibídem.P172.

9-Los Carpinteros. Editora Corripio, abril de 1984.P62. Joaquín Balaguer.

10-El cacoísmo burgués contra Salnave.AGN. Editora Búho,2013.P123.Roger

Gaillard.

2020-12-24 23:33:51